Andrea Motis siempre ha avanzado con las ideas claras. Así lo prueban desde su etapa en la escuela de jazz de Sant Andreu hasta publicar en sellos como Impulse! y Verve, ser la protagonista del íntimo documental “La trompeta silenciosa”, el pirotécnico episodio con la WDR Big Band en “Color & Shadows” o este reciente “Loopholes”, un disco en el que explora nuevos terrenos.
Producido de forma excelsa por Steph Kondert y Christoph Mallinger, “Loopholes” es un canto a la libertad creativa en el que tienen cabida desde el hip hop hasta la electrónica o la cumbia. Acompañada por esos dos músicos excepcionales que son Big Yuki (teclados) y Gregory Hutchinson (batería), Andrea Motis sigue agrandando su leyenda con una obra valiente, rompedora y muy consecuente consigo misma.
Antes de que estrene el disco de forma oficial en Barcelona (5 mayo, Guitar BCN) y en Madrid (8 mayo, Auditorio Nacional de Música), quedamos con ella para charlar sobre su momento actual.
Para empezar, te quería felicitar por el disco. Me ha encantado.
Muchas gracias. Estoy muy contenta con él.
Ramon Tort, el director del documental “La trompeta silenciosa” ya me anticipó que estabas preparando algo potente y distinto.
¡Qué ilusión!
De hecho, sacaste antes “Colors & Shadows” y ya vi que no se trataba de este disco.
Hicimos algún programa como Efecte Collins en La 2, y él ya lo vio. Seguramente también fue por estar por ahí algún día mientras trabajábamos en el disco. Nos ha hecho videoclips, aunque de este disco todavía no tenemos. Hay que ver qué hacemos, pero siempre estamos en contacto.
"Para este disco valoramos diferentes escenarios y he visto las ventajas que tiene autoproducirte. Desde la sesión de fotos, el vestuario, estar a cargo de todo esto te permite tener una coherencia"
La primera vez que lo vi en In-Edit no acabé de entrar, pero en un reciente visionado lo disfruté mucho. Entendí mejor el mensaje y la intención. Da una visión muy íntima y sosegada de ti. A veces hay que darle una segunda oportunidad a las cosas. ¿Qué sensaciones tuviste tú?
Subjetivamente es muy difícil juzgarse a una misma. Yo encuentro que hay otras realidades en mí día a día. Me veo de una forma más activa, más dinámica. Ramón tiene una visión más pasiva/reflexiva, y le doy este aire. Había momentos de no hacer nada, en el bus, en el tren, también de viajes. Y momentos así antes de los conciertos. Es una visión particular desde sus propios ojos. He visto material que no salió en el documental y que le podía haber dado otra perspectiva, todo ha ido cambiando. Lo encuentro muy interesante.
A mí me encanta el momento cuando estás en medio de Times Square en Nueva York y, en el fondo, no entiendes la fascinación que siente la gente al llegar al que muchos consideran el centro del mundo.
Me da un poco de vergüenza. Mucha gente me dijo que eso no saliera.
Pues yo creo que queda muy natural, porque esas son tus sensaciones. No todos le damos la misma importancia a las cosas.
Así es. Aunque me da un poco de pudor.
Es normal, cuando uno habla sobre sí mismo.
Pues sí. Con todas las entrevistas que hecho durante tantos años, lo vas venciendo poco a poco.
En cuanto al nuevo disco, aunque profundizaremos más, ¿por qué este cambio? Los músicos siempre os movéis por inquietudes. Imagino que esa es una de las claves. Siempre quieres experimentar. ¿Qué rondó por tu cabeza antes de grabar? ¿El resultado final es como lo imaginabas?
Ese es el quid de la cuestión. A mí siempre me ha gustado que los discos tengan un concepto, sobre todo desde que empecé a hacer mis propias producciones. Con Joan Chamorro era distinto. Me gusta tratar los discos como excursiones a diferentes lugares. Por ejemplo, “Emotional Dance” lo tomé como una presentación internacional. Quería ser fiel a lo que yo hacía en ese momento. Pero no quise hacer un trabajo que se fijara únicamente en un autor, en un estilo. Era un compendio más completo, con originales míos, con canciones brasileras. Era una versión más neutra.
