“Cuando estás metido en un hoyo, no ves tus victorias”
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“Cuando estás metido en un hoyo, no ves tus victorias”

Carlos Pérez de Ziriza — 29-11-2023
Fotografía — Archivo

El pop sintético, el folklore y los patrones rítmicos latinos se dan cita en "De las cenizas" (Vanana Records, 2023), el sexto álbum en la carrera de Joni Antequera (Ciudad Real, 1984) al frente de su proyecto Amatria.

Siloé, Paula Serrano y BOYE figuran entre sus colaboradores, y Pau Parades en la coproducción de algunas de sus canciones, registradas en los madrileños estudios Fluxus. Lo presentará el 22 de diciembre en Baeza (Winter Music Festival) y el 23 de febrero en Madrid (Teatro Barceló), antes de una temporada de festivales que seguramente lo acoja con calidez en su agenda para 2024. Joni me atiende a través de la pantalla del PC desde su casa en Toledo.

Comentas en tus redes sociales que “a veces la vida quema”, y que este disco surge después de “tres años y algunas heridas”.
La gente lo llama crisis de los cuarenta, aunque a mí me ha venido un poco antes. Una crisis de madurez, mezclada con el encierro de la pandemia, la paternidad… ha sido una mezcla de todo. Han sido unos años duros.

Bueno, la música te sirve como terapia, en cierto modo. Te ahorras el psicólogo.
Siempre lo he visto así. Las canciones son como un bálsamo para las heridas. No te las curan, pero te calman un poco el dolor. Cuando estás mal, si escribes y compones, al final te sientes mejor. Para mí, es la principal razón por la que hago canciones. De forma instintiva. Luego ya viene el venderlas, porque tienes que vivir de esto, y esa es otra parte.

"De una forma inconsciente me cierro a lo que hay fuera. Pero esta vez quería abrirme y dejar que entrara gente"

Venderlas y disfrutarlas con la gente que te sigue: he visto un video en el que apareces sirviendo cervezas en la barra del FIB 2010 junto a otro del mismo festival en su última edición, en el que bailas con el público que asiste a tu actuación. De camarero a integrante de su cartel.
Claro, por eso hay que ser positivo con las cosas que nos pasan. Cuando te sientes como si estuvieras en un hoyo, pierdes la perspectiva. Y ese video la muestra. Estaba ahí, y ahora estoy aquí. He conseguido muchas cosas. Tengo un sello, va bien todo. Pero cuando estás metido en la oscuridad, no ves las victorias. O ves las victorias que no has llegado a conseguir. Supongo que es algo que la pasa a todo el mundo, pero yo tengo la suerte de poder hacerlo canción.

Tenemos siempre ese punto de insatisfacción permanente, ¿no?
Sí, y nos suele pasar no solo a los músicos, yo creo que le ocurre a toda la gente creativa. O a todos. Nos fijamos en la gente a la que le va mejor, pero tampoco nos fijamos en lo mal que le ha ido a esa gente en otros aspectos de la vida. Hay que ver la foto completa. Yo diría que desde enero de este año, me estoy curando. Ha sido un proceso largo, que ha sido justo cuando terminé de grabar todo el disco, entre enero y junio. Y ahora estoy en un momento muy dulce.

En tu última entrevista para Mondosonoro, hace tres años, decías que te cuesta imaginar a alguien que no seas tú mismo interpretando tus canciones, y que esa era la razón para que apenas hubiera colaboraciones en tus discos. Aquí, sin embargo, hay tres.
Yo siempre me encierro, controlo todo, no dejo que nadie se meta en la producción… lo hago sin querer, pero de una forma inconsciente me cierro a lo que hay fuera. Pero esta vez quería abrirme y dejar que entrara gente. Y empecé a fijarme en gente que me gustara. A BOYE lo pillé por una story, de casualidad, y lo escuché y le escribí. Con Siloé y con Paula Serrano había coincidido en varios festivales y surgió de una forma natural. Todo lo que veía que podía encajar en las canciones que ya más o menos tenía, escribía sin ningún pudor y preguntaba, porque necesitaba inputs de fuera. Más ilusión y más texturas en la interpretación. Y además, fue una guerra interna, porque me costó muchísimo escribir a esa gente, porque pensaba que igual les estaba molestando. Es algo absurdo que tengo en la cabeza. Y esto se une a la producción, porque a Pau (Paredes), también le dejé entrar en la producción. Él siempre graba conmigo, mezcla y masteriza, pero este disco es el primero en el que ha habido canciones que me las ha destrozado para cambiarlas y que tengan su forma final. Por ejemplo, “De las cenizas” era una canción acústica, con guitarra española, hasta que empezamos a mirar un sampler con bombo saturado y en ese momento, que es cuando yo siempre corto, decidí que me iba del estudio, para dejarle que hiciera sus movidas, y volver luego, y a partir de ahí ya me metí. Pero yo no podría haber llegado a ese cambio si no tengo a Pau al lado.

