La vida es tan compleja que, en ocasiones, cabe simplificar para dar con esas pequeñas claves que hacen que las cosas sean como son y ¿Cómo son las cosas en el planeta Ojos de Brujo?, se preguntarán sus multiples seguidores. Pues vamos a intentar desvelarlo a partir de tan sólo tres claves que, como no podía ser de otra forma, se hayan profundamente interconectadas. Clave 1: Marina, cantante del grupo, y Carlitos, trompetista incorporado a la banda para dar color a la gira de “Techarí” (06), su anterior álbum, no sólo se enamoran si no que deciden lanzarse a la piscina de la paternidad al igual que Ramón (guitarra), que se casa y también se convierte en papá. Clave 2: Carlos, porque ya va siendo hora de quitarle el diminutivo, se erige en otra pieza a añadir a la hora de componer al lado de Marina y la huella de su ascendencia cubana deja mella en arreglos y canciones. Clave 3: La vida personal de los artífices principales de la banda ha cambiado -para mejor- y se dan cuenta que no pueden tirar del carro en su totalidad, así que deciden en asamblea y por unanimidad licenciar el disco en Warner, rompiendo así la filosofía “Juan Palomo” (ya saben, yo me lo guiso, yo me lo como) que les había identificado como una “rara avis” en esto del negocio musical de éxito. Naturalmente podríamos hablar de muchas más cosas que pasan por la marcha de Sergio Ramos, batería y contable de la banda, los proyectos paralelos que con base en Ojos se han ido desarrollando a partir de otros actores de la banda como Dj Panko (un habitual en los clubes de media España) o Maxwell Wright (percusión y voz) o de las siempre imprescindibles colaboraciones del álbum (Duquende, Tote King, Los Van Van, Chano Domínguez...). Pero parafraseando a Jordi Pujol: “Avui no toca”. Así que me voy a centrar en estos tres puntos que sin duda han marcado el devenir de su nuevo disco. Manos a la obra. “Aocaná” (“Ahora” en caló, lengua gitana con la que habitualmente firman sus tíitulos) es un disco que muestra las múltiples caras de Ojos de Brujo. Por un lado es el álbum donde la rumbita tiene más presencia que nunca (hasta cuatro temas), pero no sólo eso. Cómo ya hemos advertido en la introducción, es un trabajo en el que los arreglos latinos marcan el sonido de la banda y aun más. Es un disco en el que su faceta pop, como sinónimo de melodía y estructura clásica de las canciones (estrofa-estribillo-puente-estribillo), es mucho más evidente, perdiendo buena parte de ese componente de fusión enrevesada entre el flamenco, el hip hop, el groove y el rock. Habrá quién piense que por momentos se han acercado peligrosamente a Chambao, mientras que otros agradeceran que hayan simplificado sus formas para dar con canciones más redondas y en cierta medida radiables. Sin embargo, cuando en plena entrevista me aventuro a sugerir que estamos ante su disco más pop, Marina se me revela. “Es que no sé por qué dices eso del pop, cuando a mí no me gusta el pop”. Ramón puntualiza: “En eso te voy a decir que los discos de Ojos de Brujo nunca han sido de primeras escuchas. Lo bonito de este es que cierra un círculo. Por un lado es muy digerible, entra muy bien, pero a medida que vas escuchando los temas te vas dando cuenta de la producción que hay detrás. Vaya, que por un lado sí que es cierto que tiene ese aire más pop, en cuanto a popular y que es más fácil de entender, pero por el otro el público de Ojos de Brujo, el que espera más cosas, las va a tener a medida que vaya viendo los elementos que están dentro”. (Marina) “Lo que creo es que al ser un cuarto disco es normal que haya cambios porque nosotros necesitamos que los haya para seguir divirtiéndonos y seguir experimentando. Para mí este disco es el menos demostrativo. Personalmente no tenía ninguna necesidad de demostrar nada. Al contrario de lo que ha sucedido con los anteriores, en este no he pensado para nada lo que le iba a parecer a la gente... De repente, en lo personal estamos bien, tenemos un grupo sólido que nos entendemos, tenemos un sistema de trabajo e improvisamos en cosas, pero ya es mucho más fácil y a lo mejor a mí ahora mismo me apetecía hacer canciones más digestivas, No necesitaba enrevesarme tanto”. Llegados a este punto, analicemos las claves.Clave 1La maternidad/paternidad suele alterar la vida de cualquier persona, pero en el caso de un artista esta alteración acostumbra a trasmitirse a su obra. Esta no ha sido una excepción y Marina le dedica a su bebé una sentida canción titulada “Nueva Vida”. (Marina) “¡Hombre! Mi primera canción de amor. Es una canción de enamoramiento y si te fijas puedes pensar perfectamente en tu novia y cuela, lo cual es muy curioso porque me dí cuenta después y me decía a mí misma: ‘¡He hecho una canción romántica!’