Los colombianos son hoy una de las pocas bandas que se resiste a caer en el cliché de la batidora de ritmos y sobreproducción. Con “Río” (Nacional/El Volcán, 09), Aterciopelados vuelven a dar importancia a las guitarras y continúan plasmando una actitud comprometida y un optimismo vital que, en tiempos como los que corren, ha llegado a ser tildado de “provocador”. ¿Tan potente es la agenda de las corporaciones y los medios que hoy en día llama la atención ser optimista? ¿Estamos obligados a sentirnos asustados? “Está claro que al sistema le interesa que no tengamos iniciativa, y con miedo siempre seremos más manejables. Nos gustaría que la gente volviese a organizarse, que existieran alternativas reales. También sería importante que empezásemos a dar valor de nuevo a las cosas que no cuestan dinero, que son un montón”, explica Andrea. El motivo central del nuevo disco de Aterciopelados es el río como imagen de la presencia y la interacción de los hombres con la Tierra. A pesar de que las civilizaciones florecieron en torno a ellos, tristes son casos como el del río Bogotá, que al cruzar por la capital colombiana presenta uno de los niveles de contaminación más elevados del mundo. “Desde fuera puede parecer que Colombia es un país que está avanzando mucho, pero nosotros vemos todos los problemas que sigue habiendo allí y no podemos dejar de mostrarlos. Por ejemplo, Colombia continúa siendo el segundo país del mundo con mayor número de desplazados”, comenta Héctor, que espera que Aterciopelados no pierda nunca el espíritu de aquel primigenio “Bolero Falaz”.“Cuando recordamos aquellos días, vemos muchas ganas y mucha inocencia, pero también vemos actitud y originalidad, que supongo que en gran parte es lo que nos ha hecho poder continuar hasta hoy”.
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