Quizá no sea el más esencial en términos de sonido y composición (ni prima su cuota compositiva ni tampoco figuró en el aclamado "Merriweahter Post Pavillion", de 2009; de hecho, hay cinco discos en los que no participó), pero uno tiene la sensación de que su rol como portavoz refleja su posible papel ya no solo como fundador sino como pivote, como bisagra que mantiene bien engrasada esa maquinaria que es el cuarteto que forma junto a Dave Portner (Avey Tare), Noah Lennox (Panda Bear) y Brian Weitz (Geologist) desde que se conocieron en un instituto de Baltimore.
Su primer álbum de canciones en los últimos seis años, el muy estimable "Time Skiffs" (Domino/Music As Usual, 2022), tiene una hechura más orgánica de lo habitual, muy de álbum de madurez inspirado en la mediana edad y en la mullida la vida familiar, esa a la que tanto ha contribuido todo lo que hemos vivido en los últimos dos años. Y en unos meses tendrá otro compañero discográfico, ojo. Él nos lo explica por zoom desde su casa en Baltimore.
El disco se grabó en 2020, y los cuatro seguís viviendo en lugares alejados: Washington DC, Baltimore, Carolina del Norte y Lisboa. ¿Fue una grabación diferente a las anteriores?
Bastante. Empezamos trabajando en otras canciones que finalmente no están en el disco pero que sí estarán en el próximo, en el que estamos trabajando ahora. Durante 2018, 20019 y principios de 2020, juntos como banda. Un proceso muy familiar. Los cuatro compartiendo ideas en el mismo estudio, decidiendo arreglos y tocando juntos. Todo muy directo. Las cosas cambiaron cuando llegó la pandemia: cambió nuestra forma de grabar, dramáticamente. Era algo nuevo, nunca lo habíamos hecho así, a distancia. Tuvimos la suerte de tener gran parte del trabajo hecho antes del confinamiento. Para entonces ya teníamos una plantilla importante de lo que iba a ser este disco.
"No me gustaría que nadie en el grupo sintiera que está tocando algo porque se supone que tiene que hacerlo de ese modo, como obligado"
Podría decirse entonces que de las mismas sesiones salen dos discos: este "Time Skiffs" (2022) y otro aún por publicar.
Sí. En enero de 2020 teníamos 18 canciones escritas. Las nueve del disco que sale ahora y las nueve del siguiente, que hemos grabado en diciembre pasado y estamos mezclando ahora.
¿Será distinto a este en cuanto a vibraciones, en cuanto a espíritu?
Es difícil decirlo. Tendrá arreglos e instrumentación muy parecidos. Dave (Avey Tare) toca el bajo eléctrico y canta, Noah (Panda Bear) toca un kit de batería estándar y canta mientras yo me centro exclusivamente en los teclados, y Brian (Geologist) se centra en la electrónica y algo de teclados. Instrumentación parecida, pero con una energía algo distinta. Una de las razones por las que Time Skiffs (2022) es así es porque son canciones que surgen de la energía de los cuatro interactuando en el mismo estudio, eran canciones que podíamos sacar adelante en la forma en la que estaban ya antes del confinamiento. Las otras son las que pudimos hacer a distancia. Tengo curiosidad por saber cómo las va a acoger la gente: son dos discos gemelos, en cierto sentido, pero también distintos, porque mediará un año entre sus publicaciones.
¿Cómo mantenéis la motivación después de tantos años, más aún cuando cada uno de vosotros tiene sus aventuras paralelas?
