También el más colaborativo de toda su carrera, porque cuenta con aportaciones destacadas (que van mucho más allá de lo meramente cosmético) de Damon Albarn, Nilüfer Yanya, Jay Som (Melina Duterte) y Holly Humberstone. Hablo sobre todo esto con Ed Nash, bajista del cuarteto que completan Jack Steadman a la voz y guitarra, Jamie McCall a la guitarra y Suren de Saram a la batería.
Me da la impresión de es este es uno de los discos más directos y recreativos, o juguetones, que habéis grabado. ¿Lo ves así?
Estoy completamente de acuerdo. Sobre todo, con lo de juguetón. Empezamos nuestra carrera como una banda de indie rock de guitarras. Y luego hicimos muchas otras cosas, como un disco inspirado en el hip hop, otro en el folk… pero siempre como compartimentos estancos, de forma que, si no interactúan entre ellos, no es tan divertido. Mientras los anteriores discos jugaban a una carta, este creo que combina todo lo que hemos hecho antes. Es extraño si lo piensas, porque hay un corte muy duro que suena a música de baile británica y al mismo tiempo una canción que empieza como música disco de los setenta y luego se vuelve acústica y luego se convierte en rock. Cuando tienes una mezcla tan loca de cosas, se vuelve todo muy divertido. Nunca habíamos hecho algo tan variado. Y creo que también tienes razón en que es más directo. Las letras de nuestros discos siempre han plasmado experiencias propias de épocas en nuestras vidas, pero cuando éramos más jóvenes no eran tan significativas. Hablaban de ligar con chicas, ir a fiestas y otros asuntos que no son tan importantes en la vida. Con este disco ya hemos cumplido más de treinta años todos nosotros y sentimos la necesidad de escribir sobre otros asuntos: madurar, cuidar a tu familia, pensar en el futuro, mirar hacia atrás y darte cuenta de que ya no eres joven pero tampoco viejo, y sentirte en esa extraña zona intermedia de la vida, en la que quieres hablar de cosas menos ligeras.
"Nos encanta ir a España. El único aspecto negativo es el calor tremendo que hace en esos festivales. 28 grados a las once de la noche"
¿Sois todos padres ya?
Yo no, pero dos miembros de la banda, sí. Eso también cambia un poco las cosas desde que grabamos nuestro anterior disco, hace cuatro años. Yo no estoy ahí aún, pero pienso mucho en ello.
El disco lo ha producido Jack Steadman, vuestro cantante y compositor principal. ¿Cuál fue el rol de Dave Fridmann como mezclador? ¿Contasteis con él a propósito para las mezclas o queríais también que lo produjera?
No, Jack quería producirlo desde un principio, nunca hubo dudas respecto a eso. Pero sí te diré que consideramos a Dave uno de los mejores mezcladores y productores del mundo. No es simplemente alguien que mezcla: hace que todo suene mejor, más claro, igual de diáfano en diferentes equipos… es muy creativo, y cuando le envías algo siempre te devuelve algo distinto. No es una producción propiamente suya la que ha hecho, más bien una mezcla creativa. Su currículum habla por sí mismo, y llevábamos queriendo trabajar con él desde hace quince años.
Cuando empezasteis, hace algo más de esos quince años que comentas, teníais como referentes confesos a grupos como Broken Social Scene o Modest Mouse. No son influencias palpables ahora. ¿Habéis estado escuchando algo que os haya influido?
Yo todavía escucho a Broken Social Scene y todos esos grupos, pero en los últimos quince años nuestro sonido ha ido cambiando según íbamos escuchando otras cosas. Sobre todo de música electrónica, que se ha ido filtrando en lo que hacemos. Creo que este disco es una amalgama de todo eso. Te sonará pretencioso, pero lo que más escucho ahora es música instrumental, cosas de jazz… me he ido tomando más interés en la faceta técnica de la música, algo en lo que no reparaba antes. A Suren (De Saram), nuestro batería, y a Jack (Steadman), nuestro cantante y songwriter, siempre les ha gustado el jazz, y estoy seguro de que eso ha influido. Con los años, cuidamos más nuestro sonido y tratamos de mejorar técnicamente. Cuando eres joven, solo tratas de meterle caña a la guitarra. Cuanta más, mejor. Ahora ya no.
De hecho, la única canción guitarrera de este disco es justo la última, “Onward”, completamente distinta al resto. También la más larga. ¿Es por eso que la habéis colocado al final?
No, creo que funcionaría igual de bien en cualquier otro punto del minutaje. Empieza como una canción acústica y se mete en un riff de guitarra al final, que se prolonga un par de minutos. Simplemente vimos que el sentimiento que inspira, ese rollo de himno que tiene, es bueno para cerrar el disco. Ahora que lo pienso, es la canción más antigua de todo el álbum, procede de 2010. Hemos tardado trece años en grabarla. No sé si fue algo subliminal, pero decidimos incluirla y puede que esa sea la razón por la que suena tan distinta al resto. Cierra bien el disco, es una reversión, es un himno, es emocionante y se distancia del resto, sí.
¿Crees que será fácil tocar estas canciones en directo, por su complejidad?