. La escribí por la noche cuando estuvimos en Llagostera viviendo toda la banda en una casa para preparar lo que sería el disco. ¿Pudor? A mí muchísimo. En la vida había hecho una letra así, tan íntima. Siempre me ha gustado más, puesto que tenía un micro, amplificar lo que pasaba fuera. Sin embargo ahora estoy en ese punto nuevo en el que también es importante hacer repasillo de lo íntimo y a lo que te sucede por dentro y también me sale más fácil por el momento en el que estamos, pero que conste que me daba mucha vergüenza, pero muchísima”. Clave 2La pregunta es directa. Al menos en cuatro temas (“Perico y Juliana” es el más evidente) de los doce que presenta el disco la componente latina es más que evidente. (Marina) “Sí, claro. Está Carlitos. ¡A Carlitos no hay quién lo pare!...”. (Ramón) “Si hacemos un poco de lupa, en el primer disco también había esa componente que dices”. (Marina) “Estaba Muñeco...”. (Ramón) “También estaba el Beto. Vaya, que el componente latino estaba y bastante presente ya anteriormente”. (Marina) “En el ‘Techarí’ teníamos a Roberto Carcassés. La verdad es que con Cuba tenemos trajín desde hace tiempo. Pero, a ver, hay una cosa que es cierta. Lo que estamos hablando del componente latino del disco anterior eran más colaboraciones, cosas más superficiales y en este disco Carlitos ha estado componiendo y eso, quieras o no, se tiene que notar”. (Ramón) “Además ha sido muy curioso porque de repente temas que empezaron muy de rumba catalana a la hora de meter los arreglos... el hecho de compartir con otra persona que tiene otro código hace que la cosa cambie”. Clave 3 Tras el desastre que supuso su relación con una discográfica durante todo el proceso del primer disco. Ojos de Brujo decidieron optar en el segundo por la autoedición y el control total de su trabajo. Eso incluía management, promoción y discográfica, Diquela Records, pero, como ellos mismos reconocen, la faceta empresarial no ha sido la más exitosa de su carrera y el querer centrarse exclusivamente en lo artístico les ha llevado a firmar un acuerdo con Warner en un proceso que ellos mismos resumen. (Marina) “¡Es que somos malos empresarios! Además llevamos seis años de ruina, currando sin parar y acabando el año que ves que has hecho doscientos diez bolos y que debes un montón de dinero y encima la gente no se lo cree, pero es así y todo porque no somos buenos empresarios. Nosotros, si es para un vídeo acabamos gastándonos siempre el doble de lo que estaba presupuestado. ¿Quién le pone límites al artista si eres tú mismo el empresario? No tenemos a nadie que nos diga: hasta aquí y punto. ¡Si es que somos un desacato! Y así en cada cosa y cada cosa es una fuga de pasta y llevamos cobrando lo mismo desde hace diez años, que ya dices: ‘¡Oye, que cómo tenemos la espalda de tanta furgoneta nos merecemos subirnos doscientos euros el sueldo! Pero no podemos. Es una sensación de agobio. El Xavi (Xavi Turull percusiones) ya no podía más y nos decía que esto no podía continuar así, que nos estaba quitando la luz y la estructura que habíamos creado. Entonces nos sentamos en una asamblea y nos planteamos las posibilidades que teníamos. Lo primero porque ya no tenemos tiempo material. El Xavi se quiere poner a criar lechugas, yo he tenido un hijo, tú otro y además tenemos que hacer música”. (Ramón) “Nosotros creamos el sello y la agencia de management para protegernos artísticamente, pero llega un momento en que la estructura taponaba el lado artístico, entonces la única forma de salir es decir: ‘A ver, nosotros artísticamente somos esto, pues vamos a hablar con gente que nos respete y acepte las cosas sin mover un ápice...”. (Marina) “No sé lo que pensaré dentro de dos años. A lo mejor estaré echando pestes y volveremos al momento más punki de nuestra vida. Todo es posible. Pero como estábamos era la única vía para que Ojos de Brujo subsistiera, porque si hubiéramos continuado igual nos hubieran enviado a la cárcel porque somos un desastre o al final hubiéramos pinchado y la única opción era delegar una parte de la estructura o mantener nuestra estructura y hacerla crecer para que entraran más grupos en nuestro sello y entonces ¿Qué somos? ¿Más empresarios? Hubiera sido una locura”. Por todo eso y mucho más este disco es “Aocaná”. Porque ahora
es el momento de empezar a recoger lo sembrado, que ya está bien de pasar penurias con todo lo que han logrado, que es mucho. Eso lo demuestra un álbum que, una vez más, sabe integrar el flamenco con otras sonoridades y dimensionarlo hasta alcanzar un nivel que nadie como ellos ha logrado. Y esta vez tampoco iba a ser una excepción.
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