"En festivales lo paso muy bien, pero en salas donde son tus bolos, sientes otras cosas"

¿Crees que es tu disco más ecléctico?
Creo que la estructura se repite desde Algarabía (2017), y no sé si es el más ecléctico, pero sí el eclécticamente mejor. El que más pulido está. Puede que sea igual de ecléctico que Algarabía (2017), pero está mejor hecho.

“Llámame loco” suena un poco flamenca.
El arreglo flamenco que hay lo hizo Ariel Acevedo, uno de los músicos con los que voy, y es otra de las muestras de eso que te decía antes: dejar entrar a alguien para que haga algo… aunque yo ya quería ir por ahí, porque la canción es un poco folklórica, tiene las castañuelas, que cogí de un sampler de youtube, y sabía más o menos por dónde quería que fuera, pero el arreglo surge de algo que le influenció a Ariel y yo acepté.

Empezar el disco con “Miserere”, y su tono religioso, tiene su punto de audacia.
Fue de casualidad. Estaba oyendo un podcast y pusieron un fragmento del “Miserere” de Gregorio Allegri, yo me quedé flipando, y justo cuando llegaba al estudio lo puse y estuve toda la mañana oyéndolo, en diferentes versiones. Me obsesioné con la canción y me salió algo bailable. El mérito es del compositor, Allegri, que es del siglo XVII. Mi mérito solo es que lo bailéis.

“La nube” o “Busco” tienen ritmo como de cumbia electrónica.
Siempre termino escuchando cosas de latino antiguo, me gusta. Héctor Lavoe y Willie Colón tienen una canción que se llama “El día de mi suerte” (1973), que me impresiona mucho. Suena como si estuviera todo descontrolado, pero a la vez tiene musicazos tocando de una forma muy orgánica, con mucho flow, y eso me fascina. Aunque sea paradójico, porque yo trabajo con electrónica y todo son samplers, pero al final intento también llegar a lo orgánico.

“Nana para Jon” está dedicada a tu hijo, ¿no?
Sí, al pequeño. Es una melodía que le cantaba, y me fue saliendo una letra hasta que casi tenía la canción, con una estructura que cambia. La terminé y la grabé.

Cambia algo el chip desde el momento en que eres padre, ¿no? Algún día ellos también escucharán tus discos.
Sí, eso dice mi chica, eso de que al fin y al cabo esto quedará para la posteridad. Sí, a veces lo pienso, pero tampoco me doy tanta importancia en ese sentido, lo hago porque me sale, y porque ahora, los impactos emocionales que yo vivo… cuando nació mi hija Berta hice “Un amor”, porque estaba flipando. Y “Nana para Jon” nace de ahí, porque cada noche le duermo con eso, y al final es lo que vivo. Amatria es un proyecto que parece poco personal, pero sí lo es. Lo que pasa es que la producción lo viste de forma que parezca que está hecho para las masas en algún momento, por los drops estos que hago, pero en realidad estoy poniéndome con la guitarra y contando algo que me pasa.

Al final son canciones que se podrían sostener con una guitarra acústica, ¿no?
Sí, de hecho, se sostienen. Y lo he descubierto hace poco porque estuvimos haciendo una firma de discos y un concierto acústico en Marilians, la tienda de discos de Madrid, y como no podíamos llevar electrónica, nos fuimos a un parque a tocar con un cajón y dos guitarras, y quedaron muy bien. Es otro registro que queremos probar.

¿Con qué banda lo llevarás al directo?
Como íbamos antes, en trío. Tengo en la cabeza qué fluctuaciones emocionales quiero que haya. Cómo quiero que empiece, cómo quiero que se desarrolle en un punto medio, que es el más engorroso, porque tengo canciones de muchos estilos, y puede ser difícil combinar una canción de ritmo latino a 95 bpm con una de estilo club a 128 bpm, hay que ver cómo lo hago. Pero sé cómo lo quiero estructurar. Es complicado, pero cuando sale, es muy satisfactorio. En festivales lo paso muy bien, pero en salas donde son tus bolos, sientes otras cosas.

 

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