“Queríamos poner de acuerdo las grabaciones de jazz con el caos de Frank Zappa”
EntrevistasBlack Midi

“Queríamos poner de acuerdo las grabaciones de jazz con el caos de Frank Zappa”

JC Peña — 25-06-2021
Fotografía — Archivo

La banda londinense Black Midi regresa con “Cavalcade” (Rough Trade/Popstock!, 21), otro artefacto inclasificable en el que centrifugan rock progresivo caótico, free jazz, folk psicodélico y post-punk asilvestrado, en una propuesta que mantiene intacto su raro magnetismo abriéndose a nuevas direcciones.

Morgan Simpson es el heroico batería del por el momento trío londinense (el guitarrista Matt Kwasniewski-Kelvin decidió dejarlo temporalmente para recuperarse de un problema mental). Nos atiende vía telemática para hablar de un álbum diferente a su celebrado primer disco, pero que no se deja por el camino un ápice de su volcánica energía primaria ni sus excentricidades.

Habéis dicho que las canciones de este disco son menos improvisadas que las de “Schlagenheim”. Hay instrumentos acústicos, percusión… Me pregunto si la idea era alejaros lo que pudierais de vuestro debut.
Sin duda. Desde que empezamos, una de las cosas que nos propusimos fue intentar hacer álbumes muy distintos. Discos en los que se viera una progresión. Creo que, en “Schlagenheim”, la propia naturaleza del material implicaba que no teníamos mucho margen para meter diferentes sonidos y sonoridades, porque tenía un tono muy particular y un sentimiento muy concreto. El material de “Cavalcade” nos pedía el uso de más colores, tonalidades y texturas. Por eso hemos utilizado muchos más instrumentos, porque tenía sentido. En mi opinión, es el material lo que debe influir en las decisiones, no al revés.

Aunque es bastante corto, es todo un viaje: cada canción es prácticamente un mundo y, –según he leído–, se refiere a un personaje. Por ejemplo, el contraste entre “John L” y “Marlene Dietrich” es una locura. ¿Esto también fue una decisión premeditada?
Pues creo que no. Todo el tema de los personajes se hizo sobre la marcha, según nos dábamos cuenta de que era el hilo conductor. No fue algo consciente, como quizá se podría pensar. Más bien es que siempre nos ha gustado la idea de explorar conceptos de otro mundo, hacer que la gente se evada. La música es, en gran medida, una forma de escapismo. Desarrollar personajes es una manera de hacerlo. Por supuesto, no quiero hablar por Geordie (Greep) y Cameron (Picton), que son quienes escribieron las letras, pero creo que como grupo creemos en esta idea de nuestra música como forma de evasión.

“No creo que tocar bien un instrumento sea un fin en sí mismo”.

¿Por qué lo grabasteis en Irlanda? ¿Queríais alejaros de vuestro entorno habitual con el que estáis familiarizados?
La razón principal fue que John Murphy, el productor, tiene allí el estudio. En tiempos normales supongo que habría tenido más sentido que él se hubiera venido con nosotros a Londres, pero después de estar seis meses encerrados en Londres nos apetecía salir y estar en un espacio completamente distinto. Creo que esto afectó en cierta medida al proceso de grabación, porque si hubiéramos grabado en una calle concurrida de Londres, con el mismo equipo, naturalmente eso afecta lo que sale. Estábamos en Dublín a pocos minutos en coche del centro, con mucho campo…tuvo todo el sentido del mundo y estuvimos muy a gusto.

Me encanta el sonido tan natural y delicado que tiene. ¿Cuáles son vuestras referencias en cuanto al sonido, qué os interesa?
¡Buena pregunta! Una de las ideas que más usamos para describir a dónde íbamos fue referirnos a las grabaciones de jazz de alta fidelidad que se hacían en una única sala, mezcladas con el caos de Frank Zappa. Nos parecía que poner de acuerdo estos dos mundos tenía sentido, porque siempre ha parecido que tienes que elegir entre una de las dos cosas, en lugar de conciliarlas. Parece que no hay muchos matices entre medias. Pero a nosotros nos intrigaba la idea de explorar esta idea. Si nos encantan las grabaciones de Keith Jarrett, que son increíbles, pero también Frank Zappa, tenía sentido intentarlo. Esos fueron los puntos de referencia.

¿De qué modo ha influido que lo grabarais en trío junto a dos músicos con los que habéis tocado en directo (el saxofonista Kaidi Akinnibi y el teclista Seth Evans)?
Correcto. Ellos habían girado un poco con nosotros, son muy buenos amigos, y se involucraron en el disco. Son músicos e intérpretes increíbles. Y muy buena gente. Tenía mucho sentido porque una parte del material que acabó en el disco lo tocamos con ellos en una gira por el Reino Unido en febrero del año pasado, así que estaban familiarizados con las partes e hicieron sus cosas. Salió de forma natural pero, por supuesto, fue un proceso diferente al que nos tuvimos que adaptar. No diría que hubo diferencias marcadas y drásticas, pero por fuerza tenía que ser distinto.

