Podrás verles en Madrid (22 febrero, Sala Clamores) y Barcelona (23 febrero, Sala Laut).
En el mundo del arte ocurre una cosa muy curiosa. A diferencia de otros sectores, cuando profesión y vida privada entran en contacto durante el proceso de creación de un proyecto, el resultado termina siendo auténtico e inimitable. ¿La razón? Pues es bien sencilla: combinar ambos cosmos asegura el nacimiento de obras que hablan desde la verdad. En esta reflexión pienso antes que Atzur, o Paul y Patricia, me reciban por videollamada. Porque estrenar un álbum debut tras cuatro años acostumbrados a singles y, como mucho, al formato EP, no es moco de pavo. Por eso es que la entrevista empieza abordando cómo ha sido la experiencia de tener que, de pronto, enfrentarse al desarrollo de un trabajo más consolidado. (Patricia) “Cuando escribo canciones tiendo a crear un universo entero para cada una de ellas. Me gusta tratarlas individualmente. De ahí que el álbum se nos presentara como un reto; de golpe eran doce universos que tenían que convivir en uno solo. Sin embargo, y para nuestra sorpresa, 'Strange Rituals' no supuso ningún esfuerzo. Claro que hubo mucho curro, pero fue muy guay crear una unidad más sólida a base de experimentar e ir probando”. Satisfechos con el producto final, ambos reiteran la importancia que tuvo darle a cada canción una identidad propia. “Que no hubiera fillers". Coinciden también en que todo lo que habían lanzado hasta ahora, tan solo eran pequeños tráileres de la película que estaba por venir. Comparación más que acertada, puesto que, igual que en un rodaje, las cosas no siempre son tan fáciles como parecen. El epicentro temático del disco lo evidencia. (Patricia) “2022 fue un año muy complicado. Tuvimos un verano totalmente numb; marcado por la pérdida y el duelo. Escribimos este álbum a modo de terapia personal. Necesitábamos algo que nos diera fuerzas y, a la vez, con lo que pudiéramos canalizar todo lo que sentíamos. En una sesión con mi psicóloga, ella mencionó 'los rituales'. Ahí fue que tomé nota y dije: vamos a llevarlos a cabo".
“Sacar un disco es como estar mentalmente en el Dragon Khan. Todo un viaje”
Entre rituales buenos y rituales malos (o tontos, como los llama Patricia), Atzur se metieron de lleno en un proceso introspectivo que les permitió conocerse a ellos mismos. (Patricia) “Todos los 'rituales raros' que hemos seguido para sanar se encuentran resumidos en este trabajo. Lo empezamos a grabar el otoño pasado, así que en total ha sido un año de gestión mental. Hay canciones que me tocan un montón; están cargadas de sentimentalismo. Aún a día de hoy, sigo emocionándome.” Efectivamente, lo que dice Patricia puede verse reflejado en su rostro, delatando la conmoción que siente al recordarlo. “Haces shadow work y lo lloras todo". ”Ser oversensitive y overthinkers (conceptos clave del disco) puede interpretarse tanto don como maldición, pero, a mi modo de ver, parece que en su caso es lo primero. ¿De qué otra forma, si no, hubieran podido crear el artificio fantasioso con el que han hecho frente a esa etapa de la que hablan? Al fin y al cabo, las dos cualidades le van de perlas a un proyecto tan profundo como este. Si Platón levantara la cabeza y pudiera escucharlo, intuyo que no le temblaría el pulso en decir que pertenece al mundo inteligible, pero, ¿qué papel tiene la realidad en esto? Su presencia a lo largo del tracklist es inequívoca. (Patricia) “Es muy importante estar grounded. Digamos, con la cabeza en las nubes pero los pies en la tierra. Si te fijas, el álbum empieza con los truenos de una tormenta y termina con el sonido de las olas. La naturaleza nos presentó escenarios irrepetibles que decidimos inmortalizar durante las grabaciones en el jardín, donde montamos un estudio pop-up. Lo del mar, por ejemplo, fue ya al terminar el álbum. Concretamente, en febrero, cuando en Austria hace mucho frío. Estábamos agotados psicológicamente y como nuestro productor quería disfrutar de la costa, decidimos bajar con él a España. La playa en invierno tiene un filtro especial, con esa luz y ese sol tan bajo. Fue tan bonito que dijimos: 'Vamos a recordar este instante'. En el álbum hay muchos momentos así, evocadores. La realidad es evocadora". Dicho de otro modo, consiguieron modelar una experiencia sensorial gracias a sus exigencias en la producción. (Paul) “Yo meto mucha caña. No me gustan los samples. Trabajamos con una línea electrónica en la que todo tiene que ser de verdad: ritmo, voces… toco la batería, así que ya te puedes imaginar". Me cuentan que Patricia suele empezar contextualizando las letras que escribe a través del piano, casi siempre porque siente la necesidad de explicar algo. (Patricia) “En mi cabeza tengo claro lo que quiero, pero a veces le enseño cosas inacabadas a Paul y él me mira un poco raro. No obstante, nos entendemos".
Desde Lorde (sonidos guturales) hasta Harry Styles (cantar la tragedia mientras bailas), pasando por Foss y su música orgánica, combinar varias referencias fue una prioridad para evitar que los sentimientos se desbordaran; pasarlo bien también era importante. (Patricia) “Estábamos muy intensos y lo último que queríamos era que la gente se saturara al escucharlo. Aun así, tratándose del debut, teníamos que hacerlo nuestro. Por eso tampoco hay colaboraciones". De todos modos, siendo un debut tan personal, agradecen el buen recibimiento por parte del público. (Patricia) “Sacar un disco te hace tan vulnerable… la desnudez emocional que sientes es enorme. Mentalmente, es como estar en el Dragon Khan. Todo un viaje. Ver que la gente corresponde con algo tan privado te maravilla. Por dentro piensas: qué bien saber que no estamos solos".
Echando la vista atrás, Atzur miran en retrospectiva el cambio brusco que ha habido en sus vidas: de tocar en cafeterías que ya ni existen, para un par de borrachos, e intentar encajar su primer estudio rudimentario entre literas y armarios, hoy pasan a celebrar el álbum debut con el anuncio de una gira que los llevará por diferentes ciudades de Europa, entre ellas, Barcelona y Madrid. (Patricia) “Al final es lo único que queremos, disfrutarlo con nuestra gente. La sensación del directo es catártica".
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