“Siempre estoy pensando en las canciones, tratando de conectar alguna idea. Cuanto más pienso, más ideas me vienen. Es una búsqueda larga, de horas y trabajo, para encontrar algo”. A pesar de su juventud –veintiséis años– Alonso Díaz aplica métodos de maestro. El cabecilla de Napoleón Solo ejerce como docente en un conservatorio privado. ¿Las antípodas para su caleidoscópica música de guitarras? Las apariencias engañan. “En nuestro primer disco cuidamos más la relación con la música clásica. Aquí la hemos separado un poco, excepto en la parte final. Algunos integrantes del grupo tenemos formación clásica y eso influye”, explica. “A mí me ha costado un tiempo olvidarme de las partituras casi por completo”, añade el bajista, José Ubago.
En su debut, “Napoleón Solo en la ópera” (2010), ya se apuntaban ambiciones. El barroquismo de Queen, melodías adhesivas y arquitectura pop con capas de ornamento. “Mi intención era que este disco sonara más a superproducción: baterías más pesadas, arreglos más gordos. Habíamos escuchado las producciones de Emmanuel del Real, Meme, de Café Tacvba. Pensamos que si lográbamos acercarnos a eso, molaría un montón. Sin embargo, al oírnos, Meme quería otra cosa: un tratamiento natural, con todos los miembros tocando en directo y sin editar mucho lo grabado. Yo seguía encandilado con sus grandes producciones. Con auriculares se oyen guitarras calentando, suciedad… Meme no ha limpiado nada. Al final, lo que suena es real, una banda en vivo. Nos chupamos esa porque Meme tenía razón”, aclara Alonso. “Nos interesaba una visión externa. Meme hizo las canciones más sencillas y digeribles. Se nota que es músico por encima de todo. Vino a España una semana antes de meternos en el estudio y entendió todo lo que estábamos haciendo. Aprendimos mucho de él”, subraya Ubago.
En efecto, hubo un tiempo en el que Café Tacvba se homologaron como los Radiohead latinos. Napoleón Solo, por su parte, se impregnaron en sus conciertos en México de la ingente ola de rock azteca. Nuevos aires que respiran en “Chica Disco”. “Conocimos a muchas bandas mexicanas. Cuando volvimos a España, solamente escuchábamos a grupos de allí. Si te gusta la música cantada en castellano, hay un continente entero con una barbaridad de artistas que tocan estilos que aquí no se trabajan. Grupos que nada más oírlos, sabes que no podrían ser españoles. El rock latino se mezcla mucho con lo autóctono”. Reflexiones de un Alonso que llega embelesado con el fascinante álbum de Instituto Mexicano del Sonido, compañeros de sello en España. “Camilo Lara nos invitó a un ensayo y lo pasamos genial”. Ahora tratan de cerrar el regreso de Napoleón Solo al D.F. en 2013. ¿En el mejor momento de forma? “Todos tocamos mejor ahora. Nos complementamos mejor, sonamos mejor. Hemos crecido con esto”, sentencia el bajista. Atrás queda la época en la que Eric Jiménez apadrinaba el proyecto de aquel jovencito de rizos bufados que venía de un pueblo de Jaén.
La grabación transcurrió con fluidez y buenos alimentos durante seis días en La Alpujarra granadina. Canciones registradas en no más de tres tomas. Según Alonso, “es un sistema mucho más rápido que grabar por pistas”. Aburrido en su casa de Arjonilla, con un ordenador y un micrófono. Así surgen composiciones sobre un tema tan universal como la ruptura de una relación. “Los discos de desamor son los clásicos de toda la vida. La mayoría hablan de eso. Está muy trillado”. El líder de Napoleón confiesa que el hit “Antes de que ocurriera” nació de manera surrealista. “La melodía se me ocurrió en los servicios de Cinearte, cuando estábamos grabando ‘Napoleón Solo en la ópera’. Al llegar al hotel se la canté a José en un árabe inventado”. Más excentricidades: abrir el disco con un “Adiós”. “Parece una obertura. Empieza poco a poco y deja una incógnita. Después de un adiós así, ¿qué puede venir en el resto del álbum? Buscamos ese factor sorpresa”. Bendita caja de pandora.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.