Hablando de diferencias, yo diría que es un álbum más dramático que el anterior. ¿Estás de acuerdo? ¿Tiene esto que ver con el título “Cavalcade” (“cabalgata”)?
¡Sí! Yo creo que la idea del drama en la música es mucho más prevalente de lo que solemos pensar. Sólo que la gente no se da cuenta. En la entrevista de antes dije que, para mí, “What’s Going On?” de Marvin Gaye es un disco tan dramático como el nuestro, pero de un modo completamente distinto. Lo mismo pasa con “Bohemian Rhapsody” de Queen. Las canciones buenas tienen mucho drama, pero ese drama sale de maneras diferentes. Es algo de lo que siempre hemos sido fans y siempre nos ha intrigado. Y, de nuevo, el material nos permitía ir a aspectos más efectistas. El drama es lo que hace que nos emocionemos.

“Es un disco que se puede disfrutar independientemente del humor que tengas”

Me gustaría hablar de un par de canciones concretas: “Diamond Stuff” tiene un tono muy intimista y reflexivo. ¿La idea era hacer también un disco más introspectivo?
Buena pregunta. Esa canción la compuso Cameron. Tendrías que preguntarle a él, pero en realidad queríamos ir en la otra dirección, creando conceptos y mundos que no están cerca del mundo en que vivimos. Especialmente, después del año que hemos tenido, lo último que queríamos era pensar en el Covid y todo eso. Quizá sea al revés: construir personajes y escapar.

La otra es “Dethroned”, con ese bajo y el patrón de batería. Debe ser una de las canciones con las que más os tenéis que haber divertido. Tiene una melodía accesible, pero también un lado experimental y esto me parece muy interesante.
Sí, fue un corte muy divertido de hacer. Tiene un tono muy diferente en relación al resto del disco. Destaca por sí misma y eso me encanta.

“Para mí, “What´s Going On” es un disco tan dramático como el nuestro”

La cosa es que hacéis música muy vanguardista, pero también juguetona y con sentido del humor. ¿Cuál es el mejor modo de disfrutar de este álbum?
Hay que darle tiempo y espacio. Creo que, a diferencia de “Schlagenheim”, éste es un disco que se puede escuchar independientemente del humor que tengas. Para oír “Schlagenheim” tenías que estar en un determinado espacio, porque es muy intenso y tiene una energía muy directa. Éste tiene un espectro más amplio. Mucha más gente puede disfrutarlo, por motivos diferentes.

Os vi tocando en Madrid; tu trabajo es sensacional. Muchas veces no se le da a los baterías el crédito que merecen, y está claro en tu caso la importancia que tienen tus habilidades para el grupo. ¿A qué baterías admiras?
¡Gracias, tío! Se agradece…¿Baterías favoritos? Pues depende de lo que esté oyendo en cada momento. Por nombrarte unos pocos, me gustan Billy Cobhan, Tony Williams, Jack DeJohnette, Ringo (Starr), por supuesto, Mitch Mitchell… Karen Carpenter era una batería increíble, tremendamente infravalorada, en mi opinión. Pero siempre depende de lo que esté oyendo en cada momento. También te puedo mencionar a Al Jackson Jr. o Benny Benjamin de la Motown. Hay muchísimas influencias.

Lo cierto es que, como vi en la sala, sois músicos consumados. ¿Crees que en el indie no se le da suficiente importancia al dominio de un instrumento? En vuestro caso parece que os entendéis de un modo muy especial, casi telepático.
Mmm. Personalmente, creo que es fácil ir a uno de los extremos. El primero es: “Oh, vale. No necesitas tocar bien un instrumento, con que pilles una guitarra y la toques, ya está”. El otro extremo es: “Tienes que ser el mejor”. No creo en ninguno de ellos. Creo que hay muchos matices. Tocar bien te permite conseguir más cosas, pero no me parece que sea un fin en sí mismo. Porque hay muchísimos grupos en los que los intérpretes no eran técnicamente tan alucinantes, y su música es increíble. Grupos como The Doors o The Who no tienen músicos muy técnicos per se, pero es que no se trata de eso. La música es lo más importante. El sonido. Cómo llegues a ese sonido no importa en realidad.

Estamos viendo un aluvión de grupos interesantes saliendo de Londres y del resto del Reino Unido. ¿Por qué crees que pasa ahora precisamente?
No lo sé. Siempre ha habido cosas, pero puede que ahora haya más medios pendientes que hace, pongamos, seis años. Si hay grupos de un estilo particular, lo natural es que salgan más bandas siguiendo sus pasos. Londres es una ciudad gigantesca, pero al mismo tiempo el mundo musical es muy pequeño: nos conocemos todos. Es natural que haya muchos grupos de la misma calaña, creo.

La última: ¿cuánto disfrutas tocando y cuánto estáis echando en falta tocar en directo?
Oh, tío, me encanta tocar, como probablemente te imagines por alguna de nuestras actuaciones. Lo echo en falta. Aunque después de la última gira hubo un descanso que agradecimos. Estuvo guay tener tiempo libre, y, sinceramente, al principio no había muchas ganas de volver. Pero ahora creo que todo el mundo está listo. Cualquier músico está preparado para volver a hacer bolos de nuevo. Estamos listos, sin duda.

 

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