Creo que eso que tú acabas de llamar “aventuras paralelas” juega un papel importantísimo. Somos amigos desde el instituto. Nos conocemos desde entonces. Siempre hemos tenido gustos similares, pero a la vez distintos. Y siempre que tratamos de combinarlos encontramos cosas que no encontraríamos por nuestra cuenta. Esto empezó como una banda que montó Brian (Geologist), a la que yo me uní, desde un punto de vista más tradicional de la música, y a la que luego Dave (Avey Tare) empezó a aportar ese sentido de collage y de música concreta, y a la que Noah (Panda Bear) añadía cosas que iban de lo más poppy a la electrónica al estilo de Aphex Twin… siempre tuvimos esas energías diferentes, y nunca tuvimos la sensación de querer fundirlas en un solo sonido. Las piezas del puzzle son las que lo completan. Nunca tuvimos la intención de formar una banda que se llamara Animal Collective. En realidad, fundamos un sello discográfico llamado Animal, que llevaba yo, y solo pensábamos en sacar discos que existieran en su propio universo. Cada uno de ellos. Y ahí es cuando la gente empezó a conocernos. "Campfire Songs" (Paw Tracks, 2010) tenía una vibración distinta a "Danse Manatee" (FatCat Records, 2009), por ejemplo, y el hecho de que Animal Collective fuera el nombre que acabara uniéndolos a todos esos discos fue algo accidental, en cierto modo. El tronco del árbol es lo que la gente ve como Animal Collective. Pero es solo eso. Cuando algunos periodistas dicen que este es nuestro único disco en los últimos seis o siete años no se dan cuenta de que entre medias hemos estado haciendo bandas sonoras, proyectos en solitario, miles de cosas. Creo que todo eso, el darnos espacio para que cada uno haga lo que le apetezca y probar cosas nuevas, es lo que hace que todavía estemos aquí. Si no hubiera sido así, Animal Collective no existiría. Si todo lo que Dave (Avey Tare) escribe tuviera que ser para la banda, reventaría. Por ejemplo. Su cabeza no funciona así. Y a mí tampoco me gustaría.
"Cualquier creador es consciente de que algunos de sus trabajos tienen más repercusión que otros. Es inevitable"
¿Y ha sido fácil mantener el equilibrio interno en a banda? Lo digo porque la democracia y los grupos de rock no se suelen llevar bien, y me imagino que, pese a lo que dices, habrá habido algún momento en el que alguno de los miembros habrá querido llevar el ascua a su sardina más de lo que los otros estuvieran dispuestos. ¿No?
Seguro. ¿Has visto Get Back (Peter Jackson, 2021)?
No, aún no.
Tienes que verla. Suena todo muy familiar. Cuando hablamos entre nosotros lo hacemos de un modo muy democrático, nos damos mucho espacio para expresarnos. Es todo muy igualitario. Pero es verdad que luego las cosas dependen mucho de quién escribe las canciones. La mayoría son de Dave (Avey Tare) o de Noah (Panda Bear), aunque yo haya escrito también un buen puñado. Pero normalmente quien escribe la canción tiene la última palabra. Ocurre muchas veces que Dave (Avey Tare) escribe algo, una composición sobre la que luego tocamos, aportamos cosas, y a él no le gusta. Y hemos de cambiarlo. Pero no deja de ser una muestra de respeto. Porque todos hemos tenido esa sensación, yo incluido, de presentar una canción al resto del grupo, empezar a trabajar en ella y que la banda vaya en una dirección que no es la que tú pensabas, y por muy incómoda o aventurada que sea esa dirección, sentir que no es la correcta. O por el contrario sí lo sea, y ahí está la magia. Creo que mis compañeros te responderían algo parecido. Al fin y al cabo, se trata de navegar entre la idea que tú tenías en tu cabeza o dejarte llevar por cosas que surgen de las ideas de otros: es esa fina línea. No me gustaría que nadie en el grupo sintiera que está tocando algo porque se supone que tiene que hacerlo de ese modo, como obligado. Pero sí, después de veinte años, un ambiente de trabajo como el nuestro necesita esa fiera intensidad que surge del intercambio de ideas, sin duda (risas).
El último álbum de canciones a tu nombre, como Deakin, fue "Sleep Cycle" (My Animal Home, 2016). Tardaste mucho en hacerlo porque confesabas ser muy perfeccionista. ¿Son tus compañeros igual de perfeccionistas que tú?
