El décimo disco de la banda de Austin, “X: The Godless Void And Other Stories” (Superball/InsideOut Music/20), retoma la atrevida propuesta del grupo, cuya conciliación de la energía punk con laberintos progresivos les convirtió en únicos durante los primeros dos mil. Tras tres intentos truncados por ruidos marcianos de la línea telefónica, WhatsApp llega al rescate en mi conversación con un afable Jason Reece (batería, guitarra, voz). Las ventajas del mundo moderno.
Volvéis a la palestra discográfica casi seis años después. ¿Necesitabais un parón?
Lo que pasó es que Conrad estuvo unos años viviendo en Camboya y yo he seguido viviendo en Austin. Fue una de esas situaciones en las que, imagino, estábamos, si no descansando, sí con la necesidad de no hacer música juntos. Él quería hacer música en solitario, no sé (se refiere al disco de 2016 “Original Machines”) (NdR). Las cosas cambian, ya sabes. Habíamos despedido a nuestro manager… Hubo bastante caos hasta que pudimos empezar de nuevo. Ahora Conrad se ha mudado otra vez a Austin y la inspiración ha vuelto.
"No tenemos un estilo definido de componer, y nuestras influencias son una locura".
¿Pero durante todo ese tiempo tú y Conrad seguíais en contacto, no?
¡Sí! No cabe duda de que queríamos volver a trabajar juntos en la música en algún punto. Lo que pasa es que necesitábamos dar un paso atrás y repensar qué es lo que íbamos a hacer, musical y creativamente, para el siguiente capítulo de la banda. Averiguar cómo podíamos seguir de una forma creativa, que no fuera aburrida. Que hiciéramos esto por amor a la música, sacando un muy buen disco.
Como siempre, el álbum es todo un viaje, pero los contrastes son aún más fuertes de lo habitual. Es como más extremo en la variedad de canciones o las dinámicas. Incluso hay algún momento experimental. Entiendo que esto es totalmente intencionado.
Queríamos ser creativos y desarrollar un disco que fuera más diverso en cuanto al sonido. No lo planteamos como “Madonna” –que acaba de cumplir veinte años, hemos estado de gira con él– o “Source Tags & Codes” (02). Para nosotros siguen siendo discos relevantes, pero estaban más influidos por el punk y eran más crudos y ruidosos. Me parece que este tiene muchas más capas y texturas. Supongo que cuando haces música no quieres permanecer en el mismo sitio. Nunca hemos querido ser como Ramones. No me malinterpretes: me encantan, son increíbles, uno de mis grupos favoritos, pero no somos ese tipo de banda. Somos más bien de las que quieren innovar. Mis artistas favoritos son Peter Gabriel, Kate Bush o Fugazi. Gente que trata de experimentar haciendo cosas distintas con guitarras y sonidos.
Es cierto que es un disco muy rico en cuanto a los arreglos y las texturas, como has dicho. Pero al mismo tiempo, tiene momentos muy rockeros. ¿Fue un reto conciliar estas dos almas?
Fue un gran reto porque estábamos como volviendo a empezar y no teníamos una foto panorámica o una idea general de lo que queríamos. Tuvimos que encontrar la inspiración. Una vez empezamos a cavar más hondo, redescubriendo grupos más viejos. Llegamos a un punto en que nos preguntamos: ¿Qué es lo que queremos transmitir? ¿Qué queremos sacar al mundo? Y pareció que esto nos llevaba a sonidos más oscuros de los ochenta. No necesariamente música gótica, sino cosas como Talk Talk, Peter Gabriel, algunos discos de Killing Joke o The Damned, The Stranglers…
¿The Cure, quizá?
Totalmente. Y luego pasamos a cosas más nuevas como Hans Zimmer (risas) y las bandas sonoras.
Es una paleta musical amplísima. Tengo que confesar que vuestro single me noqueó. Me parece una de las mejores canciones que habéis hecho. Y luego, el vídeo, que es una locura, con las ilustraciones de Conrad.
El vídeo es como la reflexión de todo lo que vivió Conrad. Al menos es de lo que hablamos. Parte del vídeo tiene lugar en Austin, Texas, y parte en Camboya. Es una especie de reflexión personal sobre irte durante cinco años del sitio al que llamas “hogar”, donde todo ha cambiado en muchos aspectos. Porque Austin es una ciudad en crecimiento. No ha permanecido igual desde que vivo en ella hace veinticinco años. Se ha convertido en una gran ciudad. Hay cosas que nos siguen gustando, pero el vídeo celebra el cambio, estar en dos sitios, viajar.
El título del álbum suena bastante oscuro (“El vacío sin Dios”). ¿Me puedes contar algo al respecto?
(Risas). ¡Claro! Lo que sucedió es que me inspiró el título de un reportaje sobre los amigos de Dylann Roof, un joven tirador asesino que mató a un montón de gente en una iglesia (de Charleston, en 2015). El título del artículo era “The American Void”, no recuerdo el nombre de la revista donde se publicó. Puede que fuera The Atlantic o algo así, no sé. Era un reportaje muy profundo sobre la cultura americana y los chavales. La gente joven, los videojuegos, 4chan, la basura que comen, el consumismo… Parece que no hay una cultura saludable para esta gente joven, y acaban metiéndose en grupos de odio, supremacistas blancos, como quieras llamar a esa derecha alternativa. Así que existe esa tendencia a que personas como Dylann Roof cometan un crimen tan horrendo. Eso fue el punto de partida. Le sugerí a Conrad que el título fuera “The American Void”, porque refleja el momento que vivimos en Estados Unidos, pero nos dimos cuenta de que aunque el disco tocaba un poco el tema de la sociedad, al final es más existencial y abstracto. “The Godless Void” fue la evolución de esta idea. Y es también el título de una canción.
