Tan directos como el punk-rock que escupen en sus riffs, tan honestos como las melodías que esculpen en sus estribillos, tan sólidos y contundentes como cada uno de los siete pildorazos que incluyen en su disco de debut. La banda de raíz guipuzcoana tiene claro el proceso de grabación, “al de dos o tres meses de juntarnos teníamos listas las canciones, ensayamos dos días todos juntos y fuimos a Tolosa, a Bonberenea, junto a Txap Osinaga. El primer día grabamos en directo todos los instrumentos y al día siguiente Kurt grabó las voces. Comimos pizza, contamos chistes malos, bebimos cervezas y ya teníamos nuestro primer disco terminado. La producción y masterización se hizo en Estados Unidos”; tiene claro que el directo es su fuerza natural, “una banda, para que te marque, tiene que transmitirte algo, en disco o en directo, independientemente de si los miembros son más o menos conocidos. Ese es nuestro objetivo: componer buenas canciones, patear culos en directo, y pasarlo lo mejor posible!”; y tiene claro que el estar repartidos entre Donosti y Madrid no puede ser impedimento, “usamos la técnica del G.E.E.A. (grabar, enviar, escuchar, armonizar), grabando el ensayo en el local y enviándolo por internet a Kurt a Madrid, donde lo escucha, escribe las letras, las armoniza, las graba y nos lo devuelve. Si todo está ok, así se queda”. Es el pequeño peaje a pagar por ser uno de los supergrupos más excitantes, lúdicos y salvajes que ha dado el reciente rock’n’roll underground: “Gonzalo (NCC, La Perrera) empezó a dar salida a canciones que le rondaban la cabeza con Luiyi (Txorlitöhead, Lolas Club), joven y sofisticado guitarrista luso, y con el batería más bestia del interior guipuzcoano, Joseba (Brigada Criminal, Señor No, Ladislao), hasta que se dieron cuenta que necesitaban otro guitarra, atractivo y violento, y ahí entré yo, Juan (Discípulos de Dionisos, Gran Yate Especial), jajaja”. Y formado el núcleo duro e instrumental, tras flipar viendo en directo al americano asentado en Madrid Kurt Baker (K.B. Band, Leftovers), “después de una charla sobre música e influencias, decidió apuntarse”. Tomando el nombre de una vieja canción de los Rich Kids de Glen Matlock, “aunque no la tocamos en directo, sí, lo sacamos de ahí, nos gusta cómo suena y las dificultades para pronunciarlo, algunos parece que estén invocando al demonio”, deciden hacer lo propio por su cuenta y riesgo, a base de punk, de rock’n’roll, de power-pop, de melodía, fuerza y garra, “aportando cada uno sus influencias para definir el todo. Si cambiaras a uno solo de nosotros, saldría lago distinto.” Impactante.
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