Cuando hablo de mi perfeccionismo no me estoy congratulando por ello. No proviene del hecho de que esté mucho tiempo trabajando sobre lo mismo durante días, días y días o años, años y años, sino de mi miedo a que las cosas no salgan como las tenía previstas en la cabeza desde un principio. Te sientes decepcionado cuando ocurre. Lucho contra ese perfeccionismo. Cuando terminé "Sleep Cycle" (2016), estaba convencido de que era una basura. Muy malo. Me llevó mucho tiempo y sufrimiento. Era perfeccionismo, pero también depresión y ansiedad. Un asunto de salud mental. En términos de perfeccionismo musical, creo que los cuatro somos muy quisquillosos, especialmente en el estudio, y esto enlaza con lo que te contaba antes, con el hecho de que muchas veces algo que para ti funciona, pero luego al ponerlo en común, ya no lo hace. Y tienes que esforzarte más. Ese perfeccionismo prevalece entre nosotros, no creo que ninguna de nuestras elecciones sea perezosa. Nada de lo que hemos publicado. Cada nota, cada giro de un knob, cada secuencia de canciones… hay mucha deliberación detrás. Para mí, el perfeccionismo se trata de encontrar ese equilibrio entre tener esa mentalidad de no querer publicar algo que no esté como crees que debe estar y saber que, llegado a un cierto punto, has de dejarlo ya como está. Es como caminar por la cuerda de un equilibrista.
Sí, porque si le das demasiadas vueltas, puede acabar perdiendo espontaneidad, aunque suene más perfecto.
Sí. Ya que mencionaste mi disco, la primera canción de "Sleep Cycle" (2016), “Golden Chords”, llevaba en mi cabeza años. La tocaba en directo incluso, con muchos efectos vocales y pensando en un sonido que tenía que ser grandioso. No daba con él, y eso me preocupaba. En el momento en que decidí que iba grabarla con una guitarra acústica, me sentí roto. Me rendí. Un amigo en quien confío me dijo que probara a hacerla así. Una toma. Y ya está. Nunca se me había pasado por la cabeza hacer algo tan desnudo. Dejar que la canción sea solo la canción. Me llevó solo un día. Y es ahí cuando me di cuenta de que lo bonito de ella era su imperfección. Puedo oír mi voz quebrándose. Puedo oír mi incerteza, y eso la hace vulnerable y significativa. Y es perfecta porque es imperfecta. Ahí aprendí una gran lección, después de años de pensar que tenía que ser como una obra maestra del sonido. No era así. No tenía sentido.
"Sí que pensábamos, como amigos y músicos que éramos desde el instituto, que seguiríamos haciendo música durante el resto de nuestra vida"
No sé si tú eres padre, pero da la impresión de que la paternidad y la estabilidad de la vida en familia ha sido muy importante en este trabajo.
No. Brian (Geologist) y Noah (Panda Bear) sí que tienen hijos, pero yo no. Pero la influencia es enorme. Aunque una canción como “My Girls”, que Noah compuso ya hace muchos años, trataba sobre su mujer y su hija. La paternidad y la responsabilidad con tus amigos y tu familia son temas que se filtran en nuestra música desde hace años. También la banda es como una familia para nosotros. Estos tipos son mis hermanos. En cada decisión influye lo que es mejor para nosotros, y muchas veces ahí es la condición de Brian también como marido y padre la que condiciona. Por mi parte, yo vivo como lo hacía quince años atrás. Quizá sea el miembro más inconsistente del grupo (risas).
¿Habéis escuchado algo últimamente que os haya influido?
Puede ser. Aunque no soy muy bueno respondiendo esa clase de preguntas. Yo llevo seis o siete años escuchando jazz. Cosas del Art Ensemble de Chicago y de Sun Ra, que en realidad llevo escuchando desde que tenía 20 o 21 años, aunque ahora me he metido más a fondo. Siempre ha sido una influencia grande. Pero ya te digo que no soy muy bueno respondiendo a esto.