"No cabe duda de que por el grupo han pasado muchos miembros (risas), pero ha sido así por muchas razones".
Es curioso, porque partes de un suceso real y horrendo, pero siempre habéis tenido un elemento mítico y fantástico. No sólo por la música, sino por las ilustraciones de Conrad. ¿La idea es meterle al oyente en un mundo aparte, hacer algo atemporal?
Somos un grupo peculiar porque las canciones tienen elementos personales. En las letras hay elementos metafísicos, fantasía, dragones y mazmorras (risas), porque siempre nos han inspirado los libros y cosas así. A veces hay elementos de ciencia ficción. Y creo que todo esto es lo que nos hace ser una banda tan rara. No tenemos un estilo definido de componer, y nuestras influencias son una locura.
Después de nueve discos y más de veinte años de actividad, ¿cuánto cuesta hacer algo original o al menos no repetirte?
Siempre es un reto. Nos esforzamos constantemente por sacar cosas que sean un poco más interesantes. Y tengo la impresión de que siempre estamos tratando de hacer la música que querríamos oír en la radio o el Top 40. En mi Top siempre han estado Led Zeppelin, Kate Bush, Fugazi, Peter Gabriel… en realidad no sería pop, pero en el fondo sí lo es. Mi música pop es más loca y experimental. Creo que intentamos hacer nuestra propia versión del pop.
¿Cómo ha evolucionado tu relación creativa con Conrad en todos estos años? Como grupo seguís teniendo una personalidad muy marcada, pese a haber tenido tantísimos cambios de formación.
Bueno, para mí (larga pausa)…es casi como que nosotros dos montamos el grupo y luego otra gente se ha ido uniendo. Y pasa que a veces, cuando te unes a un proyecto, tus expectativas no son las mismas, y es un reto seguir dentro. No cabe duda de que por el grupo han pasado muchos miembros (risas), pero ha sido así por muchas razones. Estar en un grupo no es para todo el mundo, hay personas que quieren hacer otras cosas con sus vidas. Al final es gente que no está centrada totalmente en algo, y supongo que tiene que ser complicado seguir en algo de esa manera.
Mencionabas antes “Madonna”, por el veinte aniversario de un disco con el que muchos os conocimos. ¿Qué recuerdos tienes?
Fue una locura de experiencia. Fuimos a una granja perdida en el centro de California, donde Tom Waits grabó un par de discos. Estábamos aislados pero era un sitio precioso, una zona vinícola con un montón de viñas. Cada día teníamos tiempo para llevarnos al estudio un par de botellas de buen vino. Pero al final, estábamos allí para hacer un disco con Interscope y teníamos muy claro que había que hacer algo estupendo. Nos metimos mucha caña, había que trabajar mucho: nos levantábamos pronto para ir a correr y cosas así (risas), y luego currábamos hasta tarde. No había nada que hacer por allí, San Francisco estaba a una hora y media, y nos beneficiamos de no tener distracciones.
Si no me equivoco, habéis cambiado de sello. ¿Cómo os va?
En Estados Unidos estamos con un nuevo sello, Dine Alone Records, y parece que la cosa va bien. Nos apoyan mucho. En Europa llevamos un tiempo con Superball/InsideOut, y también siempre nos han apoyado mucho. Mola estar en sellos independientes. No tienen presupuestos masivos como las grandes, pero no sé quién tiene presupuestos masivos a estas alturas, a no ser que seas Taylor Swift.
De hecho, empezasteis en una era en que aún se vendía muchísimo, y estuvisteis pronto en un sello importante (Interscope). ¿Cómo os afectado todo el cambio al negocio digital?
(Gran suspiro) No te miento al decirte que no ganamos nada de dinero con Spotify (risas). No ganamos un centavo del streaming. Es muy deprimente. Lo que sí hemos conseguido es ganar más con el vinilo en las giras. Y reinvertimos lo que ganamos en más vinilo, porque este formato parece que se ha revitalizado. No es algo masivo, pero el hecho de que haya más gente que compre vinilo mola, y además con el vinilo tienes el arte en tus manos, es algo con personalidad. Porque es horrible cómo consumimos hoy música, yo incluido: ahora tengo mi plato y mis discos, pero hubo un tiempo en que sólo oía música streaming y así nunca tienes el arte. Tienes la música, que está guay, pero no una conexión personal fuerte con el arte. Ahora estamos haciendo vídeos que acompañan a las canciones, y nos estamos centrando más en Youtube que en Spotify.
Os he visto varias veces en festivales y salas (¡incluso una vez en París!), y siempre han sido bolos de una intensidad tremenda. Pero (por desgracia) me acuerdo especialmente de la última vez en Madrid. El ambiente era muy triste porque no había casi nadie, y eso que era la primera vez que veníais. ¿Qué pasó?
Creo que me acuerdo. ¿No fue que coincidía con otro festival? Sí, fuimos a Madrid en un mal momento (risas). Me encanta Madrid, comer y dar vueltas por allí, pero aquello salió mal. Fue bastante deprimente, aunque lo compensamos bebiendo buen vino, comiendo tapas y visitando la ciudad. En Barcelona la recepción fue mejor, pero nos encantaría tocar más en España. ¿Cómo se llama ese festival, el grande junto al mar?
¿Primavera Sound?
Ése. Nunca hemos tocado en el Primavera. Tocamos en la versión portuguesa (Oporto), pero molaría si pudiéramos tocar en Barcelona.
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