De hecho, eso de saber que en algunos conciertos le daba por pedir al público que trajese una radio y cascos para sintonizar con las bases pregrabadas que no se iban a oír en la sala, ya daba una pista importante de que estábamos ante un aprendiz de mago del espectáculo que tiene muy poco que envidiar a algunos otros campeones del showbiz más cómodo del mundo. Incluso a pesar de que “Fantasma” (Matador/Everlasting, 98) pasase un poco desapercibido, se ha ido convirtiendo en un clásico secreto de los de empezar a ver lo que hay detrás y no parar. Pero estamos en 2002, Oyamada dice haberse plantado en la madurez con “Point” y, aunque es bueno evolucionar, a la mayor parte de los admiradores de “Fantasma” nos ha dejado un poco... con ganas de otra cosa. Pero igual es que no lo entendemos, así que vamos a preguntarle a él.
“No, mira, en Japón se nos conoce muy poco. Pero igual que pasa en España con Le Mans, que desde Japón parece que venderán cientos de miles de discos, y no es así” |
“Digamos que ´Fantasma´ era una manera de ver el mundo más fantástica, a través de disfraces distintos. Ahora mismo es como un recuerdo de infancia lleno de samples, mientras que en ´Point´ no hay apenas samples. Para componer he utilizado la inspiración de la vida diaria, el ambiente que me rodeaba y mi estado de ánimo”. Pero Cornelius no es Jack ni Pulp. Lo suyo era otro pop distinto... ¿Más original? “Tal vez, porque quería cambiar la estructura de pop que estaba utilizando hasta ahora y que, por ejemplo, fuese la batería la que llevase la melodía y la guitarra, el ritmo”. Insisto, Oyamada es un personaje en constante cambio. A pesar de lo cual, algunos advirtieron que muchos elementos de sus dos discos de remezclas, “FM” y “CM”, resultaban algo reiterativos: “Cuando hice ´FM/CM´ utilizaba los mismos elementos que usaba con ´Fantasma´, porque aún formaban parte de mi evolución, y decidí que podían formar parte de la firma de Cornelius. Aunque preparé una segunda parte que no se ha publicado, y que podría ser la transición entre ´Fantasma´ y ´Point´”. Aclarado. Pero a uno le gustaría saber la razón por la cual, habiendo artistas tan interesantes en Japón como Takako Minekawa o Bridge y grabaciones de tanta calidad, precisamente parece que Cornelius y los fenecidos Pizzicato Five son la punta de lanza del pop nipón. “No, mira, en Japón se nos conoce muy poco. Pero igual que pasa en España con Le Mans, que desde Japón parece que venderán cientos de miles de discos, y no es así. Yo no trataba de publicar discos en Occidente, pero cuando en Matador escucharon ´69/96´ (Trattoria, 96) me pidieron que lo intentara después con ellos. Y el resto no los he publicado aquí porque hay demasiados samples que no puedo declarar, y porque mi música no estaba del todo desarrollada con Flippers Guitar”. La verdad es que no se le puede quitar la razón en nada. Ni siquiera en que vive en un mundo paralelo con mucho estilo. Y es cierto que quien se asome por primera vez a Cornelius con “Point” va a hechizarse con su magia. Pero si comparamos esta blancura cegadora con otros colores, hay algo que se echa de menos. ¿La juventud?
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