Quizá por eso cuesta tanto que Alex Scally, quien nos atiende afable al teléfono desde su casa de Baltimore (Maryland, EEUU), se estruje demasiado las meninges para desentrañar algo que luce mucho mejor si preserva su proverbial misterio, y que tiene más que ver con el instinto que con la reflexión. Alex Scally, Victoria Legrand y su batería James Barone estarán el próximo 27 de septiembre en La Riviera (Madrid) y el 28 en Razzmatazz (Barcelona). Así que era una estupenda ocasión para retomar una charla que teníamos pendiente desde la edición del espléndido "7" (Bella Union/PIAS, 2018), un séptimo álbum con el que – coproducción de Peter Kember mediante – han dado un giro maestro a su sonido, además de expedir uno de los mejores trabajos de su carrera. Tiene su mérito, tras doce años de superarse a sí mismos.
¿Cómo surgió la idea de trabajar con Peter Kember (Sonic Boom) como coproductor y en qué forma crees que ha contribuido a moldear al sonido actual de Beach House?
Sentimos que teníamos la necesidad de dar un pequeño giro, cambiar un poco el chip e introducir savia nueva en nuestra forma de hacer las cosas. Tuvo una clara influencia en el disco. Porque habitualmente nosotros somos muy mandones en cuanto a los arreglos y a la composición, siempre defendemos nuestras ideas con mucha vehemencia, y eso no deja mucho espacio a nada más. Y él es muy bueno precisamente encontrado esos espacios. Siempre hemos sido muy controladores en nuestro estudio y todo lo que nos rodea, y él nos hizo sentirnos más relajados, trajo una energía muy casual, y una forma muy positiva de ver las cosas, siempre desde la perspectiva más cool. Eso nos ayudó a ser más creativos.
¿Influye el hecho de que en 2015 editarais dos trabajos conjuntos – Depression Cherry (Bella Union/PIAS) y Thank You Lucy Stars (Bella Union/PIAS) – y luego en 2017 una colección de rarezas y caras B como fue B-Sides and Rarities (Bella Union/PIAS)? ¿Eran el presagio de que ahora necesitabais tomaros este disco como un nuevo comienzo?
Bueno, yo creo más bien que llegas a una cierta edad en la que te apetece hacer las cosas de una forma distinta. Esa es la clave. Yo creo que nos apetecía experimentar y sentirnos más libres. Dejar que nuestra creatividad fluyera de un modo más intenso, y no sentirnos demasiado ceñidos a la estructura clásica de canción o a una cierta legibilidad, simplemente dejar que las canciones crezcan por sí mismas.
¿Dirías que habéis fiado este disco más a vuestro instinto que a ningún plan preconcebido?
Creo que solo es cuestión de hacerse mayor. Con la edad vas adquiriendo más confianza. Cuando eres joven tienes confianza pero en otro sentido. Con la edad, esa confianza es más fuerte y profunda.
¿Tenéis más confianza ahora en vuestras capacidades que cuando empezasteis?
Sí, más confianza en nuestras capacidades y más confianza en nuestra forma de escribir... en todo. Es lo que te da el hacerte mayor, que sabes exactamente lo que quieres. Tienes menos dudas.
Hay una palabra que creo que define muy bien la naturaleza del disco, y es propulsivo: como si las canciones fueran entes orgánicos que cobran vida propia, algo que creo que es patente especialmente en un corte como “Dive”, que comienza a un ritmo lento y perezoso para, justo a mitad de su minutaje, romper en un ritmo motorik. Creo que esa canción en concreto expresa muy bien la cualidad mutante del álbum. ¿Tú lo ves así?
Sí, es siempre interesante cuando la gente encuentra descripciones sobre lo que hacemos, entiendo lo que dices. Es cool saber ese punto de vista. En realidad si lo captas así es porque sentíamos mucha energía mientras trabajábamos. De ahí ese sentimiento de propulsión, entiendo. Hay mucha energía volcada en este disco, y mucha excitación en torno a sonidos con los que nos topamos, así como por el mero proceso de hacerlo en sí mismo. Nos hemos acostumbrado a tocar mucho en directo y a disfrutarlo, y todo va mucho más rodado que cuando éramos más jóvenes.
Una de vuestras premisas es que podía haber temas que no contasen en un principio con guitarra, o que no contasen con teclado. ¿Puede que esa libertad a la hora de tramar el álbum se haya vuelto luego un obstáculo para interpretar algunas de sus canciones en directo, como si llevarlas al escenario fuera un desafío? Te lo pregunto porque, la última vez que os pude ver en directo, en el último Primavera Sound, tan solo tocasteis cinco cortes del álbum...
Sí, pero algunas de las que se nos presentaban como un desafío las hemos conseguido rodar luego en el escenario. Todo lleva su tiempo. Ahora hemos ofrecido 25 conciertos solo en EEUU, y eso nos ha dado mucha confianza. Y así es como funciona siempre, simplemente vas mejorando conforme el ciclo de conciertos avanza. Y aprendes a hacer que las cosas resulten excitantes, para ti y para la gente que te está viendo.
¿Crees que este disco demanda más escuchas que vuestros anteriores trabajos para ser disfrutado al máximo?
Bueno, no sabría decirte. Siempre he creído que somos esa clase de banda cuyos discos necesitan ser escuchados muchas veces y no algo que la gente pueda pillar en una primera escucha. No creo que este disco sea diferente, en ese sentido. Pero sí que es verdad que mucha de la gente de nuestro entorno, amigos y demás, nos han dicho que hasta la cuarta escucha o así no empezó a gustarles, y que al principio no les convencía.
