"Me da puto asco la solemnidad y la sobriedad épica que lo peta tanto en el indie"
EntrevistasAnntona

"Me da puto asco la solemnidad y la sobriedad épica que lo peta tanto en el indie"

Alan Queipo — 27-01-2017
Fotografía — Archivo

Lo suyo es más sencillo: una mierda como un castillo. Lo dice (y lo canta) Anntona, también conocido por su familia como Manuel Sánchez y por el circuito indie como “el calvo de Los Punsetes”. Igual con Internacional (Everlasting Records, 2017), el paso a la profesionalización de su proyecto en solitario Anntona, consigue trascender la frontera del underground y colarse en tus cascos y en el circuito como ese autor de discurso chanante, de letras ácidas y de mayor conexión con algunos capo-cómicos kamikazes que con el indie de autor y que, sin embargo, firma algunos de los primeros grandes himnos de este curso. Nos reunimos con Manu-Anntona en las oficinas de Everlasting para hablar de este, su flamante nuevo disco, a la conquista del pop por la vía de la autoflagelación.


Por primera vez trabajas con un productor, tardas casi un año en grabar el disco, fichas por un sello más grande, estás en la jornada de promo más larga de tu carrera en solitario… Da la sensación de que has profesionalizado el proyecto Anntona. ¿Es así?
He intentado tomármelo un poco en serio porque si no sabía que no iba a terminar el disco. Y en el momento en que he implicado a Everlasting necesariamente me lo tengo que tomar en serio: no podía liar a un sello como éste y luego tomármelo a cachondeo. Ahora, además, me ha pillado fantásticamente de tiempo y estoy esforzándome hacer una promo en condiciones, que es algo que nunca había hecho con Anntona, e intentaré hacer unos conciertos en condiciones sin mayores expectativas que hacerlo bien y ya está. Además, con Mark [Kitkat, director de Everlasting] siempre habíamos hablado de hacer con Anntona en el sello, de darle más seriedad al proyecto, y era como una cuenta pendiente.

A mí hasta ahora me daba la sensación de que Anntona tenía cierta vocación underground, que te gustaba ese halo amateur que tenía el proyecto. No sé si no tienes miedo de perder un poco de esa supuesta “autenticidad” que se asocia a proyectos underground, casi de culto.
No, qué va, en absoluto tengo miedo. Es como decía Joaquín Reyes cuando hacíamos Muchachada Nui, cuando alguien le decía que qué cutres eran nuestros sketches; él le decía: “no, de cutre nada: lo hacemos lo mejor que podemos”. Y a mí me pasaba eso: tengo vocación underground porque tengo libertad creativa y hago lo que quiero pero intento hacerlo lo mejor que puedo.

¿Siempre has intentado hacerlo lo mejor que podías o a veces te gustabas haciéndolo regular?
Sí, siempre lo he intentado hacer bien. Lo que pasa que he ido evolucionando poquito a poco. Sí que es verdad que implicar a más gente ha hecho que me lo tome más en serio, porque si lo hubiera hecho yo solo lo hubiéramos sacado en Gramaciones Grabofónicas [ahora Discos Walden] y hubiera pasado de todo y hubiera sido un divertimento más, sin tanto fondo.

Pero entiendo que tenías ganas también de reiniciarte para seguir adelante.
Sí, un poco sí. Sabía que después de tantos años o le daba una vuelta o ya no hacía nada. Ya no tengo tiempo para hacerlo a la ligera. Anntona nació en un momento en el que yo tenía mucho tiempo en mi vida, y ahora no es así: o me lo tomo en serio y lo hago en condiciones o para hacer algo de cachondeo me pongo a hacer otras cosas.

¿Por qué elegiste a Sebastián Litmanovich como socio formal y productor del disco? ¿Buscabas un perfil concreto?
Sí, buscaba un perfil de productor muy concreto, con capacidad de grabar y mezclar él en casa, pero también que fuera buen músico y que fuera capaz de decirme qué cosas cambiar, cuáles quitar, etc. A él lo conocí por Papaya: conocía a Yanara [Espinoza, líder de Papaya y de Violeta Vil] desde antes y me gustaba mucho el trabajo que había hecho Sebastián como músico y productor y es justo lo que estaba buscando.

