El cuarto disco, si obviamos su álbum en directo, “Live In Bilbao”, del grupo bilbaíno certifica al mismo tiempo su irrenunciable pulsión por el rock americano, en su vertiente más eléctrica y sureña, un enclave en el que se dan cita desde Neil Young a los Allman Brothers pasando pot la Creedence Clearwater Revival, como una encomiable capacidad para, sin abandonar sus lindes, mantenerse en continuo movimiento, haciendo bueno el apellido “rebelde” de la formación.
Con “When The Day Goes Slow” señalan hacia las raíces de las que provienen esos sonidos setenteros de los que se alimenta -principalmente- la banda, acercando sus registros hacia el acento blues o, sobre todo, soul, que se espolvorea a lo largo de todo el repertorio. Un emocionante, orgánico e intenso trabajo sobre el que departimos con su principal responsable, Pablo Amann.
En ocho años de trayectoria, este disco, si contamos el grabado en directo, hace el número cinco, ¿te consideras alguien especialmente prolífico a la hora de componer?
No me fuerzo a componer, porque además el momento creativo es muy intenso para mí, me obsesiono con las canciones, me meto en la cueva con ellas…y no salgo de ella hasta estar satisfecho con el resultado. Por eso cuando termino un grupo de temas, suelo estar agotado y prefiero coger distancia. Abro las ventanas para que entre aire fresco y tener nuevas historias o vivencias que contar, también en lo musical. El tiempo hace que me impregne de nuevas ideas, así que casi me fuerzo a no hacer nada nuevo para asegurarme esa distancia y esa renovación.
Estamos habituados a que en el mundo de la música, actualmente, los proyectos y las ofertas se multipliquen, ¿da cierto miedo que el hecho de bajar algo el ritmo signifique la posibilidad de caer en el olvido?
Sí, es cierto que bajar el ritmo penaliza, de ahí que hay que intentar ofrecer algo nuevo, normalmente en forma de single al menos cada pocos meses, si quieres estar en la pomada. No obstante, desde mi punto de vista, lo primero son las canciones, no los números. Si no hay una buena canción, mejor no sacarla.
Si uno escucha desde sus inicios a vuestra banda hay algo que llama especialmente la atención y es la fortaleza y el músculo que ha alcanzado vuestro sonido, ¿a qué crees que es debida esa evolución?
Eso se debe a la búsqueda constante en la que estamos inmersos de ese sonido propio que todo músico tiene en su cabeza y que debe cincelar golpe a golpe, verso a verso... (risas). A partir de ahí viene el estudio personal: qué necesitas para perfeccionarlo, dar cera, pulir cera…por supuesto también plantear la formación más adecuada, y sin duda alguna elegir al productor que sepa interpretar tu idea.
“No concebimos la música desde otro sitio que no sea la autenticidad, y por eso hacemos la que nos brota de dentro”
Yo tengo la enorme suerte de haberme rodeado de las mejores personas y músicos, con Emi Barés como productor (y antiguo guitarrista), y formar una piña con Txema Arana en la batería, Jon Ander Madina en el bajo e Israel Santamaría en las teclas. Somos muy currantes, con un objetivo común y además disfrutamos mucho tocando juntos. Creo que de ahí sale ese músculo al que te refieres.
Un músculo que en esta ocasión lo habéis guiado a rastrear la herencia primigenia de vuestro sonido. ¿Ese viaje a las raíces ha sido premeditado u os habéis visto inmersos en él de manera inesperada?
Si, es deliberado pero a la vez una necesidad y una evolución natural, pues ese acercamiento a las raíces no se hace cuando uno quiere, sino cuando se puede, cuando uno se siente capacitado. Creo que en este álbum ese movimiento hacia adelante se nota claramente.
“I Have To Change To Stay The Same” comienza con esos teclados tan Ray Charles, continúa con coros casi gospel para explotar en un hard rock lleno de energía. En ese sentido me parece un tema que define a la perfección los dos elementos que considero esenciales en este disco: la energía del hard rock y los sonidos del soul y el blues.
Estoy totalmente de acuerdo. Aquí se entrelazan mi búsqueda a nivel compositivo, últimamente muy decantada por el blues rock, el soul y el hard rock, y los recursos argumentales de la banda, como por ejemplo en este caso con un gran pianista como Isra, capaz de marcarse esa intro magistral.
Me gusta mucho plantear esas transiciones y mezclas de estilos entre el blues o el soul y plantear un riff “hardroquero”, por ejemplo. En el disco anterior ya lo hicimos metiendo un coro gospel en “Once I’m Gone”. Son colores que tienes en la paleta y que bien mezclados pueden funcionar muy bien para expresar lo que quieres.