Lo entiendo, también es verdad que siempre habéis sido una banda que ha influido mucho a otras posteriores, más que haberos visto muy influidos por otras de forma evidente.
También creo que no utilizamos las influencias necesariamente de una forma directa. Puede ser una música, pero también una puesta de sol, o mi forma de tocar el piano y mi relación con él. O el estado de salud de mi madre.
¿Habéis sentido alguna vez la presión de volver a ser esa banda cool que publicó "Strawberry Jam" (Domino, 2007) y "Merriweather Post Pavillion" (Domino, 2009), que son vuestros discos más aclamados?
Sería absurdo decir que lo hemos evitado, por supuesto. Cualquier creador es consciente de que algunos de sus trabajos tienen más repercusión que otros. Es inevitable. Pero creo que todas las decisiones y presiones para hacer las cosas de un modo distinto, siempre son internas. No del entorno. Y lo hacemos por nosotros mismos. "Centipede Hz" (Domino, 2012) fue una reacción contra "Merriweather Post Pavillion" (Domino, 2009) por nuestra parte. No queríamos hacer lo que la gente esperaba de nosotros, y para mucha gente eso fue un error. Pero queríamos ponernos a prueba, no volver a hacer lo mismo. Y cada disco fue una reacción al anterior, la verdad. La energía de "Strawberry Jam" (Domino, 2007), por ejemplo… recuerdo que yo me resistí bastante a abordarlo de aquel modo, porque veníamos de "Feels" (FatCat, 2005), que había salido bastante bien, y al empezar con "Strawberry Jam" (2007) me sentía incómodo con mi aportación, porque me gustaban las guitarras y la interacción con la guitarra de Dave (Avey Tare), es como me gusta hacer música, y recuerdo que entonces Dave empezó a empujarnos en una dirección distinta, Noah (Panda Bear) empezó a meter más samplers, porque venía de publicar su "Person Pitch" (Paw Tracks, 2007). No es que yo quisiera volver a hacer un disco igual que "Feels" (FatCat, 2005), pero tampoco sentía la necesidad de darle la vuelta a todo. Y ese deseo de hacer siempre algo que fuera más allá que el disco anterior siempre ha estado ahí. Todo aquello era muy electrónico, con muchos secuenciadores, en forma de collage, y lo que hacemos hoy en día es mucho más natural, más relacionado con instrumentos reales, acústicos. Nos aburriríamos si siempre hiciéramos lo mismo. Eso de seguir el dragón de la popularidad no es sano. Siempre hemos huido de eso. Como grupo y también por nuestra cuenta, en nuestros proyectos personales. Conozco muchas bandas de las que no diré nombres, porque además las respeto, que tienen canciones que se sienten obligadas a tocar en directo siempre, solo porque en su momento tuvieron éxito. Nosotros en 2011 ya dejamos de tocar “My Girls” y “Brother Sport”. Si hubiéramos cedido a la tentación de seguir anclados a esas canciones, no hubiéramos durado ni dos años más como banda. No podemos ser ese tipo de grupo. No funcionaría.
Por último, quería preguntarte si con la perspectiva del tiempo, vuestra carrera ha sido como imaginabais al principio. Si os veíais viviendo de esto, hace 25 años.
Es extraño responder a eso, porque cuando recuerdo la música que hacíamos en el instituto, no pensábamos en términos de éxito, pero sí pensábamos que hacíamos algo especial. No imaginábamos otro tipo de vida. Sí que pensábamos, como amigos y músicos que éramos desde el instituto, que seguiríamos haciendo música durante el resto de nuestra vida, ya fuera juntos o por separado, independientemente del éxito que pudiéramos tener. Lo seguimos pensando ahora, vaya. La repercusión, los seguidores, todo eso no es más que la guinda del pastel.
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