Dos tipos de aspecto aguerrido, con la tez ligeramente estragada por el tiempo y camisetas negras cuyos logos no dejan lugar a la duda, entran en el bar e interrumpen nuestra charla. Buscan entradas para el concierto que Ilegales ofrecerá esta noche. Antes de que los asturianos pisen las tablas de la sala Caracol de Madrid lo harán las personas con las que en ese momento comparto una caña y una conversación que me ayuda a descifrar algunas de las claves que encierra el segundo disco de Madee, un trabajo que ya desde el tacto de su portada parece invitar a la caricia sin límite. Marc Prats, teclista recién incorporado a la disciplina grupal, comparte experiencias con Ramón Rodríguez, voz y guitarra, desde hace años. “Nos conocemos desde hace mucho. De hecho teníamos un grupo, The Submarines, con el que hacíamos versiones de Faith No More. La gente flipaba porque las clavábamos todas, las hacíamos igual. Ramón cantaba en plan Mike Patton y lo hacía muy bien. También estaba Pep, el bajista y Lluís, el batería. Era de puta madre”. Ramón se anima, espoleado por el recuerdo. “También hacíamos una versión de ‘Girls & Boys’ de Blur en plan Patton... era en el año 95 y la verdad es que nos lo pasamos muy bien”. Pero no siempre ha sido así. El bagaje vital de Rodríguez, apenas veintisiete años, queda fielmente reflejado en la música del sexteto de Cabrils –que completan los guitarristas Adam y Capi-, de alto poder evocador y elevado octanaje lírico. Aún así cabe consignar una rebaja del ensimismamiento que mostraba “Songs From Cydonia” (02), su debut. Asoman las espinas, pero Ramón se explica sin esquivar la mirada. “En esa época me había separado de mi chica y estaba bastante tocado emocionalmente. Creo que filtré toda mi frustración en el disco, intentando buscar la calma. Creo que por eso es más soñador, más espiritual. Hace tiempo que me he reconciliado con ella y pienso que esa nueva estabilidad se refleja en el disco. También es verdad que suena más rock, pero nos apetecía meter un poco más de guitarreo porque en el anterior se echaba en falta algo de energía”.
“Que nos comparen con Sunny Day Real Estate no me molesta en absoluto” |
Más que en un subidón dinámico, estas nuevas canciones muestran al grupo dando sus primeros pasos por las sendas de la madurez, explotando al máximo unas influencias –U2, The Cure, Radiohead, Echo & The Bunnymen- cuya deglución prefiere el paladar al estómago. Quizá sólo una se les atragante, aunque de purgas, nada. “Que nos comparen con Sunny Day Real Estate no me molesta en absoluto –aclara Ramón, con toda tranquilidad-, porque nunca hemos escondido que es un grupo al que adoramos. Nos han influido desde el principio de su carrera, pero también grupos como Idaho o Archers Of Loaf. Creo que son los tres grupos que más he escuchado en los últimos años y creo que vamos en esa línea, aunque tenemos nuestro propio sonido. Lo que están haciendo ahora con The Fire Theft no tiene mucho que ver”. Su nutrida agenda -Rodríguez asegura tener en su poder las maquetas del debut de los de Seattle- y el tiempo y su inexorable devenir, espolean al barbudo cantante en una carrera sin medida determinada en la que, por si acaso, ha decidido esprintar desde el primer metro. “Estamos mirando varias posibilidades para licenciar el disco en Estados Unidos y Centroeuropa. Queremos hacer una gira por España y grabar el tercer disco lo antes posible. Queremos aprovechar este momento, porque sé que las cosas no duran eternamente y creo que ahora estamos en racha. Yo tengo veintisiete años y quiero aprovechar este buen momento para ocuparme de todas esas cosas, porque creo que es lo que mejor sé hacer”. De eso no hay duda. Una vez más es en los detalles donde todo parece cobrar sentido: el chisporroteo de su mirada cuando habla de sus hijas –Jazz y Leia, de siete y tres años, respectivamente-, el apasionamiento con que acompaña cada una de sus frases o las fuertes convicciones que parecen espolear a un artista consciente, pero irredento ante la adversidad de un entorno cada vez más hostil. “Sé que el disco parece triste en determinados momentos, pero no nos gusta emitir mensajes negativos. Siempre tiene que haber esperanza; creo que la música llega a mucha gente y que le afecta directamente. Yo no quiero darle mal rollo a nadie, por eso no me gustan los grupos que utilizan la intensidad y la rabia para transmitir un mensaje negativo. Me parece un error. Sunny Day Real Estate eran más oscuros en su primera etapa y esos discos me gustan menos. Las cosas se pueden cambiar poco a poco y la música también contribuye al cambio. Seguro que a tí también te ha pasado alguna vez: estabas hecho polvo y un disco te ha servido de apoyo en esos malos momentos... en mi caso fue “The Soft Bulletin’ de The Flaming Lips... bueno, pues eso es lo que nosotros intentamos hacer con nuestras canciones, aunque no estoy seguro de que lo consigamos”. Pierde cuidado, Ramón, pierde cuidado.
The exsetripe shines through. Thanks for taking the time to answer.