"Tengo vocación underground porque tengo libertad creativa y hago lo que quiero pero intento hacerlo lo mejor que puedo"

Lo que hace Sebastián en Cineplexx tiene un aire muy de crooner latino o cantante melódico de los años ’70, muy en la línea de Leo Dan, Leonardo Favio, etc. Hay algo de eso en “Internacional” me da la sensación, ¿no?
Sí, sobre todo “Espejos” (Jabalina, 2016), el último disco que ha sacado con Cineplexx, va muy por ahí. El anterior [“Florianópolis” (Nuevahola Records, 2014)] tenía una onda más tropical, quizás. Y en “Internacional” hay guiños a ese perfil al que te refieres. Lo guay es que Sebastián tiene la capacidad de hacer guiños a un estilo que la gente suele tomarse a coña, pero en vez de hacerlo desde la parodia lo hace desde la profesionalidad, la seriedad y la competencia. No hay ese acercamiento irónico indie. Yo cuando le mandé “Mi pequeño pene y yo” con un arreglo de bossa nova un poco de coña, él me lo devolvió con el arreglo hecho en serio: risas, las justas, en ese sentido. Él no viene de ese background, que es un poco el mío, del acercamiento más desde el cachondeo, como cuando yo versioné a Elvis Crespo en alguno de mis discos anteriores: él va en serio.

Mencionas la bossa nova y me da la impresión de que hay muchos Anntonas que antes no veíamos: juegas con el auto-tune, hay una pista que podría ser hasta un chiste de Eugenio, sonidos que van del funk al electropop o el falso crooner. ¿Te interesaba mostrar diferentes registros o aparecieron por sorpresa?
Es la ventaja de hacer cosas en tu casa, en realidad: cuando estás en tu casa tienes más facilidad de bajarte una base de un estilo concreto y jugar a hacer ejercicios de estilo, sea en serio o en coña. Con Los Punsetes yo no puedo hacer eso: en la banda hay un sonido determinado, hay cosas que funcionan cuando tocamos los cinco y una manera de trabajar diferente a la de la grabación doméstica en pijama. Por eso en los discos hechos en casa se aprovecha mucho. Un buen ejemplo es Ariel Pink, que me flipa: se nota que piensa las cosas en casa y no necesita tener una banda de heavy metal para hacer canciones como la del “pom pom” (4AD / Everlasting, 2014) en las que juega mucho a parodiar el AOR y el heavy.

Ahora que traes a Los Punsetes a colación, recuerdo que antes decías que Anntona nació como un proyecto de canciones que no tenían cabida en Los Punsetes, que descartaban desde el grupo o que no pegaban por estilo o lo que sea. ¿Sigue siendo así o ya identificas claramente cuándo una de las canciones que compones va para Anntona y cuál para Punsetes?
Ahora pasa que Los Punsetes se han nutrido de canciones que no entran en Anntona (risas). La verdad es que casi todo ahora se preselecciona y en mi cabeza ya cada proyecto tiene su espacio: no le haría cantar “Mi pequeño pene y yo” a Ariadna (risas). Gran parte de las del disco difícilmente se las hubiera mandado a Los Punsetes, aunque pueda haber algunas que estén en la frontera de ambos proyectos. Sin embargo, en el próximo disco de Los Punsetes va a haber una canción que yo iba a grabar en el disco de Anntona: se la enseñé a Jorge y me dijo que esa teníamos que quedárnosla para Punsetes.

Siempre me pareció a mí que Anntona era una especie de atajo dentro del indie a la solemnidad y la sobriedad de ese ‘indie que funciona’ en España desde hace algunos años. ¿Son conceptos que te repelen especialmente?
Joder, totalmente, eso me parece un desastre. Esa sobriedad épica me parece insoportable. No acabo de entender ciertas cosas de las que funcionan en el circuito y no puedo con ellas, aunque respeto que a la gente le guste lo que quiera. También es una maldición, porque hay grupos que con eso lo petan a lo loco, y ellos seguro que se lo creen, no digo que lo imposten ni nada por el estilo. Pero desde el respeto que les tengo, me da puto asco: así te lo digo. Desde el respeto que me da saber que no soy yo el que es millonario (risas)… y el que hace algo que le gusta a menos gente.

"Es hora del autosabotaje, de acabar con la autopromo: hay que atizarse un poco"

¿Te sientes, tanto con Anntona como con Los Punsetes, fuera de sitio alguna vez en festivales?
Sí, pero eso está bien. Tampoco quiero parecer un fundamentalista, pero está claro que nosotros hacemos otra cosa, aunque a buena parte del público le parezca que hacemos lo mismo. Estás en un nicho de mercado en el que a la gente se la suda olímpicamente y te meten en el mismo saco. Y está bien, no sé.

¿Y entiendes que haya gente que haga una playlist con canciones de Izal, Vetusta Morla y Anntona o te genera rechazo que eso pueda pasar?
Yo he tocado de telonero de Izal en una fiesta de Radio 3.

¿Y qué tal?
Para mí mal (risas). La gente me miraba como el que mira a un caballo. Con esa sensación de estar en el zoo viendo una jaula que te da asco y escuchar sin sonido un: “vete ya”. Pero supongo que sí, habrá gente que le gusten las dos cosas. A mí me parece difícil, pero puede ser. Y yo les doy la bienvenida a todos, me parece estupendo.

