EL nuevo disco de los canadienses Arcede Fire es un trabajo ambicioso, conceptual, grabado entre Nueva Orleans, El Paso y Mount Desert Island, con el británico Nigel Godrich (Radiohead, Paul McCartney, Beck) a la coproducción y dividido en dos partes: I, la primera, la del yo, que habla del aislamiento individual en los tres primeros cortes, y una segunda que es realmente la del WE, la del nosotros, la de las cuatro últimas canciones, que trata sobre la reconexión.
¿Le ha dado a la banda de Montreal un ataquito de trascendencia pandémica tras la liviandad de aquel endeble "Everything Now" (Columbia/Sony, 2017)? ¿Responde el disco a las expectativas que lo acercan a una especie de ópera rock (siete canciones en cuarenta minutos)? Dejémoslo en que quizá no reverdezca sus mejores laureles pero sí endereza, en gran medida, el rumbo extraviado. Me lo cuentan Win Butler y Régine Chassagne a través de la pantalla del PC desde su casa y estudio de Nueva Orleans, donde pasan la mayor parte del año, durante una buena media hora de charla que tiene lugar justo al día siguiente de que Will Smith le largue un bofetón a Chris Rock en la ceremonia de los Óscars ante la mirada atónita del mundo.
La pandemia os pilló ya trabajando en este disco, ¿no?
Win Butler: Sí, y es curioso, porque algunas de las canciones, como “Age Of Anxiety I” o “End Of The Empire I-IV”, estaban escritas ya antes…
Régine Chassagne: Literalmente, nos pilló en este estudio.
Win Butler: Las teníamos ya grabadas en su versión primeriza cuando miré el móvil y vi que las fronteras con Canadá se cerraban y se cancelaban los vuelos. Si pudiéramos volver atrás en una máquina del tiempo también veríamos que el tiempo justo previo a la covid fue muy extraño, sobre todo en EE.UU. Tumultuoso. Se nos mezcló todo. Puede que parte del material parezca profético y parte parezca una reacción a lo que pasó luego.
"Este disco trata sobre los dos aspectos: el negativo, el de ese racismo que se alimenta recíprocamente entre un país y otro, y al mismo tiempo, por otro lado, el poder apoyarnos unos en otros"
Supongo que también habéis tenido más tiempo para trabajar en este disco que en cualquiera de los anteriores. Muchos grupos pensaron y repensaron sus canciones y sus discos. No sé si fue vuestro caso, y si fue fácil no caer en la tentación de recocinar demasiado el repertorio, que es algo que puede hacerle perder frescura.
Win Butler: Era muy difícil reunirnos, la primera vez que lo hicimos fue en un estudio de El Paso, cerca de la frontera con México. Pero era complicado. Nigel Godrich también lo tenía difícil para volar desde Reino Unido, pero logramos crear como una burbuja y centrarnos durante cuatro semanas con toda la banda, tras un año entero que tuvimos para escribir el material. Este estudio en el que estamos ahora fue donde trabajamos ya en una versión muy similar del disco a la que se ha publicado.
Régine Chassagne: Teníamos las estructuras de las canciones muy definidas ya desde aquí, y como teníamos un tiempo muy limitado para grabar con la banda, fuimos con las ideas muy claras sobre dónde colocar cada elemento.
Win Butler: Más que sobrecocinar, el hecho de que tuviéramos más tiempo para escribir hizo que trabajáramos con instrumentos que tenemos aquí en el estudio. A escribir con piano y guitarra. Mira, te voy a enseñar esta guitarra (N. del R.: se levanta y coge una antigua), que era de mi abuelo. Puedes ver en ella su nombre grabado. Mi abuelo, Alvino Rey, fue músico de jazz. Vivió en Nueva York en los años 20 del siglo pasado, justo antes del crack del 29. Se puede decir que fue el segundo guitarrista de jazz en el planeta tierra. Tocó con mucha gente. Te hablo de la época anterior a Django Reinhardt. Pues yo tenía esta guitarra, y el piano. Lo que quiero decir es que a veces te puedes cabrear por una producción o por cómo suena algo, pero nosotros tratamos de dejarnos llevar por todo lo que teníamos a mano… y todo en este disco se puede interpretar con un piano o con una guitarra acústica. Si le quitas todo el reverb y los efectos especiales, las canciones funcionan. Ese era el desafío en este disco.
Régine Chassagne: Y si puedes escribir canciones que puedas condensar con un piano o una guitarra, es que funcionan. Si tuvieras que tocar estas canciones alrededor de una hoguera, ¿cómo lo harías? Pues así.