En ese sonido alcanzado por este disco, ¿cómo de importante, o hasta qué punto ha sido trascendente, la reformulación de la banda en cuarteto y la inclusión de teclados?
Cuando fuimos a tocar al Festival de Blues de Cazorla, en el verano de 2022, con la anterior formación, vi varias agrupaciones que me impactaron, entre ellas las de Eric Gales y Samantha Fish, que coincidían en esta fórmula: cuarteto con guitarra, bajo, batería y teclados con una presencia importante del Hammond. Para mí fue una revelación y me puse a trabajar en esa dirección. Este formato permite trabajar algo tan importante como las dinámicas de la forma que nos gusta. Además incorporar a Isra ha sido increíble tanto en lo personal como musical. Considero que la química que tenemos los cuatro encima del escenario se transmite por los poros, y la gente lo percibe y se contagia.
Una formación a la que habría que sumar a Emi Barés, ahora en labores de producción, antes como miembro de la banda, que siempre está a vuestro lado no sólo en los mandos sino participando musicalmente. ¿desde dentro lo veis como el quinto hombre también?
Emi es un miembro permanente de la familia, como dices. Con el cambio de formato su labor pasó a ser la de productor exclusivamente, y su papel es fundamental en cincelar ese sonido del que hablábamos antes. Además, dada la enorme sintonía que tenemos, él sabe interpretar hacia dónde quiero llevar una canción y lo hace respetando al máximo mi idea pero aportando ese plus que las haga crecer. Es uno de los mejores productores que hay en este país, y no me cabe duda que pronto será reconocido como se merece.
Incluso cuando no arrecian las guitarras, como en el polvoriento y sureño “Filthy Train”, no baja la intensidad del álbum, lo que demuestra que la fuerza no es sólo una cuestión de volumen y decibelios, se puede estar cargado de energía sin casi llegar a enchufar los instrumentos..
Estoy muy de acuerdo. De hecho es muy interesante esto que planteas, porque se suele confundir fuerza e intensidad con volumen, decibelios, y la suma de muchos elementos, cuando a veces es al revés, y el aire, incluso un silencio, resulta mucho más arrollador. Nos importan cada vez más esas dinámicas de las que te hablaba antes, y un buen ejemplo es como abordamos este “Filthy Train” en directo.
Un tema que desde los inicios siempre ha sobrevolado sobre vuestras letras es el de la libertad, en este caso con “My Freedom”, donde dejáis claro que pese a las adversidades, los errores o los diversos escollos, es esencial elegir un camino propio.
Si. La idea de la libertad, de pensamiento, de acción, de expresión, está muy presente en mi vida y en mis letras. Somos libres para bien y para mal, ser libres sin decálogos externos es muy difícil, es un reto con el que vivo constantemente. El primer álbum se titulaba “Free Soul”, lo que ya significaba toda una declaración de principios. En mi experiencia, la libertad va también íntimamente ligada con la idea de tolerancia. Esto me permite disfrutar y sorprenderme con otras opciones diferentes a las mías. Me gusta mucho relacionarme con diferentes referencias, mezclarme. Lo disfruto y me enriquece.
Dentro de ese concepto libertad está también el de clamar contra las injusticias y acordarse de quien no la tiene, como esa cada vez mayor población de desposeídos consecuencia de las guerras, como cantáis en “Where Have All The Good People Gone”…
Me guío mucho por mis emociones a la hora de escribir canciones. Este tema en concreto se inspiró a raíz de la invasión de Ucrania, una vez más un solo hombre con toda su testosterona empujando a miles a la tumba, mostrando ese desprecio a los demás, al sufrimiento ajeno, y con la misma fórmula fallida (y tan masculina) que se repite una y otra vez: banderas, uniformes…la guerra, en definitiva.
Un tema como “Lies” me sugiere tomar ese coche de la portada y ponerlo a todo velocidad con la radio sonando a tope Steppenwolf. ¿a la hora de componer te alimentas también de imágenes y/o paisajes?
¡Muchísimo! Soy muy visual. Y a veces es una imagen la que me sugiere una historia y una canción, como es el caso de “Filthy Train”, en la que visualizo a un tipo en un andén, con una bola y una cadena en el pie, esperando al tren que le lleva a la prisión, donde va a pagar con la vida por sus crímenes, y lo que piensa en ese momento, en el que ve llegar el tren aullando y humeante, que le llevará a la muerte.
“Lies”, sin embargo, es una canción que surge del cabreo de que nos mientan constantemente aquellos que precisamente nos tendrían que decir la verdad. Y por cierto, se trata de una adaptación de un tema aparecido en el primer álbum, donde esos terrenos iniciales incluso más progresivos derivan hasta los del blues rock.
