"Me es inevitable hacer combinaciones contradictorias"
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"Me es inevitable hacer combinaciones contradictorias"

Abel Olivares — 04-05-2024
Fotografía — Archivo

La mayor parte de artistas emergentes que apuestan por desarrollar sus carreras en pleno siglo XXI comparten una característica en común: la multidisciplina. No obstante, existe un pequeño porcentaje de ellos al que les nace por naturaleza, como a BOYE, a quién el hambre artística le ha llevado a dar forma a “¿A dónde vais?” (Vida, 24).

BOYE estará actuando en Barcelona (9 mayo, Sala Apolo; Festival Mil·lenni), Madrid (22 mayo, Sala El Sol), Santa Coloma de Queralt (24-25 mayo, Festival Maig), Lleida (15 junio, Magnífic Fest), Vilanova i la Geltrú (7 julio, Vida Festival) y Bilbao (13 julio, BBK Live).

BOYE siempre ha sido de esos bichos raros que son capaces de hacer varias cosas a la vez. Divagando entre teatro y cine, David Menéndez –el titiritero del títere– ha dedicado los últimos diez años a picar piedra para encontrar el hueco que andaba buscando en el mundo de la interpretación. Habiendo escuchado incontables veces el monosílabo “no”, el universo parece haberle dado ahora una tregua; ha visto su agenda llenarse de proyectos actorales muy golosos. Sin embargo, después de tanto tiempo hay algo más que se ha convertido en el causante de sus ilusiones: la música. “‘¿A dónde vais?’ es un disco que funciona igual que un poema; gusta más cuantas más veces lo lees. Te planteo una pregunta porque no tengo la respuesta. Solemos olvidar que el arte tiene que ver con las preguntas, no tanto con las respuestas. La clave está en reflexionar. Ser creadores de belleza, emocionar y, de vez en cuando, entretener. De ahí que este elepé nazca de la inquietud por plasmar lo que veo del mundo a través de mi ventana privada; la sociedad, su comportamiento y relación con la contemporaneidad que la rodea. Como artista, decido ir por ahí porque tengo la sensación que poseo la capacidad de explicar cosas con las que la gente pueda sentirse identificada. En parte también porque he sido un guerrero que ha luchado una década entera contra la precariedad. Es difícil vivir del arte. Tirar adelante proyectos propios requiere un esfuerzo, un sacrificio; significa coger carretera y manta por recintos de toda España pensando: ‘Bueno, al final ha venido gente’, o verse ahogado a fin de mes bajo el peso de las frustraciones y la obligación de pedir dinero a los más cercanos. Las facturas no perdonan”. Insiste, a pesar de la clara influencia teatral que tinta el disco, en que no hay que confundir la faceta interpretativa con la musical. Previo a los escenarios y las cámaras, el David adolescente ya experimentaba con el rap, las melodías y el freestyle. “Profesionalmente llevo más tiempo dedicándome a la actuación. Lo que pasa es que hubo un momento que dije: ‘Quiero permitirme un proyecto musical’. No estoy empezando, me viene de hace tiempo. Sí que existe un tono tragicómico a modo de guiño a la interpretación, pero me es prioritario saber que se habla del disco como música. El esmero en la lírica y en que cada canción tuviera su propia personalidad ha sido importante. Además, creo que la voz es una materia física que se transforma; debemos jugar con ella. Bajo mi punto de vista, cantar una canción es parecido a contar un cuento. Kase.O dijo una vez que buscaba maneras distintas para rapear sus propias canciones. Por eso, depende del cuento que cuente, lo canto de una forma u otra”.

“Estoy intentando renunciar a ser aquello que la gente cree que es lo que tiene que ser un artista.”

El álbum –producido junto a Arnau Vallvé (Manel) y con colaboraciones como las de Roger Pi, Juju Groove o el mismísimo Raül Refree– se inscribe en un paisaje ecléctico en el que el denominador común reside en los conceptos agrupados por los títulos de cada grabación. Hacen referencia a frases o expresiones cotidianas que las personas tendemos a decir durante el día a día. El autor las ha querido plasmar por medio de un discurso que, aunque pueda parecer infantil a priori, está tintado de una gran seriedad. “La electrónica, la rumba, el rap, el folk o el pop son géneros extremadamente dispares y, a la vez, los responsables tras la construcción de la base uniforme que me allanó el camino para poder hablar de la conformidad colectiva con la que hemos aceptado lo que nos ha tocado vivir. Me fascina bromear sacando a relucir elementos que me han marcado la infancia; pero esto no va de bromas. Es un recurso volátil con el que llamo tu atención para que escuches lo que tengo que contarte; que te des cuenta de todo el tiempo de calidad que perdemos en la vida por ser unos sumisos del trabajo, ya sea por necesidad o por amor. Soy géminis, me es inevitable hacer combinaciones contradictorias que me lleven de aquí para allá en el objetivo de crear un equilibrio de fuerzas opuestas. Por ejemplo, ‘Mochilas’ es aparentemente infantil por su forma, en cambio su contenido es explícitamente profundo. Ahí está la clave de BOYE; juguetear con la inocencia al mismo tiempo que con la madurez. Si alguna vez alguien habla de mí como un tío simple es porque no ha dedicado ni un minuto en desgranar todas las capas que hay en lo que hago”.

Y es que no es de extrañar que estas palabras vengan de alguien que necesita estar activo permanentemente, hasta de buena mañana, cuando la pureza de los pensamientos primerizos inunda las páginas de la libreta terapéutica en la que encuentra inspiración. “A veces me sirve para vomitar y otras para ponerme creativo. Cuando tengo la suerte de que sea lo segundo, trato de llevarlo a algún lado. Es la semilla de mis creaciones. En un mundo que va tan rápido parar para hacer este tipo de cosas solo te hace bien. Si se tratase de una imagen veríamos a un tío al que le pasan millones de cosas a su alrededor que no puede mirar”. Paralelamente al lanzamiento de su primer elepé, BOYE estará presentando “Jauría” (24) –una obra sobre el caso La Manada– y una película de Marina Ripoll basada en un texto de Milena Busquets. “Estoy intentando renunciar a ser aquello que la gente cree que es lo que tiene que ser un artista”.

 

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