Antes me dijiste que había un objetivo que es el de tocar más, y que la banda que te acompañará en directo son los músicos de Papaya. Supongo que caerás en muchos de esos festis de “convivencia plural”. ¿En dónde te gustaría mover el proyecto de Anntona? ¿El mismo que el de Los Punsetes?
Ahora mismo Los Punsetes está en otra liga: estamos en un punto en el que podemos hacer un concierto de rock muy competente para mucha gente. Y lo digo sin ningún tipo de vergüenza. Podemos tocar en una sala para 3.000 personas y lo podemos hacer sin rasgarnos las vestiduras. Estamos en ese punto. Pero Anntona es un proyecto más pequeño: me veo en formatos pequeños con mayor complicidad con el público, en recintos más íntimos, con gente que sabe adónde va o gente que se quiere dejar sorprender y en un ambiente más doméstico. Pero son entornos más íntimos, vaya. A los conciertos se va a cantar, a ponerse pedo y a ver si baila y folla: me veo más cerca del circuito de salas que de los festivales, aunque en los festivales también hay diferentes entornos y contextos y en alguno podemos cuajar.

Volviendo al disco, ¿hay un personaje creado en “Internacional”? ¿Eres tú o hay un alter ego? Hay una especie de narración que puede tener sentido entre las canciones.
Hay homogeneidad en el disco, y podemos decir que hay un personaje, pero en realidad soy yo caricaturizado, no es un tercero. Puede ser que haya una narración, pero no lo he hecho conscientemente. Sí que hay una coherencia entre lo que se cuenta ahí. De todas las canciones respondo y forman parte de un momento muy concreto de mi vida.

Dices que “la autoflagelación es el camino más directo hacia la paz interior”. ¿Hasta qué punto es este el leitmotiv del disco o del proyecto?

Sí. Creo que ya es hora de que la gente deje de ir por la calle haciéndose autopromoción diciendo que sois tan guays. El otro día vi un reality show y el tío en el vídeo de presentación decía: “yo soy un tío auténtico, me gustan las cosas de verdad”… No, tú eres un gilipollas, hombre. Y si se definiera diciendo “soy un gilipollas” me caería mucho mejor. De verdad, es hora del autosabotaje, de acabar con la autopromo: hay que atizarse un poco y es lo que me gustaría instaurar en caso de que me concedan un deseo.

"Las letras malas son siempre pretenciosas. La línea entre el horror y lo divino es finísima"

¿Y no puede ser que decir que “no molas” es el nuevo “molar”?
Sí, completamente. Son estrategias de presentación. Yo lo único que reclamo es un cambio de estrategia. A mí me convence más el darse un poquito de cera. Porque además te digo una cosa, esa gente que se piensa que es una persona auténtica, le está esperando un señor con una sartén para darle una hostia a la vuelta de la esquina. Yo prefiero ir jodido del coco de antemano y que vaya todo mejor. Incluso a lo mejor ese sartenazo si ya estás jodido del coco te viene bien (risas).

En los últimos años se ha hablado mucho de los límites del humor, y tus canciones son casi chistes cantados. ¿Te has puesto límites alguna vez? ¿Te has censurado frases o referencias muy bestias?
Creo que el humor tiene límites, teniendo en cuenta los contextos. Yo intento no ponérmelos pero a veces hay cosas que me afectan y hay cosas que no me parecen bien. Hay cosas quizás del pasado que no me parecen tan bien. De hecho, hay cosas que antes nos hacían mucha gracia y ahora sería impensable hacerlas. Me parece normal: cada sociedad tiene sus tabúes y vienen por algo. Hay que tener cuidado con no lapidar a la peña y entrar en esa vorágine de masa furiosa… pero es una línea muy fina y muy delicada, en realidad.

Hay una canción, como “Aceras anchas”, por ejemplo, que me da la sensación de que es seria, no tiene ningún punto cómico. ¿Te resulta más difícil, es un reto especialmente jodido para ti hacer canciones serias?
Sin duda es lo que más me cuesta, sí. Esta canción en concreto va a pecho descubierto, pero la hemos metido porque le gustó mucho a Sebastián; además de que en los discos de Anntona siempre hay dos o tres canciones con guiños relativamente serios, como una especie de oasis dentro de un discurso más destroyer, canciones en donde tiro más por lo confesional, lo bonito. De hecho, David Beef me decía que debería dejarme de coñas y hacer canciones serias.

¿Tú te ves haciendo solo canciones serias?
No, no me veo, pero puede que llegue el momento en que lo haga: realmente si quiero evolucionar una de las cosas que tengo que hacer es cambiar un poco, y dejar de tirar por esa zona de confort que es la mía: librarme un poco de la retórica chascarrillera y tirar por la vía de la seriedad. Quizá lo intente alguna vez o quizá no.

