“Admiro a la gente que hace música electrónica con un portátil, pero yo nunca podría”
EntrevistasAuto Sacramental

“Admiro a la gente que hace música electrónica con un portátil, pero yo nunca podría”

Alejandro Caballero Serrano — 21-04-2021
Fotografía — Archivo

Tras el sobrenombre de Auto Sacramental se encuentra Jorge Mills, un artista madrileño y medio inglés. Hace dos años publicó su primer EP con cuatro temas y, tras un largo tiempo, lanza su álbum debut. “Cuestión de fe” (Miranda The Agency, 21) es un trabajo de synth-pop repleto de referencias religiosas y castizas con ironía.

Tu primer álbum, “Cuestión de fe”, está repleto de referencias sobre temática religiosa, desde el título hasta tu propio alias pasando por las letras. ¿Por qué has decidido dar una vuelta a esta temática?
Creo que la imaginería católica es una parte fundamental de la cultura pop en España. Mira las películas que acaban de ganar los Goya: “Las niñas”, “Akelarre”… Es algo que va en el ADN del país. Y no solo a nivel estético: la ideología católica ha sido un elemento clave que ha moldeado la sociedad y la política, desde el llamado “nacionalcatolicismo” de la dictadura hasta la España contemporánea o “post-franquista”, pasando por la transición. Somos un país profundamente católico, lo queramos o no… De aquellos barros, estos lodos. En cualquier caso, en el disco empleo todas esas referencias religiosas de manera irónica para hacer costumbrismo, para contar historias y hablar de aspectos de la cultura popular. De pequeño fui a un colegio de curas, en Madrid. Nunca me terminé de acostumbrar a los rituales y las imágenes católicas: me parecía todo muy violento y perturbador, y a la vez, fascinante… la crucifixión, los estigmas, los demonios… Como sacado de una película de terror. Pero más allá de esa fascinación estética, el subtexto es muy inquietante. En las historias bíblicas Dios es un tipo muy rencoroso: si no le bailas el agua, si le desobedeces o simplemente no crees en él, estás jodido. Y ahí está el germen del patriarcado actual: es una religión en la que se adora a un Padre “todopoderoso” (y vengativo) y a una madre que ni tiene voz, ni voto y se define por ser –ante todo– virgen. Este modelo de familia disfuncional ha calado muy hondo en nuestra sociedad, generación tras generación. Por eso creo que hablar de costumbrismo y religión en España está más de actualidad que nunca.

¿Cómo ha sido el proceso de creación del álbum? ¿Ha sido difícil? Porque claro, le has estado dando forma en medio de una pandemia mundial…
Más que difícil, diría que el proceso se ha visto marcado por el ritmo de la pandemia. Desde que llegó la COVID todo se ha ralentizado… El disco está grabado en varias sesiones en los estudios Álamo Shock, con Guille Mostaza a la producción. Empezamos a trabajar en él antes de la pandemia y lo terminamos justo entre la primera y la segunda ola (con retraso respecto a las fechas que manejábamos al principio, claro). Hay algunas letras que reflejan ese cambio de paradigma que supuso la llegada del virus, como “Vigilia”, que trata sobre el confinamiento (aunque la historia que cuenta la letra sea en clave de cine de terror ochentero) o “Retiro”, que habla de la situación apocalíptica en Madrid, contada a través de una historia romántica.

El disco se podría dividir en dos, hablando musicalmente, una parte más new wave y otra más de synth ochentero e indie pop. ¿Era tu intención desde un principio fragmentar el álbum en dos o una vez que tuviste las canciones decidiste que tenía que ser así?
Es cierto que la primera mitad del disco es más new wave y la segunda es más synth/indie ochentas. No era mi intención hacerlo así. De hecho, el tracklist definitivo del álbum lo sugirió Guille cuando ya habíamos terminado de grabarlo y estábamos en la fase final de mezclas.

Se puede notar una clara evolución sonora entre tu “Auto Sacramental EP” y la referencia que presentas ahora.
“Cuestión de fe” es una evolución natural del EP: las canciones son más complejas, menos directas y menos minimalistas en cuanto a arreglos. Menos punk, sobre todo comparadas con mi primer single, “Sierra Norte”. Pero la raíz es la misma: synth-pop ochentero mezclado con ritmos new wave y melodías post-punk.