Te diré una cosa: estamos ahora mismo trabajando en ello, aprovechando dos semanas de parón, sin girar, en el estudio, de hecho, en cuanto acabe de hablar contigo voy para allá, y la verdad es que es mucho más fácil de lo que yo esperaba. Hicimos un disco, "So Long, See You Tomorrow" (2014), que fue una de las experiencias en directo más dolorosas para nosotros, de tanto como nos costaba trasladarlo al escenario. Era muy electrónico. Todo el mundo había grabado sus partes por separado. Se hizo a lo largo de un año con gran parte del trabajo computarizado. No sabíamos cómo tocarlo juntos, y nos llevó semanas y semanas lograrlo, mientras que, con este disco, estábamos todos juntos en el estudio, con la batería y el bajo tocando al mismo tiempo, con la mayoría de los textos escritos en la misma habitación, y está siendo todo mucho más fácil, por suerte. También por lo que te decía antes: estamos todos más centrados en ser mejores músicos, técnicamente.
"No tengo ni idea de si el mundo está mejor o peor ahora, pero creo que lo de nuestra música como refugio es una buena forma de verla, y aún es válida"
Me gustaría saber cómo surgen las colaboraciones con Damon Albarn, Jay Som, Nïlüfer Yanya y Holly Humberstone, y si buscabais cierto equilibrio entre vuestro discurso y el de ellos, que creo que se logra de forma ejemplar.
Es una buena pregunta, porque las colaboraciones son una de las claves de este disco, y es algo que no habíamos hecho mucho antes. Creo, en primer lugar, que no queríamos tener colaboraciones por capricho. Que tenían que aportar algo a la canción. Ya fuera por la composición, como en el caso de Jay Som, o porque su voz se prestase de una forma que nosotros no somos capaces, como en el caso de Holly Humberstone, que es una canción, “Diving”, que teníamos desde hace dos años y no éramos capaces de terminar. Era la misma estructura, pero ella le dio aquello que nosotros no teníamos: esa voz etérea, muy pop, que la elevaba. Lo mismo pasó con “Meditate” y Nilüfer Yanya, pero en sentido inverso: ella es jodidamente cool, y nosotros no somos nada cool. Su forma de cantar hizo de la canción algo más oscuro y amenazante. No queríamos pedirles aleatoriamente a otros músicos que no tienen ninguna conexión con nosotros que colaborasen, eso es un poco hipócrita. Conocimos a Nilüfer Yanya en el backstage de un festival en el que coincidimos y así surgió. Jack (Steadman) había trabajado con Africa Express, el proyecto en directo y en disco de Damon Albarn, y también habíamos trabajado con Holly Humberstone. Sí que es verdad que con Jay Som fue diferente, porque ella vive y trabaja en Los Ángeles, y en esa canción, “Sleepless”, no solo canta, sino que también la letra es suya. Creo que a ella la conocimos directamente por Instagram, que es como mucha gente hoy en día entabla algunas colaboraciones. Es la excepción.
Con el anterior disco, en una entrevista para este mismo medio, decíais que vuestra música quiere ofrecer refugio a la gente. Fue justo antes de la pandemia. No sé si el mundo es peor o mejor ahora, con todo lo que ha ocurrido en los últimos tres años, pero ¿seguís pensando lo mismo?
No tengo ni idea de si el mundo está mejor o peor ahora, pero creo que lo de nuestra música como refugio es una buena forma de verla, y aún es válida. No es que no estemos interesados en lo que ocurre en el mundo, aunque es obvio que nuestra música no plasma un mensaje político, y puede que por eso sea un lugar agradable en el que quedarse. Hablamos sobre experiencias y asuntos personales, pero no protestamos ni decimos si las cosas nos parecen bien o mal. Supongo que sería Jack (Steadman) quien dijo eso: sé que usa la música como un sitio en el que perderse y alejarse del mundo. Creo que nuestra música aspira a eso. No necesariamente hace pensar a la gente, aunque tengamos nuestras opiniones. Es curioso porque cuando sacamos el anterior disco el momento era complicado, teníamos el Brexit en un Reino Unido cada vez más dividido, ese era el asunto más gordo justo antes de la pandemia, y con el que ninguno de nosotros podía estar contento, más bien estábamos cabreados y sorprendidos. Y luego llegó la pandemia para hacerlo todo más loco, porque eso afectaba ya a todo el planeta. Así que la idea de nuestra música como un lugar seguro al que acudir me gusta. Y tiene sentido.
Estáis a punto de comenzar gira por vuestro país y el verano pasado estuvisteis en el Low Festival de Benidorm y el Mad Cool de Madrid. ¿Cómo os sentís en España?
Nos encanta ir a España. El único aspecto negativo es el calor tremendo que hace en esos festivales. 28 grados a las once de la noche. Menuda sudada. Bueno, y que en el concierto del Mad Cool todo salió mal: un sonido mejorable, el flujo de corriente que se fue… accidentes que ocurren. Pero el público fue increíble. Cantando todo el rato, aguantando hasta el final… ese tipo de cosas te recuerda lo importante que es el apoyo del público. Con un público distinto, hubiera sido uno de los peores conciertos que hemos ofrecido nunca. Estamos deseando volver, porque además creo que hemos estado como una década sin tocar ni en Madrid ni en Barcelona. Entre el descanso de unos años que nos dimos y luego la pandemia, han debido pasar diez años. También el Brexit ha hecho que todo nos resulte más caro y complicado.
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