"Éramos tres pequeños punks de los bosques que conquistaban el mundo"

Muchos de nosotros hemos crecido escuchando Alphaville, ya fuese en la radio, en las discotecas o poniendo sus casetes en casa. Esta banda alemana cimentó su fama mundial gracias a la publicación de su primer larga duración “Forever Young” (84). Ahora, tras más de treinta años de carrera, el conjunto vuelve a los escenarios para presentarnos su último trabajo en estudio “Strange Attractor” (Polydor, 17). Marian Gold, vocalista y líder de la banda, nos descubre una parte de la pasada urdimbre del conjunto.

(Puedes ver las fechas de los conciertos al final de esta entrevista)

Los orígenes de Alphaville se remontan a la creación de Chinchilla Green. ¿Cómo surgió la banda y por qué se disolvió?
Chinchilla Green nació en 1981, y fue básicamente el primer boceto de Alphaville. Por aquel entonces contábamos con dos miembros más, Ariane Mummert en la batería y Michael Lehnhoff con los sintetizadores modulares. Bernhard tocó el bajo, su MS10, e hizo algo de programación de batería adicional, mientras que yo me hice cargo de las voces principales y un poco de armonización del teclado. En ese momento, una versión bastante punk de “Big In Japan” ya formaba parte de nuestro repertorio. Ariane y Michael siguieron otros proyectos musicales en 1982, por lo que decidieron dejar a un lado la banda. Supongo que la dirección general de Chinchilla Green se volvió demasiado melódica y pop para ellos. Ese fue el momento en que Frank llegó a Alphaville y completó nuestro trío, que duraría hasta finales de 1984 y tomaría por nombre Forever Young, y luego, desde el lanzamiento de nuestro primer sencillo, Alphaville. Así que en realidad no hubo un colapso, sino una progresión continua.

Tras una ida y venida de componentes, en 1983 se formó Alphaville, triunfando absolutamente con un tema que lo representará para siempre, “Big In Japan”. ¿Cómo digeriste un éxito tan repentino?
Todo sucedió demasiado rápido para desarrollar una estrategia profesional de aceptación de este repentino impacto del éxito, pero solo bastó con ser nosotros mismos: tres pequeños punks de los bosques que conquistaban el mundo. Creo que eso sirvió de recurso a nuestra credibilidad de manera masiva.

“Forever Young” es sin duda vuestro trabajo más exitoso. Está lleno de joyas atemporales. ¿De dónde vino esa espontaneidad creativa?
Proviene de nuestros sueños, nuestra devoción y nuestra ilimitada salud. Durante mucho tiempo fuimos simplemente fanáticos de la música y de otros artistas. Solo el desarrollo de cajas de batería, secuenciadores y otras obras de teatro a finales de los años setenta nos permitieron, como músicos totalmente inexpertos, realizar nuestras fantasías musicales. Cada vez que logramos escribir una nueva canción, era como realizar sueños. Y el resultado fue nuestro primer álbum. Está hecho por tres lunáticos soñadores tras su gran letargo.

Los temas de Alphaville están atravesados ​​por un espíritu lleno de sentimientos. ¿Cómo surgieron los textos de canciones tan significativas como “Sounds Like A Melody”?
Surgieron principalmente de nuestras ideas románticas y quijotescas sobre lo que podía significar ser artista. Cualquier cosa que el artista toque, cree o considere, evoluciona a partir de la convicción de que todo, incluso lo más feo, puede definirse por el poder del arte y convertirse en algo hermoso. Quiero decir, fuimos expulsados ​​de este mundo por el éxito comercial y el exceso de medios, ¿por qué debería comentarlo con teorías grises sobre la aburrida realidad?

“The Breathtaking Blue” (89) es un cambio radical en la estética de su sonido. ¿Qué te condicionó para llevar a cabo ese giro?
Nuestro segundo álbum, “Afternoons In Utopia” (86), fue el resultado de un despertar en el mundo real. No estábamos muy satisfechos con la situación e ideamos una especie de escenario de cuento de hadas para que nuestro próximo álbum siguiera con lo que habíamos comenzado. Pero en comparación con “Forever Young”, donde los protagonistas y los temas de las canciones estaban derivados de eventos y personas reales, el escenario de “Afternoons In Utopia” fue completamente imaginado. Después de eso, no parecía aconsejable continuar con este camino, simplemente no era algo... saludable. A este respecto, “The Breathtaking Blue” nos ayudó a allanar el camino hacia “Prostitute” (94). Es un álbum de transición, musicalmente es un disco bastante desequilibrado con su oscilación entre típicas baladas de Alphaville, piezas de swing-jazz algo caprichosas e instrumentales más bien vanguardistas. Pero, en mi sincera opinión, eso formaba parte de su encanto. Sin duda es el álbum más extraño de Alphaville.

Los problemas que surgieron entre los miembros de la banda fueron cruciales a finales de los ochenta. ¿Fue esta situación tensa la razón por la que experimentó un descanso de cinco años hasta la llegada de “Prostitute”?
Las tensiones durante ese tiempo, especialmente entre Bernhard y yo, fueron extremadamente cruciales. Parecía que nuestras "voces" artísticas particulares que siempre habían estado en armonía dentro de cada una de nuestras canciones se volvieron totalmente disonantes. Fue una experiencia impactante porque esa era la única cosa en la que siempre habíamos confiado en el pasado. De repente ambos nos sentimos completamente solos y nos culpamos mutuamente por eso.

¿Sabías que en 1980 había ya una banda en Madrid llamada Alphaville y que también hacían synth-pop?
He escuchado sobre eso últimamente. Todo lo mejor para ellos.

“Strange Attractor” (17), el último trabajo, es un álbum lleno de madurez y maestría. Un disco profundo y medido en el que puedes leer el camino marcado por el paso del tiempo. ¿Cómo nació la idea?
Bueno, todos hemos crecido un poco, ¿no?

Pronto estaréis en España presentando este nuevo trabajo, además de tus grandes éxitos. ¿Qué es lo que más te gusta de tocar en vivo?
Autenticidad, lo imprevisto y el poder del amor.