Supongo que, a estas alturas de vuestra carrera, una de vuestras obsesiones debe ser no repetiros, y al mismo tiempo manteneros fieles a vuestro sonido, que es vuestra marca. ¿Es así? ¿Tratáis de manteneros en ese equilibrio?
Nunca preconcebimos nada. Simplemente hacemos lo que nos surge, con naturalidad. Hemos evolucionado de una forma muy lenta y muy natural para nosotros. Y nunca tomamos decisiones muy conscientes al respecto. Empezamos a trabajar en nuestro material y va cambiando.
También es verdad que esos cambios entre cada uno de vuestros discos, por lo que os he visto decir a ti y a Victoria (Legrand) en alguna ocasión, son más fáciles de detectar para vosotros que para la gente de fuera del proyecto, ya sean fans y oyentes ocasionales...
Sí, está la vieja cantinela esta que mucha gente nos dice de que todos nuestros discos suenan a lo mismo... pero nunca nos ha parecido así a nosotros. Cada uno tiene un feeling distinto, y sentimos que siempre estamos moviéndonos hacia adelante, progresando y evolucionando. Pero no importa lo que diga la gente, o cómo lo encajen: pueden sentirse como quieran, y decir lo que quieran. Todo está en la mente del oyente, y cualquier cosa que expresen me parece bien.
Mucha gente habla de vosotros a la hora de describir el sonido de muchos otros músicos. A veces, incluso aunque no tengan mucho que ver con vosotros. Se puede decir que habéis creado un sonido plenamente identificable, una marca propia, y ese es uno de los mayores cumplidos que se le pueden dedicar a una banda en estos tiempos, ¿no?
No lo sé. Creo que eso queda para los periodistas, no para nosotros. De verdad que no lo sé. Quizá dentro de treinta años, cuando podamos mirar atrás y entender algo... no lo sé.
Me refiero a que prácticamente nadie habla ya de vosotros empleando palabras como dreampop o shoegazing, o que al menos esas descripciones estilísticas se han quedado pequeñas para describir vuestra música.
La verdad es que no creo en los géneros. Entiendo que la gente los utilice, pero a mi no me sirven de mucho. Cuando escucho música, sea del estilo que sea, solo me interesa que sea buena, al menos para mi concepto de lo que es bueno. Escucho a artistas, no a géneros ni estilos. Cuando me gusta alguien, su voz, sus melodías, su composición, no importa el estilo. Puede ser música clásica, country, hip hop... no importa. Escucho al artista, y no me importa la manera clásica de catalogarlos que emplea la gente.
Pero, en cualquier caso, debe ser gratificante saber que Beach House ha influido en muchos otros músicos de todo el planeta...
Sí, no lo sé. Está bien, pero no es algo que busquemos. Yo encuentro influencias todo el tiempo, y nos ocurre de forma muy natural, así que tampoco es un gran logro. Tiene más que ver con el hecho de que llevamos ya mucho tiempo funcionando (risas).
Dices que el tocar en directo os ayuda a ir aprendiendo y mejorando, engrasando todas las piezas del engranaje. Y que tampoco os gusta mucho escuchar vuestros discos una vez están publicados, porque captáis sus imperfecciones, todo aquello que podríais haber cambiado antes. ¿Suponen las giras, el hecho de tocar y tocar en directo, una inspiración a la hora de dar con nuevas ideas?
Siempre. Es algo que nunca se detiene. Desde que empezamos con la banda, es algo en lo que nunca hemos parado. Siempre hay algo cocinándose. Y si paras, estás acabado. La fiesta se termina.
Podría decirse entonces que la inspiración para vosotros puede estar en cualquier lado, nada que ver con esos músicos que se plantean la composición de canciones como un trabajo funcionarial, de 9 a 5, con el folio en blanco delante y tratando de disciplinarse...
Así es, para nosotros la inspiración llega de repente. Las giras son muy inspiradoras. Todo lo que escuchas, la gente a la que conoces, todo lo que rodea este bonito mundo... la vida diaria. El libro que estás leyendo, el paseo que estás dando. Nunca sabes lo que vas a sentir en cada momento.
Vais a tocar aquí en Madrid y Barcelona, en salas como La Riviera (27 de septiembre) y Razzmatazz (28 de septiembre). ¿Disfrutáis más de esos conciertos bajo techo o de los que ofrecéis en grandes festivales, compartiendo cartel junto a muchas otras bandas?
Siempre en los conciertos únicos. Siempre es mejor. Porque tienes todo el día para preparar el espectáculo. En los festivales, no es exactamente tu show. En una sala tocas más tiempo, lo que está muy bien porque te permite tocar más diversidad de canciones, y gozas de la oscuridad, algo que forma parte de nuestro directo. Es algo que no se logra en los grandes festivales al aire libre. Tuvimos ese problema en el Primavera Sound, por ejemplo. Si las luces que tienes alrededor no se apagan, eso afecta a nuestro directo. Por eso nos encanta tocar en salas.
Supongo que tampoco ayuda que en alguno de esos festivales tengáis que tocar a las dos de la mañana, una hora que no parece muy propicia para disfrutar de vuestra música, ¿no?
Sí, no es la mejor hora. Son cosas que no puedes prever. Es todo un poco loco, y hay muchísimas cosas que acaban influyendo en que hagas un buen o un mal concierto. Hay veces en las que crees que va a ser un noche dura y luego se convierte en un concierto increíble, y otras en las que todo parece jugar a tu favor, con un gran ambiente, todas las entradas vendidas, y luego resulta que no. Pero así es como funciona. Es curioso.
Agenda
Fecha | Ciudad | Recinto | Hora | Precio |
---|---|---|---|---|
jueves 27/09/18 | Madrid | La Riviera | 20:00 | 33€ |
viernes 28/09/18 | Barcelona | Razzmatazz 1 | 20:00 | 33€ |
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