Se trata de un disco que emite su clásica sonoridad de hip hop con fuerte impronta de raíz, marcado por la muerte de algunos seres queridos (entre ellos su hermana, de ahí la dicotomía con su título), de nuevo producido por el fiel Andrés Celis. Es también el primero que publica desde que vive en Barcelona, donde reside desde hace dos años. Hablamos de todo ello por zoom. Diviso, por cierto, un tatuaje en su antebrazo en el que pone “1977”: su año de nacimiento y su canción más popular, desde hace más de trece años. Todo un símbolo.
Han pasado nueve años desde tu anterior álbum con canciones propias. ¿Qué te ha llevado a tardar tanto tiempo?
Me demoré nueve años porque no paré de girar, no paré de trabajar, y también de criar: tengo dos hijos. Conjugar el trabajo con mi vida personal. No me dio el tiempo de componer, sentarme y procesar también lo que significa no haber parado durante tanto tiempo, creo.
Estaba leyendo hace un rato una entrevista que diste para El País hace unos meses en la que confesabas haber sentido terror mientras trabajabas en anteriores discos. ¿Te ha pasado también con este? ¿Sentiste cierto bloqueo o fue todo fluido?
Buena pregunta. Creo que hay un vértigo natural ante cualquier disco que uno haga. Me atrevería a decir que ningún artista está totalmente seguro de la obra que haga. Siempre hay un margen de inseguridad que es parte de la gracia de todo esto, creo. Tener ese mareo, esa pimienta, no tener la total seguridad de atreverse, a menos que uno sea publicista y vaya a una fórmula ganadora. Si una quiere romper ese cerco, siempre hay un margen de incertidumbre. Es parte del crear. Si yo fuera publicista, sería distinto. Pero no es el caso. Con este disco hubo ese mareo natural, este peso de los nueve años, y también el peso de las expectativas personales. Yo creo que hay una mezcla, pero lo más bonito es cuando una empieza a despojarse de ese miedo o a desnudarse, y asumir que cualquier cosa que uno haga puede tener una buena o mala recepción. Me ha pasado con todos mis discos.
"El disco para mí es muy bailable, muy alegre. Me da ganas de bailar, no sé por qué"
Una de las canciones, “Tania”, habla sobre tu hermana, fallecida hace cuatro años a causa de un cáncer. Y el disco se llama Vida. Supongo que ambas cosas están profundamente relacionadas.
Mi hermana Tania falleció el 6 de octubre de 2019. Y la vida lleva a la muerte. Es la gran contradicción que vivimos todos los seres humanos, que nos cuesta tanto despedirnos porque todo esto lleva al tema de la ausencia. La ausencia del otro. Y el aprender a soltarse de un montón de paradigmas que son personales e íntimos. Cada persona vive el duelo de una forma muy única. Y cada duelo es distinto. No existe muerte justa. Aunque no sé si es bien dicho esto, porque hay gente que tiene enfermedades muy duras y ya no quiere vivir… hay un montón de entramados personales que son muy íntimos. Falleció Tania, falleció luego mi otro medio hermano, falleció mi bajista, después falleció una amiga de cáncer y falleció otro amigo hace un mes. Tenía como mucha reafirmación de ponerle Vida como una respuesta a la muerte también. Es chistoso, porque yo le quería poner Duelo al disco, pero mi madre me dijo: “¡No! ¡Ponle Vida!”. Y me pareció bonito. Y lo que conlleva la vida, que está llena de luminosidad. Pero todavía lo estoy procesando, porque el pensamiento y el sentir no son estáticos. Se mueven de forma permanente.
Publicaste un libro, "Sacar la voz" (2023), en el que escribías sobre vivencias propias. ¿Influyó en el disco, por aquello que siempre se dice de que cuando uno sobrepasa la mediana edad siente la necesidad de reflexionar y mirar más allá?
Sí, es como la belleza del envejecer, que también parece que es como muy prohibido en nuestra sociedad actual. Hay una imposición de la juventud, que la juventud es muy linda, porque hay una vitalidad, pero el cumplir años tiene también una belleza que a mí me encanta, que tiene que ver con la contemplación, tomarse las cosas con más calma… así lo siento yo físicamente y también en muchas cosas a las que ya no les tomo tanto peso, otras sí me angustian más, y seguro que en el disco también se refleja eso. No sé si el libro y el disco se parecen, para mí son bastante distintos. El disco para mí es muy bailable, muy alegre. Me da ganas de bailar, no sé por qué.
De nuevo está Andrés Celis a la producción, como en tus dos anteriores trabajos.