Bebes de parte de los ochenta y, junto a esta temática religiosa, parece que es un disco sacado de esa época y construido a base de las novedades tecnológicas de ahora. ¿Consideras que esto es así?
Es una descripción bastante acertada. Es un disco muy ochentero, tanto por las canciones como por el sonido, grabado con una mezcla de equipo analógico –sintetizadores vintage de la época– y tecnología digital moderna. Usando lo mejor de los dos mundos. Aun así, la perspectiva desde la que está hecha el disco –el concepto general, la ironía– son totalmente posmodernos. Es un ejercicio de mirar hacia los ochenta con cariño, pero sabiendo que nada era real: ni el neoliberalismo, ni las hombreras y el eyeliner, ni los delirios tecno-optimistas de un futuro mejor. Todo era fantasía.

"Es un disco muy ochentero, tanto por las canciones como por el sonido, grabado con una mezcla de equipo analógico –sintetizadores vintage de la época– y tecnología digital moderna"

Siendo un trabajo tan espiritual, tan de “otra época”, ¿de dónde has sacado la inspiración para darle forma?
Tengo una buena colección de vinilos de synth-pop, new wave y post-punk de los ochenta. Discos de segunda mano, la mayoría: Joy Division, The Human League, OMD, Cabaret Voltaire… Algunos me los he aprendido de memoria, desde las líneas de bajo hasta los arreglos de sintetizadores. Pero, sobre todo, tengo mi equipo analógico para componer: sintetizadores, caja de ritmos, bajo eléctrico, un sampler… Creo que las herramientas que usas para crear definen inevitablemente el resultado de tu trabajo. En mi caso, prefiero trabajar con hardware antes que con software. Admiro a la gente que hace música electrónica con un portátil, pero yo nunca podría. Necesito esa interacción con instrumentos físicos; hacer música con un ordenador no me inspira nada.

En un momento dónde los feats están de moda, tú tan solo incluyes una colaboración dentro de las diez pistas. Se trata de Caliza, quien canta contigo una de las canciones más emotivas del conjunto. ¿Habías pensado meter más colaboraciones? ¿Cómo fue trabajar con Caliza?
Antes de pasarme al synth-pop siempre había tocado en bandas (de punk, de emo) y tenía ganas de encontrar mi propia voz en Auto Sacramental. Este disco es algo que necesitaba hacer antes de poder plantearme más colabos… En cuanto a Caliza, ya conocía a Elisa de la escena underground madrileña. Me gusta mucho lo que hace y tenía claro que quería hacer un tema con ella, estilo Chromatics. Le envié una demo casera de “Vigilia” y le entusiasmó la idea. Cambió un par de detalles de la letra y listo. Lo grabamos en una tarde de estudio. Fue muy guay, y muy fácil. Lo que supuso más lío fue grabar el videoclip con Adrián Bremner (de Trippin’ You), en el verano pandémico de Madrid. Teníamos reservado un Airbnb para rodar, pero nos lo cancelaron porque pensaban que queríamos montar una fiesta ilegal. Al final nos dejaron un local unos colegas, pero fue todo a última hora, sin aire acondicionado y en plena ola de calor madrileño…

"Antes de pasarme al synth-pop siempre había tocado en bandas (de punk, de emo) y tenía ganas de encontrar mi propia voz en Auto Sacramental"

Llega el momento de presentar estos temas frente al público, a pesar de la situación en la que nos encontramos. ¿Tienes pensado hacer una gira nacional?
Es verdad que la situación es complicada para tocar en directo. A pesar de eso, estoy ilusionado porque he montado una banda para directos y ya estamos ensayando: son Tábata Pardo (de Rayo/Fuckaine) al bajo y Adolfo Párraga (Juanita y los Feos/Afilador) a la percusión digital. Tenemos ya algunas fechas, pero de momento no puedo adelantar nada más.

Ahora, tras “Cuestión de fe” y una más que posible retahíla de conciertos, ¿cuál es el futuro de Auto Sacramental? ¿Vas a seguir indagando sonidos nuevos? ¿Seguirás con esa temática más espiritual?
Auto Sacramental va a seguir evolucionando, es algo que no puedo evitar. Creo que el siguiente paso es hacía algo menos pop, más ruidoso y experimental. Más cerca de los setenta que de los ochenta, quizá. No es que no quiera repetirme; es que simplemente no se hacer música de otra manera. “Cuestión de Fe” no se parece a nada que haya hecho antes; y dudo que se vaya a parecer a nada que haga después.


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