Siempre te han atraído muchos los sonidos brasileños.
Sí, de siempre. Y he puesto el foco en la composición, porque es muy importante para mí. Tenía varios proyectos en la cabeza que no pude desarrollar por la pandemia, y justamente nos lanzamos a este que aún no estaba maduro. Me preguntas si ha colmado mis expectativas y te puedo decir que sí. Nos pusimos un plazo y dijimos “Lo hacemos”. Aunque me preguntaba sobre qué saldría de aquí. Lo que sí tenía claro es que quería trabajar con los dos productores que han trabajado en el disco. Steph Kondert tenía mucha experiencia en el terreno del hip-hop. Tenía un feedback de admiración mutua. Me ha invitado a proyectos suyos, es una persona muy amable y cariñosa. Sabía que me sentiría cómoda.
Cuando empiezas un proyecto así, necesitas sentirte segura, con mucho apoyo.
Exacto. Durante años me he sentido muy protegida, por entorno y familia, y esta vez iba a ser otra cosa. Tenía que vencer el miedo. Por eso es tan importante que ellos estén ahí. Por ejemplo, Christoph [Mallinger] es mi pareja. También toca violín y guitarra, y está a medio camino del jazz y cosas más experimentales y modernas. Otro factor importante era elegir a las personas que iban a participar en esto, y en mi opinión le han dado un color único. Gregory Hutchinson tiene mucha personalidad tocando la batería y Big Yuki lo mismo a los teclados. Si fuesen otros músicos, nunca hubiese sonado así. Ellos crean la diferencia.
Ahora que haces mención a los teclados, es una de las cosas que más me han llamado la atención. Están muy presentes y, como bien decías, con mucha personalidad. Por ejemplo, en “Jungla” tiene mucha personalidad. En el jazz a veces el piano es muy estándar, y aquí no. Como cuando oyes a Robert Glasper, que sé que es una referencia para ti.
Tiene un oído y unas ideas brutales. Hace un solo muy experimental en “Jungla” a lo Robert Glasper, pero después se adapta a otras cosas. Hay sonidos en el disco que están como escondidos que no se perciben a la primera.
"Crear escena es muy enriquecedor, en Barcelona tenemos una muy interesante"
Son capas que van saliendo.
Exacto. A veces hacía cosas que decía “pero si no se oye”. Y luego decía, “guau, perdona, ¿pero qué es esto?”. Él nos dijo que su trabajo en la música es encontrar frases para acompañar sin las cuales luego no podrías entender la canción. Para mí eso fue genial, pensé que estaría muy bien acompañada. Yo a él no lo conocía de nada y mira lo qué ha hecho en el disco.
Le da un punto de riesgo muy interesante. Respecto a otros discos tuyos anteriores, es un0 de los aspectos que más me llamó la atención. Eso y la parte electrónica.
Ahora tenemos que ver como adaptamos todo eso al directo. A ver, todavía no hemos empezado a trabajar en ello, pero creo que, como siempre, finalmente serán muy distintos a los discos. Lógicamente, habrá cosas que no estarán pero quedarán suplidas por la improvisación. Conforme vayamos avanzando el repertorio irá cambiando. El disco ya es así como está, y estoy feliz, así me preocuparé del directo cuando toque.
Esa es una de las ventajas del jazz con respecto a géneros como el pop y el rock más atados a una estructura, la capacidad para ser tan cambiante. El formato os permite esa libertad. Yo como oyente y espectador lo agradezco.
Los músicos de jazz somos camaleónicos, mutamos mucho.
Otra cosa que me encanta de la escena jazz de ahora, es que es muy colaborativa e integradora. Por ejemplo, todo lo que aflora ahora mismo en Londres con Shabaka Hutchings o Nubya Garcia. También pasa en California con Kamasi Washington y toda su troupe.