Conozco a Andrés desde muy niño, desde los ocho o nueve años, yo era compañera de colegio de su hermano, y he visto todo su proceso de crecimiento musical, tenemos una cofradía bastante única, que se ha ido tejiendo con el tiempo y con los años. Creo que él me traduce muy bien, y nos conocemos mucho por un tema histórico. Conoce tanto las partes más luminosas como las más oscuras de mí, las inseguras y las más seguras, y eso también ha sido parte de nuestra amistad también. Cuando falleció mi hermana, yo estaba con él. Hemos vivido muchas cosas juntos. Tenemos mucha sincronía y confianza el uno en el otro.
"Veía en las noticias que todo estaba tan patas arriba que pensaba en mi hija y en mí como niña también"
En “Bailando sola aquí y ahora” pareces cantar contra la idea del amor romántico, al que mencionas.
Es mi sentir, pero no le diría a nadie cómo tiene que vivir. Tengo muchos amigos que viven en pareja. Y pelean, se aman, tienen crisis, siguen juntos… yo hablo solamente por mí, y a mí me hace mucho sentir el estar sola. Es algo que no había experimentado, y me parece que está genial. Y también como una suerte de decisión, como que en esa construcción del amor romántico parece que uno ha de tener una pareja para complementar el caminar con alguien, y a mí me está pasando todo lo opuesto, que me parece genial. Aunque en verdad una nunca está sola, estás rodeada de gente. La familia, los amigos… esto te lo digo ahora y puede que mañana me enamore como una loca y me pase otra cosa, pero en este momento me hace mucho bien el explorar desde el volver a uno mismo. Tiene que ver con estos duelos, también. Me instaba a vivir estos duelos sola. Súper sola. Y el amor romántico que se me ha enseñado desde el colegio, en los dibujos animados, en la sociedad, todo esto de que uno debería ser feliz con alguien, a mí en este momento no me hace ningún sentido, en lo personal. Y me siento también muy inmadura como para estar con alguien, a mis 46 años. Sería de mucho daño para mí en este momento estar con alguien, porque me siento muy adolescente en algunas cosas y creo que tengo que trabajarme mucho. Una cosa que nadie quiere decir, por cierto. Veo las peleas de mis amigos y amigas y no quisiera estar en ese lugar.
Mira, eso igual conecta con “Niñx”, otra canción en la que hablas de la necesidad de volver a los críos o adolescentes que una vez fuimos.
Totalmente. Es una canción que hice para mi hija, en verdad. Veía en las noticias que todo estaba tan patas arriba que pensaba en mi hija y en mí como niña también. En el niño que portamos todos, al final. Esa cosa que uno tiene de crear, de la imaginación, de levantar juegos donde no los hay. La escribí pensando en ella, o en mi mamá, en todos los niños y niñas del mundo. Mi hija fue el motor, pero al final se amplía.
En “Óyeme” no sé si hablas de la situación social y política de tu país o del mundo en general.
Del mundo en general. Lo que sucede en tu país, cuando hablamos del tema de la violencia, son cosas que se pueden extrapolar a otros países. Lamentablemente. Es verdad que hay singularidades según los territorios, pero se extrapola. Y por mucho que yo no viva en ciertos territorios, eso no significa que no tenga empatía con ellos.
Hace unas semanas que Billboard, en su celebración del cincuenta aniversario del hip hop como género musical, te ha nombrado la tercera mejor rapera en español de la historia, solo superada en la lista por Residente y Vico C. La primera mujer. ¿Cómo valoras esta clase de reconocimientos?
Los abrazo, desde luego. Es un honor, encuentro bonito recibir el cariño siempre, sería mentira decir que no. Es verdad que esta cosa de los mejores, los peores, los números uno, los números tres, esta cosa de la piramidalidad siempre me hace algo de ruido, porque yo no lo hago: no puedo decir quién es mi cantante favorito, me suena a cuando éramos pequeños y te preguntaban a quién preferías, a tu padre o a tu madre. No hay competencia ahí. Pero sí los recibo con agrado. Me resultó muy curioso que muchas amigas del mundo del rap me escribieron con mucho cariño, pero al mismo tiempo veía la pelea entre los hombres que aparecían en la lista y me parecía genial, porque siempre se ha hecho una postal de las mujeres como de pelea de gatas, que nos odiamos y tal, y la única pelea que veía era la de los hombres. Fue un tremendo honor, aunque falten muchos nombres, pero entiendo que esto va a rotar, tienen que llegar muchas nuevas generaciones y va a ser muy bonito.
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