Una evolución remarcable, la de Juanita y los Feos. Partiendo en sus inicios de un garage-punk descacharrado y lo-fi (“Cuando empezamos queríamos ser los Gories”, confiesa su cantante), han terminado convertidos en una excelente banda pop de ascendencia nuevaolera, y firmando un elepé absolutamente magistral, en dicha línea. Pero que no te confunda su desenfadado nombre; Juanita y los Feos son un grupo serio, y más allá del bote de Colón, han demostrado poseer un talento excepcional para pergeñar melodías casi perfectas, y un exquisito gusto para los arreglos. Fadrike (guitarra y compositor de los Feos), parece consensuar el parecer de todos sentenciando: “hemos conseguido el sonido que buscábamos desde hace tiempo”. Por su parte, Violeta, cumpliendo con su papel de Juanita, aporta la nota discordante y políticamente incorrecta: “Era lo que queríamos hacer desde hace mucho tiempo, pero ahora que lo hemos hecho, me parece una mariconada padre”. Ángel (bajista, y también compositor), zanja el debate con un “A mí me encanta”. Mariconadas aparte, cuesta creer que un disco tan redondo haya sido autoproducido por el grupo, ya que, como puntualiza Fadrike, “todos los arreglos, todos los punteos, todos los teclados, todo es nuestro”. “Estuvimos diez días grabando”, continúa Ángel, “con lo que tienes mucho tiempo para escuchar el resultado y decidir qué arreglos necesita cada canción, y todo está grabado con metrónomo, así que todo va clavado en su sitio”. Sin embargo, algún truco debía albergar tan portentoso sonido. Violeta lo desvela: “No nos lo produjo nadie en el estudio, pero la persona que nos lo mezcló, Carlos Hernández (productor de, entre otros, Triángulo de Amor Bizarro o Los Planetas), consiguió el sonido que buscábamos”. Y después de trabajar con el productor de Los Planetas, ¿lograrán el puesto que merecen junto a estos, o Sidonie, en primera fila del pop español, tocando en festivales como Primavera Sound?, ¿O seguirán condenados a ser un grupo de culto, una referencia respetada y reputada (pero de impacto underground) dentro del panorama musical patrio? El dilema no parece quitarles el sueño, más que por falta de ambición, por la pereza de tener que funcionar al dictado de la parapléjica industria musical. “No sé si accederemos a esa liga, y no me preocupa”, argumenta Ángel. “Y en cuanto a festivales de verano, tenemos fechas en algunos, pero no en el Primavera, y tengo claro que si no tocamos en el Primavera con este disco, no vamos a tocar nunca ahí”. Por su parte, Violeta se muestra incómoda con según qué perspectivas. “Personalmente odio a Los Planetas, y me jodería mogollón jugar en esa liga. Eso es lo que me da miedo, y a eso iba cuando hablaba de mariconadas. Tocar en el Primavera estaría guay, pero el giro este mainstream que estamos dando con Munster (¿giro mainstream?, ¿con una indie?) lo dimos un poco por probar pero no me gusta nada. Siempre nos lo hemos guisado y comido nosotros, y ahora de repente han entrado en juego un montón de terceros”. Los hados dirán, de momento, si bien estéticamente cumplen con los cánones estéticos del pop peninsular (barbas, gafas, etcétera), sus letras, cargadas de muertos y mal rollo, pueden echar para atrás a más de un cándido indie. Violeta se defiende: “Bueno, yo me eché un novio siniestro, y puede que eso tenga algo que ver (risas). De todas formas, lo bonito me parece un poco coñazo, cantar sobre cosas bonitas en español queda un poco estúpido. Igual yo soy un poco retorcida, pero me parecen más interesantes las cosas chungas que las cosas bonitas, en general despiertan más interés en la gente. De todas formas el tono es sarcástico, más de coña que oscuro”. Otra baza a su favor, la presenta la formidable distribución de su sello, Munster. “En distribuidoras pequeñas no se encuentra, porque el disco ha salido más caro que los anteriores, y eso es una putada”, se lamenta Ángel, “pero sabemos que Munster los acabará vendiendo todos, seguro”. Al final, sus expectativas, son modestas, como comenta Ángel. "Tocar con mejores condiciones, nada más. Cobrar un dinero para no palmar, si es posible poder pagar a un conductor, tener alojamiento y cena, que nos pongan, si puede ser, backline, y si tenemos eso, podríamos estar años componiendo nuevas canciones y girando sin enfadarnos entre nosotros. O sin enfadarnos mucho (risas)".
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