Crear escena es muy enriquecedor, en Barcelona tenemos una muy interesante.
Y tanto que sí, el colectivo The Changes, el sello Underpool.
Eso mismo, es que no son solo los músicos, también las salas, los sellos... Es una generación nueva. Me han preguntado varias veces, ¿en qué ha cambiado la escena en los últimos diez años? Y sí, ya había público, músicos, pero ahora es otra cosa, pues hay diferentes disciplinas dentro del jazz. Desde tríos de jazz clásico más conservadores, como de otra época, ya sea bop, swing o de nueva generación, con mucha fusión.
Lo que ha cambiado es que creo que ahora hay una frescura que antes no existía. La gente estiraba el chicle revisitando catálogos de los cincuenta y los sesenta.
Hay una generación intermedia, a la que pertenecen Marco Mezquida, Marc Miralta o Giulia Vallé que ya no se dedicaban tanto al estándar, también tiraban de originales propios o propuestas diferentes. Y nosotros también tenemos ese background. Y a partir de la Sant Andreu también ha quedado más reflejado que estamos ahí.
Yo creo que ese aprendizaje tiene que estar.
Cierto, pues hay gente que no lo tiene. Yo valoro positivamente que podamos tener un repertorio en común. Es lo bueno de hacer versiones. Es lo que me hace ver la diferencia entre unos artistas y otros. Si tocas el mismo tema lo puedes ver, pero si todo es diferente, no puedes establecer esa comparación. Es como tener una misma conversación con diferentes personas.
Una de las riquezas que tiene el jazz como género es que tiene este repertorio abierto a todo el mundo y es adaptable a cualquiera que se acerque a él. Por ejemplo, versiones del “Body And Soul” hay tres millones y no todas son iguales.
Te permite tener referencias diferentes, y eso es maravilloso.
Y crear comunidad, como pasó con la Sant Andreu.
Así es, puedes conectar con gente de fuera y dar visibilidad a nuestro talento. La mayoría hemos bebido de fuentes tradicionales, al final todos somos un colectivo, como en la Sant Andreu. A mí me ayudó a integrarme.
Además, supongo que debe ser muy gratificante, sentir y aprender de unos y otros.
A mí me pasó con los músicos que no conocía antes de grabar “Loopholes”. Claro que todos tienen su ego, pero lo dejaron aparte, no había nada de postureo. Ni yo soy tal ni vengo de tal sitio. Era un ejemplo de honestidad, nadie iba de sobrado, íbamos comentando y decidiendo sobre la marcha. Construimos algo guay y para mí fue en plan: “Mira, puedo liderar esto y me siento segura con este equipo”. Me dieron autoridad y eso es fantástico.
Y lo que decías, la gestión de los egos, es muy importante controlar eso.
Sinceramente, creo que el hecho de que yo no sea nadie, también fue importante.
Nadie, nadie, diría que tampoco [risas]...
Buenos, sí [risas]. Quizás para Gregory o Big Yuki no lo sea. Aunque sí, soy cantante, tengo una posición, vale. Pero claro, contando con ellos, puede que se esperasen cualquier cosa, y no fue así. No iban a hacer un proyecto con Robert Glasper, que ahora es la referencia. Venían a Barcelona, con buen clima, buena comida, pero no conocen a ningún músico de aquí. Solo a Ignasi Terrasa porque han colaborado, pero poco más. Ya me entiendes, ¿no?
Sí, claro, perfectamente. También hay mucha distancia y la escena allí es muy grande. Lo nuestro a su lado es un pequeño reducto.
A ver, no lo desprecio, ni a mí ni a la escena, faltaría más. Big Yuki viene de la selva, de luchar en Nueva York y hacerse un hueco. Ellos, en el fondo, venían aquí sin presión, sin necesidad de demostrar nada. Se les pagaba, comieron de puta madre, y también tuvieron un tiempo de descanso.
Creasteis un clima muy chulo.