¿Por qué se grabó en tres estudios distintos?
Win Butler: Nos obligó la covid, no había un planteamiento creativo detrás.
¿Y cómo surge la elección de Nigel Godrich como coproductor? ¿Qué os aporta?
Win Butler: "The Bends" (1995) y "OK Computer" (1997) son discos que nos encantaban cuando éramos más jóvenes, y tanto él como Markus Dravs, con quien trabajamos en anteriores discos, vienen de ese linaje de ingenieros de sonido que se remonta a la BBC y a los Beatles, forman parte de una forma de grabar que ya casi no se estila, muy analógica y orgánica, artesanal. De hecho, la primera vez que hablé con Nigel fue tras ver unas grabaciones en vivo desde el sótano, su serie de grabaciones From The Basement, y ya tenía esa idea, y como teníamos poco tiempo para grabar y Régine y yo ya teníamos el material muy avanzado, queríamos tenerlo todo claro al cien por cien y contar con alguien experimentado que pudiera darnos también su visión externa de todo el proceso.
¿Sentís la necesidad de hacer siempre un disco muy diferente al anterior en términos de sonido y producción?
Win Butler: Cambiamos continuamente. Todos nosotros. Ten en cuenta que son cuatro años el tiempo que suele pasar entre nuestros discos. Si fuéramos alumnos de un instituto o una universidad, fíjate la diferencia que suponen cuatro años, entre los 15 y los 19, por ejemplo. Tienes experiencias completamente distintas. A veces hago ese ejercicio mental de compararlo. Porque creo que pasa lo mismo de los 25 a los 29, o de los 29 a los 34 años. Y más en esta época que vivimos, en la que todo se mueve tan rápido culturalmente. Ahora va todo diez veces más rápido que cuando esta banda empezó, hace veinte años. Will Smith le abofetea a alguien ayer en los Óscars y será noticia durante un día, porque luego habrá una prueba de bomba nuclear en Corea del Norte, y Putin dirá algo, y Trump dirá otra cosa, y así se nos pasa el tiempo, viviendo en esta cultura de la sobrecarga. Miras el móvil y ves una noticia de alguien que ha sido tiroteado por la policía en la calle, y al segundo alguien te envía el video de un gatito jugando, o un partido de basket, o de tu hijo jugando, y todo eso ocurre en solo una hora. Esta realidad hiper acelerada va a seguir así, no creo que amaine. Vamos a seguir metidos en ese tren.
Ya que mencionas lo de Will Smith anoche: me parece una imagen tan bochornosa para una gala de ese calibre que voy a aprovecharlo para preguntarte si lo ves, enlazando con vuestra canción, “End Of The Empire I-IV”, como otra muestra más del declive de los EE.UU.
Win Butler: No sé si le daría a Will Smith el crédito de esa caída del imperio. Pero sí, la canción habla sobre el declive de imperio americano. También creo que todas las generaciones viven un momento en el que creen que el mundo se derrumba a su alrededor, pero luego nunca llega a hacerlo. La diferencia es que ahora está todo más interconectado. Las formaciones de extrema derecha cuyas ideas crees que se limitan a un par de países y resulta que son parte de la misma enfermedad, que se expande internacionalmente. Este disco trata sobre los dos aspectos: el negativo, el de ese racismo que se alimenta recíprocamente entre un país y otro, y al mismo tiempo, por otro lado, el poder apoyarnos unos en otros. Estamos conectados a través de continentes y generaciones distintas, pero básicamente procedemos del mismo ADN y las mismas raíces. La humanidad es una. Pero tienes a gente en Ucrania escribiendo a sus familiares en Rusia y estos no creen lo que les cuentan aquellos, como si vivieran en otra realidad. Ambas cosas ocurren al mismo tiempo. Hay vida y hay sombra, y son partes de lo mismo. Igual que hay películas que te hacen llorar y reír. En este disco hemos tratado de mostrar ambos aspectos.
Una dualidad que también condiciona la forma y el sonido de las canciones, ¿no? La primera mitad, la del I, la del “yo”, es más sombría, y la segunda, la del WE, la del “nosotros”, es más esperanzadora, son canciones más luminosas, más bailables incluso.
Win Butler: Sí, pero incluso en las más animadas, como “Unconditional I (Lookout Kid)”, hay una línea que dice “la vida sin sufrimiento sería aburrida”. Creo que lo expresa.
Otra de las canciones que habéis mencionado, “Age Of Anxiety I”, habla sobre las pastillas que tomamos para erradicar la ansiedad. ¿Creéis que delegamos demasiado en la medicina y en algunos placebos para resolver nuestros problemas reales?