Pese a la contundencia y la intensidad de vuestras canciones, el uso de los coros y sobre todos los estribillos resultan especialmente melódicos, ¿es un aspecto que también cuidáis y dais especial importancia?
La melodía me parece la parte más esencial de una canción. Irrenunciable. El ritmo nos mueve los pies, pero el corazón lo mueve la melodía y la letra en la que ambas van entrelazadas. Creo que en ese sentido puede haberme influenciado todo lo que escuchaba desde chaval, desde Frank Sinatra, Nat King Cole, Ray Charles, Louis Armstrong…a Carol King, James Taylor, Jimmy Croce…Los Beatles, la ELO, Supertramp…Jimmy Hendrix, Joe Cocker, Tom Petty, Led Zeppelin…Diferentes estilos, todos con un enorme “feeling” y tremendas melodías.
En esta ocasión vuestro nuevo disco cuenta con solo siete canciones, ¿ha habido muchos descartes, eres muy exigente en el corte a la hora de escoger los temas que formarán parte del resultado final o has trabajado a conciencia sobre este número de canciones?
Como te decía antes no me preocupa mucho el número, sino las propias canciones y ser capaz de transmitir con todas ellas. Además un álbum lo concibo como un trayecto. Nadie dice que un viaje es mejor por que sea de más o menos kilómetros. Si la vivencia queda bien cerrada con siete temas, ese se convierte en un número adecuado. Lógicamente para conseguir ese efecto de trayecto, tiene que haber un mínimo, una masa crítica, y siempre hay ideas que quedan descartadas, como también ha ocurrido en este álbum.
“La idea de la libertad está muy presente en mi vida y en mis letras”
El disco ha salido adelante gracias a una exitosa campaña de crowdfunding, ¿cuando se tiene detrás el apoyo explicito de la gente, se siente uno más presionado por el resultado final?
¡Por supuesto! Le dimos muchas vueltas al tema del crowdfunding antes de tomar la decisión, pues esa sensación de pedir nunca es agradable. Y máxime cuando no estás garantizando ningún resultado. Es un poco como decir “dame la pasta y a ver qué sale”. Pero pensamos que ya habíamos ofrecido tres trabajos financiados con nuestros medios, y que quizá el cuarto podíamos, con toda la humildad, solicitar el apoyo de nuestros seguidores, que ya pueden tener una noción de lo que podemos hacer y hacerles además partícipes de las dificultades con las que nos enfrentamos en una industria especialmente dura con los proyectos independientes.
El resultado ha sido muy emocionante. Encontrarnos con todo ese apoyo, y confianza en lo que hacemos, ha sido un chute tremendo para todos nosotros. Una enorme muestra de reconocimiento por la que estamos muy felices.
Para la gira de este nuevo disco vais a cruzar la frontera y actuaréis por diferentes países, supongo que ese logro, más teniendo en cuenta que llega sin apoyo de grandes empresas ni promotoras detrás, se percibe como un logro especialmente satisfactorio.
¡Ya lo creo! Era algo que deseábamos poder hacer desde hace tiempo, especialmente con el crecimiento de seguidores fuera de nuestra fronteras. Y que nuestra primera salida sea a Reino Unido, la próxima Semana Santa, de la mano de una promotora como Camden Live, que nos va a abrir las puertas nada menos que de The Dublin Castle, que rezuma historia de la música por sus muros…es un enorme logro que vamos a disfrutar muchísimo. Eso será el 29 de Marzo, y el 31 tocaremos en The Lighthouse en Kent. Además estamos trabajando diversas opciones de otras salidas europeas, y no descartamos un cruce del charco el año que viene.
Has comentado alguna vez que la mayoría de las escuchas de vuestras canciones en plataformas proceden de lugares más allá de nuestras fronteras, lo que no parece hablar muy bien de la “cultura roquera” en nuestro entorno.
El blues-rock llena auditorios y estadios fuera de nuestras fronteras, y que lo haga gente joven como Kingfish, Marcus King, Gary Clark Jr., o ya más veteranos como Joe Bonamassa, Blackberry Smoke, Tedeschi Trucks Band, y que todos esos artistas en sus giras rara vez pasen los Pirineos, ¿no debiera ser un elemento de reflexión?
A mi muchas veces se me pregunta que por qué no canto en castellano, como si fuéramos un poco unos bichos raros…pero efectivamente tenemos más oyentes en Brasil, USA, México (donde por cierto, también hablan español), Reino Unido o Alemania. Somos fieles a lo que nos gusta y en lo que creemos, y desde luego creemos que la música no tiene fronteras. No concebimos la música desde otro sitio que no sea la autenticidad, y por eso hacemos la que nos brota de dentro. A fin de cuentas, ¡somos unos hijos descarriados! (risas)
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