Aquí en Europa se vive bien y disfrutaron de Barcelona. Hubo buena onda, nos ayudamos y ellos pusieron lo mejor de ellos mismos. Yo así lo sentí, por eso para mí es una experiencia musical y vital muy gratificante. Yo flipaba, y sinceramente, también sacaron lo mejor de mí.
Por cierto, me ha gustado mucho la canción “El pescador”. Cantas tú y parece que lo haga otra persona, me ha encanta ese tono de voz. No sé si en un futuro te gustaría introducirte más en el terreno de la cumbia.
Nosotros casi cada año en Chile, con Christoph, damos clase a alumnos. Y unos de los profesores les enseñó “El pescador”. Yo me quedé con ella, me gustó mucho. Conecté porque tenía mucha fuerza. Yo conocía la cumbia de pachangueo y al escucharlo por primera vez con instrumentos reales, pensé que sería muy interesante. Y entonces, les propuse incorporarla al disco.
También creo que está muy bien colocada en el disco, justo al principio después de la obertura.
Ah, ¿sí? Esa era la idea. ¡Qué bien!
También te quería preguntar por esa etapa en que grabaste para Impulse! y Verve. Para mí fue histórico que un artista de aquí publicase con esos sellos. Ahora vuelves un poco a la raíz con el Taller de Músics y gestionando tú tus discos. ¿Lo viviste un poco como un sueño tener discos con esos logos con tanta historia?
Para este disco valoramos diferentes escenarios y he visto las ventajas que tiene autoproducirte. Desde la sesión de fotos, el vestuario, estar a cargo de todo esto te permite tener una coherencia. Cuando dependes de otros, no es lo mismo. Por ejemplo, este disco está hecho con cartón reciclado y eso es algo que decidimos nosotros. Es un detalle, pero para mí es importante. Me siento mejor así, es un producto de aquí. En cuanto a la pregunta, pues sí, fue como cumplir un sueño. Fue un honor que contasen conmigo y me hicieran la propuesta.
Eso quedará ya para siempre. En cierta manera, era una ventana al mundo. ¿Qué me puedes contar de “Color & Shadows”? Me fascina el sonido que tiene el disco, es avasallador.
Fue una propuesta de la WDR Big Band, ellos trabajan regularmente con artistas americanos y de todo el mundo. Es algo que me ofrecieron antes de la pandemia, después lo tuve que aplazar por mi embarazo y vaya, al final lo pudimos hacer y me dejaron elegir el repertorio. Trabajé muy cómoda. Los arreglos de Mike Mossman son extraordinarios. Sabiendo que estaba él, también pude elegir cosas latinas pues se que las controla. Fue una experiencia brutal.
Por cierto, el lanzamiento de tu disco coincide con otros dos muy especiales. El primero, el de Cecile McLorin Salvant. Sé que la tienes en un pedestal. A mí el disco me ha dejado un poco descolocado, aunque me ha gustado mucho la versión de Kate Bush.
Ya, entiendo lo que dices. Ella juega mucho con el misterio, y no es fácil, como oyente te exige. Tiene un rango de posibilidades muy amplio. Viendo el título del disco, “Ghost Song”, ya imaginé que no sería sencillo. Seguramente, sea un disco más oscuro. ¡Me han entrado ganas de escucharlo!
¿Y qué me dices de Rosalía? Publicáis justo el mismo día. ¿Lo tenías previsto?
No era consciente, nadie lo sabía. Ni mi manager ni el que lleva la prensa internacional. En el Taller lo supieron a última hora, pero ya no daba tiempo de cambiar el planning.
¿Has escuchado el disco?
Sí. Me ha gustado. A mí, en general, Rosalía me gusta mucho.
A mí lo que me fascina de ella es lo claro que tiene el camino.
Siempre lo ha tenido. Y además, hace lo que le gusta. Es lo que transmite. Ella valora las cosas artísticas por lo que son. Fuimos compañeras en la ESMUC y por eso me alegra todo lo que hace.
Quizás en un futuro, podríais hacer algo juntas.
A mí me gustaría, por qué no. Si me invitase me encantaría, aunque ahora no tengamos contacto y nuestros mundos sean aparentemente tan distintos.
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