Régine Chassagne: Nuestro hijo se divierte mucho con un anuncio para una disfunción rectal y sus efectos secundarios (risas). De la marca Miko, contra el estreñimiento.
Win Butler: Un medicamento para eso, que teóricamente puede causar ceguera (risas). En América todo eso se anuncia de un modo muy estridente y entusiasta, pero lo que tienes que hacer es ir al médico directamente si tienes un problema, y no confiar en según qué cosas.
"La primera vez que escuché a alguien cantando en español fue cuando Rosalía y Bad Bunny grabaron juntos"
¿Diríais que este disco sintetiza las diferentes facetas de Arcade Fire?
Win Butler: Lo pienso en otros discos. Si retrocedes a "Funeral" (2004), nuestro primer disco… cuando lo estábamos grabando tenía la sensación de que era como una mixtape. Muchos géneros distintos. “Neighbourhood #4 (7 Kettles)” es como folk, luego hay sintetizadores y cajas de ritmos, material más punk, una canción como “Haiti”, que incorpora ritmos caribeños, y de la que nadie sabía que el origen es que Régine provenía de allí hasta hace unos diez años… cuando escucho nuestro primer material me doy cuenta de que siempre quisimos ser una banda que no pudiera ser etiquetada. Que explorase diferentes sonidos. Encontré hace poco un cartel que distribuimos por Montreal al principio de nuestra carrera, cuando nos conocimos y empezamos a buscar otros músicos, y las referencias que pusimos eran la Motown, los Pixies, Debussy, Arvo Pärt, Bob Dylan o Neil Young. Algo que sobre el papel suena completamente dispar, como mundos distintos, pero cuando escucho nuestra música todavía detecto esas influencias. Es el material de base que nos ligó. Y hay algo bonito en ello. Tu música puede ser una enorme caja a la que te tiras toda la vida desenvolviendo, que puede no tener fondo. A partir de nuestro segundo disco recuerdo que ya empecé a irme al principio del jazz, mientras a Régine le gustaba mucho la música medieval, estaba obsesionada con la música que se hacía de forma anónima, que nos llegaba a través de inscripciones en paredes, pinturas, catedrales, ¿cómo era aquello que encontraste en España?
Régine Chassagne: Sí, hice un viaje a España con 18 años, entonces ya me gustaba la música medieval, estuve en el Monasterio de Montserrat y flipaba con los textos que había escritos en los muros. Veía ahí letras de canciones que quería hacer, pero yo era la única persona que los entendía así.
Win Butler: Que alguien pueda escribir unas palabras en una pared de un monasterio, hace ochocientos años, y que algo de eso se pueda colar en tu música, es muy inspirador. Y creo que la covid nos dio tiempo para pensar en ese enorme arco creativo. Para pensar en el futuro y en el pasado, y darnos cuenta de que no hay tanta diferencia entre ellos.
Supongo que, dada esa disparidad de influencias, no esperarías entonces tener nunca la popularidad de la que gozáis ahora.
Win Butler: La verdad es que no lo sé. Cuando escucho a los Beatles, sobre todo el material de Paul McCartney, veo que es muy pegadizo, como un poco cursi, como la música británica de secciones de viento y cosas así, cosas que seguramente él escuchó de niño y que, de alguna manera, convirtió luego en algo cool. Porque tú no eliges tus influencias, simplemente se alojan en tu cabeza. Esa es la magia. La alquimia del arte. Jean Michel Basquiat tenía orígenes haitianos, su padre era de allí, y algunas de las pinturas que tenía en su apartamento neoyorquino eran idénticas a las que vimos en algunos templos vudú de Haití. La gente en Nueva York flipaba, lo veían como algo muy diferente a todo, muy extraño, todos esos grabados en las paredes. Pero eso es algo que se ha hecho desde hace más de mil años. Puede parecer moderno si le cambias el contexto y lo colocas en la pared de un museo, pero puedes dar con ellos también en lugares en los que lleva ahí siglos y no genera la misma reverencia.
Hablando de Haití: hay una colaboración con Peter Gabriel en “Unconditional II (Race and Religion)”, en la que canta Régine, quien ha explicado que le hacía especial ilusión porque los ritmos de la música de Gabriel en los ochenta, muy influidos por África, le recordaban a la música de Haití.
