Cierta pandemia les impidió girar su anterior trabajo, “VLTRA” (19), y la ajetreada vida de los miembros –mudanzas lejanas, paternidades…– fue haciendo difícil coincidir. Sin embargo, pocas cosas hay más poderosas que la fuerza de un tsunami. Imagínate cuando se juntan cinco. “Había muchas ganas acumuladas”, cuenta Álvaro Marcos, vocalista de la formación. “Veníamos de un periodo un poco convulso, y juntarnos ha sido muy chulo, porque había una sensación de reencuentro”. Las chispas saltaron en cuanto se reunieron de nuevo: ni un ápice de óxido. “Tsunami tradicionalmente ha sido un proyecto de rayarse bastante con las cosas. Pero después de tanto tiempo sin vernos, sin tocar ni componer, nos ha salido hacer algo más sencillo, que conecta más con nuestras raíces musicales sentimentales”. Algo más “espartano”, explica. Menos elementos, más claridad, más de su “Core”.
“Core”. Una palabra sencilla que condensa mucho significado. En inglés, “núcleo”; de su raíz, “corazón”. “La idea que nosotros teníamos era transmitir algo esencial, pero que al mismo tiempo tuviera sentimiento”. Nada está trazado al azar. Mucho tienen que ver también, como comenta Álvaro, “las raíces sentimentales del grupo, que en realidad vienen de estilos musicales acabados en ‘core”. La banda nació nadando entre el hardcore, el emocore, el slowcore… Escenas a las que nunca han estado adscritos claramente, pero, precisa, hacia las que siempre han sentido mucha afinidad. Son esferas “en las que hay una idea de honestidad y de amor al arte en lo que haces. De eso va, y de nada más”. Muchas etiquetas a lo largo de su vida que confluyen es este nuevo disco para manifestar su verdadera esencia. Aunque, cuenta, crear una playlist que recogiera los gustos de todos sería misión imposible (algo me huelo, después de ver las mezclas de referencias en sus temas: desde El Último de la fila hasta Polanski y el Ardor), su último trabajo sí es un “reflejo traído al presente”.
“Hemos explorado menos, pero hemos hecho algo que teníamos pendiente artísticamente”
Y es que los ex-Healthcontrol se han sumergido de lleno en el maremoto para encontrar su epicentro, y, como una “radiografía”, lo han plasmado en treinta y dos minutos, nueve segundos y algún que otro “zasca” político. Continúan salpicando ironía y crítica, pero remando lejos de las melodías más luminosas que bailábamos en su anterior elepé. “Hemos explorado menos, pero hemos logrado hacer algo más cerrado y más compacto, que era algo que, de alguna manera, teníamos pendiente artísticamente”.
“Core” saca a flote cuestiones indudablemente sombrías –que se lo digan a su políticamente (in)correcta “Rentistas”–, pero, aclaran, también lo recorren “vetas de esperanza”. Porque, sí, como ellos mismos dicen, “el futuro es oscuro y la luz está cara” (“Politiza tu estrés”), pero también hay “Días felices” (canción que cierra el álbum): “la unión hace la fuerza, y si nos unimos podemos imaginar un futuro mejor, que es una de las ideas que también está de fondo”. Una unión como la de esas manos de la portada, reanimando a… ¿A qué? “Nos gusta mucho lo de apostar por portadas pictóricas: sentimos que amplía de alguna manera el mensaje artístico”. El diseño de Aquilué, dos manos carnales, crudas, reales, en plena maniobra de reanimación, pueden tomarse como la propia vuelta a la vida del grupo: “encaja con nuestra propia resurrección”, afirma el cantante.
Este es el cuarto álbum (de los cinco que adornan su carrera) que ha sido esculpido en los estudios La Mina, a los mandos de Raúl Pérez. “Es una persona con muchas sensibilidades, muy versátil musicalmente, y con mucha psicología: estar lidiando todas las semanas con todo tipo de peña, con sus cacaos de egos particulares, para quienes su disco es lo más importante del mundo…”. Algo tiene que ver, también, el oasis que tiene montado en Sevilla el productor: “con piscina y canasta, que para los que no sabemos tanto de aparatos como yo, pues son pluses”, confiesa entre risas Álvaro. En el baloncesto no sabemos, pero no hay duda de que Ignacio, David, Aarón, Miguel y Álvaro forman un equipo imparable por cualquier terremoto marino. “El gozo y el disfrute de tocar juntos”, ese es su auténtico “core”. “Si lo que nos hubiera tenido que alimentar fuera la sostenibilidad, el dinero o que el retorno fuera el reconocimiento, no habríamos llegado hasta aquí. Está claro que lo que sigue moviendo esto y el ADN más puro es que hay un disfrute absoluto, inmediato, con el hecho de hacer canciones juntos, grabarlas y tocarlas donde nos dejen”. Por ahora, “permitimos” a Atención Tsunami que nos deleiten en la Sala El Sol, el próximo 26 de abril. Y no, no creemos que haga falta plan de evacuación.
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