A la hora de buscar referentes españoles para comparar con Anntona suelen aparecer nombres como los de Los Toreros Muertos, Los Inhumanos, la Orquesta Mondragón, algo de Siniestro Total… ¿te sientes un heredero de aquel discurso?
Con algunas cosas sí y con otras no: Siniestro Total o Los Toreros Muertos son influencias directas con las que crecí de pequeño. Los Inhumanos eran veinte tíos vestidos de curas y era más verbenero. La línea es muy fina, lo sé; pero también la línea es muy fina entre ser un puto pedorro y ser un poeta, pero a veces los putos pedorros pasan por poetas.

"Me siento más cerca de Joaquín Reyes, Ignatius o Rubianes que de algún cantautor indie"

¿Como quién, por ejemplo?
(Risas) No, no seas cabrón. Pero para mí las peores letras del mundo son las de tíos haciéndose los pedorros: “hola, soy cantautor y voy a escribir una letra que va de profundo”. Pero tío, es una mierda. Las letras malas son siempre pretenciosas. Yo prefiero que hagas una rima consonante y digas una gilipollez como un piano a que hagas una letra ampulosa: eso me da urticaria. La línea entre el horror y lo divino es finísima. Pero grupos como Siniestro Total siempre están en el lado bueno de la línea. Y Los Inhumanos, aunque no me molaban especialmente, tenía algunas canciones resultonas.

Otras comparaciones con las que se te puede identificar es con El Chivi o Juampa y la Raja. De hecho, en su momento se habían inventado una especie de género: pornoautor. ¿Tú te ves afín a lo que hacían ellos?
Hace poco leí una entrevista con El Chivi, precisamente. Fue una especie de fenómeno pre-internet muy loco, aunque luego se fue apagando. Es cierto que a mí en su momento me hacía gracia y ahora me puse a escuchar lo que hacía y me pareció una mierda. Creo que envejecieron pronto y mal sus canciones. En ese sentido, prefiero un monólogo de Pepe Rubianes: cuando dice una burrada lo dice con un punto poético. El Chivi era hábil y gracioso, pero ahora no tiene ni pies ni cabeza: es caca culo pedo pis. Tenía rimas graciosas, pero no va más allá.

¿Te sientes más cerca líricamente de Rubianes o Ignatius Farray que de cantautores indie como Joaquín Pascual o Fernando Alfaro?
Aunque Joaquín Pascual es probablemente mi persona favorita del mundo de la música y me gusta especialmente lo que está haciendo estos últimos años, además de parecerme divino; sí, me siento más cerca de Joaquín Reyes, Ignatius o Rubianes que de algún cantautor indie. Como mucho, de Miguel Costas me puedo sentir más cerca en lo que a discurso se refiere. Busco una manera de hacer entrar a la gente en mis canciones que tiene más que ver con el discurso de algunos cómicos. Pero eso no quiere decir que lo que hago es lo mismo que si Ignatius sacase un disco cantando: creo que juego en la misma liga que músicos que hacen canciones serias, pero con un discurso más de cómico.

Saca el disco de Los Punsetes dentro de poquito. ¿Qué nos puedes contar?
El disco saldrá en Mushroom Pillow el 10 de marzo, lo produce El Guincho, se llamará ¡VIVA! y hay cuatro o cinco canciones muy petonas…

¿“Cuatro o cinco muy petonas” significa que el resto son de relleno?
No, no. Yo es que soy muy cínico cuando hablo sobre Los Punsetes. Creo que está bastante bien el disco, pero es cierto que cuando escuchas tus discos anteriores es muy difícil hacer más de cuatro o cinco canciones realmente buenas en un disco, de esas que tocas en los últimos 20 o 30 minutos de concierto. Si tienes cuatro ya es la hostia. Y nosotros en este disco las tenemos, pero luego hay cosas más especiales, aunque a mí me gustan mucho.

¿Es mejor el disco de Anntona o el de Los Punsetes?
(Risas) ¡Y todavía pretenderás que te conteste! (Piensa un rato) Creo que no tienen mucho que ver, cada vez lo veo más separado. Pienso en el single que vamos a sacar Los Punsetes y no tiene nada que ver con lo que hago en Anntona. Los Punsetes somos otro grupo ya, con una personalidad súper definida, y es difícil comparar ambos proyectos.

¿Qué crees que va a pasar con “Internacional” y qué te gustaría que pasase?
Me gustaría que me diese la posibilidad de seguir haciendo discos: la recompensa del tiempo que invertí en hacerlo que me anime a seguir. Me vale con poquito o con mucho, pero que me motive a seguir currando en ello. Ya está la recompensa ganada con haberlo hecho. Si viene alguien y me dice “me encanta el disco” me vale. O si no, ganar un millón de euros. Cualquiera de las dos cosas me sirven.

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