Régine Chassagne: Mi familia es de Haití, pero yo me crié en Québec y crecí escuchando aquella música comercial de los ochenta, tan de teclado Casio. Pero la música de Peter Gabriel fue la primera en la que escuchaba tambores africanos o una forma distinta de cantar a todo lo que escuchaba entonces. Me flipaba ese ritmo. Y era extraño escucharlo en el coche o en la tienda de ultramarinos, pero sonaba. Era como un alimento musical.
Win Butler: Ese es el lenguaje de la percusión. Como cuando alguien te habla en tu lengua materna. La primera vez que escuché a alguien cantando en español fue cuando Rosalía y Bad Bunny grabaron juntos. He escuchado a muchos artistas españoles o hispanos cantando en inglés, pero cuando el lenguaje y el ritmo combinan, porque cada lengua tiene su ritmo, es otra cosa. Norteamérica ha estado decidiendo el tipo de cultura que imponía al resto del mundo, pero eso está empezando a cambiar. Escuchamos otros ritmos, otros idiomas. Creo que Peter Gabriel se adelantó a su tiempo.
Régine Chassagne: Mi madre hablaba un español perfecto, y recuerdo que intentaba enseñarme cuando era pequeña. Y aunque crecimos con la idea de que saber inglés y francés era más útil, tengo algunos de aquellos sonidos aún en la cabeza. Ella murió hace mucho tiempo y me encantaría que estuviera aquí porque disfrutaría escuchando tantas canciones en español sonando en el mainstream.
Está cambiando el eje musical del mainstream, desde lo anglosajón hacia lo latino, ¿no?
Win Butler: Totalmente. Hace cincuenta años tenías el momento de fulgor del calypso, con Harry Belafonte, y había breves momentos de fiebre de alguno de esos sonidos, pero ahora tienes todo ese melting pot que son las músicas del Caribe, desde el dancehall al reggaeton. Es muy interesante.
Por cierto, Win, quería preguntarte por la marcha de tu hermano Will.
Win Butler: Tiene tres hijos, ha estado veinte años en la banda y con la covid ha tenido tiempo de pensarse lo de las giras…
Régine Chassagne: Si nosotros tuviéramos tres hijos, también sería distinto. Es más difícil.
Win Butler: Se tomó un año fuera de la banda para sacarse un master en Harvard. Y al final lo dejó por las giras. Es una pena, pero hay que aceptarlo. Es un músico brillante. Ahora tenemos a Dan Boeckner, de Wolf Parade, quien ya tocó con Arcade Fire cuando Will estaba estudiando en la universidad. No sé si Arcade Fire existirían sin Wolf Parade. Escribimos “Rebellion (Lies)” después de verlos en directo. Los vimos justo en su primer concierto, recuerdo estar en el cuarto de baño de la sala cuando empezó la primera canción…
Régine Chassagne: Pero no estábamos los dos juntos en el cuarto de baño (risas)
Win Butler: O puede que sí, quién sabe… era un bar mugriento (risas).
Régine Chassagne: Bueno, a lo que íbamos: que nos quedamos flipados durante uno o dos minutos, como diciendo “¿qué es esto?”.
Win Butler: Por cierto, que tocamos hace unos días en Nueva York, y el show fue muy intenso. La gente saltando como si estuviera en Chile. No parecía Nueva York. Allí el público suele ser mucho más frío. No quiero ni pensar cuando toquemos en España. Se va a caer el techo. O en Irlanda, después de tanto tiempo metidos en casa. El otro día me di cuenta de que me estaba sangrando la mano mientras tocaba “The Suburbs” al piano, porque había estado dándole antes a la guitarra con demasiada energía.
¿Pensáis alguna vez en cómo van a sonar las canciones en grandes recintos en directo cuando las grabáis en el estudio?
Win Butler: Siempre lo hacemos, el directo es lo que nos da la vida. Pero, para serte sincero, vimos a Neil Young en directo hace unos años tocando "Rust Never Sleeps" (1979) y su material más rock y luego cuando abordó “The Needle and The Damage Done”, él solo en acústico, el pabellón entero se calló como si estuviéramos en una iglesia, y eso me hizo pensar en que tenemos un par de canciones en este disco que son las más tranquilas, como “End Of The Empire I-IV”, que nunca hemos tocado sobre un escenario y creo que pueden funcionar muy bien en un gran recinto. Siempre he querido tener al menos un par de canciones así. “My body is a cage” también es un poco así. Y combinar el material más enérgico con esas canciones puede ser muy interesante. Este disco que hemos hecho no es "The Wall" (Pink Floyd, 1979), pero es lo más parecido a un álbum conceptual, que encapsula todo lo que somos como banda. Creo que nuestro show a ser coherente y especial a la vez.
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