“Lo de B-Core ha sido muy bueno para nosotros. Creo que a Jordi le gustó la frikada del video de ‘Severed Finger’, realizado con un presupuesto de 0,50€ (lo que costó una cartulina verde para hacer un croma casero) y a partir de ahí vino lo demás”. En el fondo, nuevos matices en la manera de enfocar estos temas, más alocados, caóticos o rotundos y menos adentrados en el pop que en su primera referencia. “Si ‘Dilitid’ sonaba más pop es porque quizá en ese momento lo vimos de esa manera. Si este ‘Ümelsion’ es más punk, más a la antigua y más cerdo, puede que sea porque estamos hartos de cómo se está estandarizando el sonido de las bandas de nuestra querida escena”. Por eso siguen en sus trece, definiéndose con una urgencia con la que transmitir altas dosis de energía. “No es que sea una premisa, es que nos sale así. De hecho, eso sí que es algo que nos hemos planteado alguna vez, frenarnos. Pero a día de hoy nos parece imposible, quién sabe lo que pasará en el futuro”. Quizá ello sea fruto de los nuevos puntos de vista establecidos en la producción de Javier Ortiz. “La forma de tomarnos la grabación ha sido determinante de cara al sonido final del disco. Sin desmerecer a Santi (García) ni mucho menos, que hizo un trabajo glorioso, en este segundo disco, grabando todo en directo, en analógico y con un equipo de hace cincuenta años, nos hemos encontrado como peces en el agua. Nos dimos cuenta de que es así como sonamos, así somos y así queremos seguir”.
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