Aunque se le conozca por sus éxitos para C. Tangana –Quirante está tras la producción de canciones como “Antes de morirme”, “Mala mujer” o “Demasiadas mujeres”, por citar solamente tres–, Becky G o Aitana, por poner unos pocos ejemplos, su repercusión supone la culminación de una trayectoria con varios años a las espaldas. Un camino que le ha llevado por caminos diversos y siempre hacia arriba. Ahora, poco antes de que publique más canciones en solitario, charlamos con él sobre su momento actual y sobre su forma de entender la música pop, la producción y la electrónica.
En el mundo del pop actual es muy habitual que los productores tengan mucho mayor protagonismo que antaño, pero lo que no es tan habitual es que se lancen también a cantar sus propias canciones. Te hemos entrevistado desde tus inicios y nunca había llegado ni siquiera a imaginar que te lanzarías a cantar. ¿Cuál ha sido el detonante?
La verdad es que me sorprendí a mi mismo. Tuve un crack personal duro en septiembre de 2019, me quemé. Estaba y estoy viviendo el sueño de vivir de la música, de ser artista, y me ha costado tanto que siempre quiero aprovechar todas las oportunidades que tengo, muchas veces a costa de mi salud. Giras, producciones, mi sello, cruzar el charco todo el rato… Lo que te digo es un sueño, pero también acaba fundiéndote mentalmente. Mi respuesta a ese estado fue un bloqueo a la hora de contestar mails, llamadas, mensajes y redes. No era capaz de contestar o leerlos y lo único que me apetecía era componer tranquilamente sin prestar atención al mundo. Volví a pillar la guitarra después de años y me puse a escribir para mí, cosa que nunca había hecho. Me canté un par de temas por jugar y de repente me di cuenta de que había algo especial ahí. Descubrí una sensibilidad o fragilidad en mi voz que nunca había visto. Me flipé haciendo más canciones y de repente habían temas sólidos de los que estaba muy orgulloso. Una vez sucedió eso ya no podía parar de componer, producir y cantar. Estuve seis meses muy a full, súper inspirado.
"Me parece divertido probar cosas nuevas, juntarme con gente con la que nunca he estado, coger un instrumento raro, un género nuevo, lo que sea y sin miedo".
Imagino que, al haber trabajado con muchas y muchos cantantes distintos, te habrán dado muchos consejos. ¿Eres una persona que funciona tan bien con otros artistas porque cree en el diálogo y en escucharse unos a otros?
Se me da bien interpretar qué es lo que un artista me quiere decir. Muchas veces me transmiten sus sensaciones o ideas locas, difíciles de descifrar. La gracia está en bajar a tierra esas ideas más conceptuales e idas de la olla, a cosas que tengan sentido. Eso se me da especialmente bien. Más que consejos, me fijo mucho en las cosas buenas de los demás e intento aprender.
Ahora mismo no recuerdo ningún consejo en concreto, pero realmente no aprendo conscientemente. No soy un gran músico, ni un gran vocalista, lo más importante que yo tengo es la sensibilidad.
Acabas de lanzar “El encuentro” con Amaia, pero a lo largo de los años has trabajado con muchas voces invitadas tanto de hombre como de mujer, tanto en inglés como en castellano. ¿Qué debe tener una voz para que te apetezca trabajar con ella?
Más importante que la voz, lo que yo más valoro es la capacidad de interpretar y transmitir. La fragilidad, la sensibilidad, esas cosas son las que me tocan.
Lo cierto es que algunas de tus canciones –ya desde la etapa más electrónica– me parecen hits instantáneos. ¿Existe un olfato para ello en un productor como tú? ¿Es decir, las canciones que son hits para ti resultan ser hits para el público?
Me mola generalmente la música que impacta en la primera escucha y que luego te va descubriendo muchos detalles con las escuchas posteriores. El olfato que dices lo entiendo como un gusto particular que tengo y que conecta con mucha gente, por la razón que sea. Es una suerte llegar a tanta gente, porque suelo hacer música fuera de fórmulas.
En un sentido parecido, todavía recuerdo el día que C. Tangana me dijo que tenía un temazo por sacar que no iba a gustar a sus fans de siempre, pero que le abriría a otros públicos. Ese tema resultó ser “Mala mujer”, del que también eres co-responsable. ¿Ahí lo teníais claro?
Sí, ese estaba claro desde el día que lo hicimos. Igual que “Tú me dejaste de querer”. Con “El encuentro” también me pasó. Tengo claro que es un hit. Cuando hay algo especial inmediato se suele vislumbrar. Con “Nunca estoy” o “Demasiadas mujeres” no me pasó. Fueron número uno en España y fueron muy inesperados.
En una de las últimas entrevistas que te hicimos, decías que la fugacidad es algo que recae sobre los artistas que no tienen identidad, pero también es complicado dar con tu propia identidad. ¿Cuántos años te ha costado a ti y en qué momento empiezas a tener claras cuáles son tus virtudes o mayores ventajas como productor?
Lo he notado sobre todo en los últimos dos años. En ese tiempo he hecho más canciones que en toda mi vida. Ahora mismo tengo la necesidad de empezar una canción y acabarla (más o menos) el mismo día. Todo sale más espontáneo, no pierdes el foco por el paso del tiempo, no le das demasiadas vueltas. Es más divertido y cada vez me salen cosas más interesantes.
A mí modo de ver, una de tus mayores virtudes es que eres una persona que ha escuchado mucha música distinta. Si llevas años escuchando música, sabes reconocerlo en los demás. ¿No te sabe mal que, en muchas ocasiones, se tome a los artistas que cantan o producen nuevo pop, o urban o como quieras llamarlo, como gente sin referentes sólidos y que beben solamente del aquí y del ahora? Es un error tomar la parte por el todo.
Son juicios elitistas de unos pocos para autocomplacerse. En general la gente que nos dedicamos a la música somos unos enfermos y nos pasamos el día escuchando música, haciéndola o pensando en nuestros proyectos. Hay también turistas pero suelen irse rápido.
Es evidente que estos temas que ahora publicas beben mucho de las producciones del pop de los ochenta, en sus formas, en sus arreglos. O esa es la impresión que tengo desde “Todo me sabe a poco” hasta la otra que he escuchado, cuyo título diría que es “Amanecer”. En cierta manera, el hecho de haber escuchado tanta música y de que hayas formado hasta parte de grupos de guitarras te da esa amplia visión de la música que te permite reaccionar y buscar otros caminos, ¿no?
Los referentes son importantes y el haber hecho muchas canciones también te da herramientas para componer, está claro. Ser un poco kamikaze y no atarte a los géneros también te da mucha libertad para crear y que todo te suene más original. Los años haciendo música electrónica también me han dado muchas tablas con la música de baile, que sigue estando muy presente en todo lo que hago.
"He tenido épocas de ser más snob, pero se me han quitado todas esas tonterías con el paso de los años".
En ocasiones equiparo tus virtudes a las de El Guincho, aunque produzcáis de forma distinta. Pablo ha pasado por el hardcore melódico, el pop experimental, el ruido y locuras mil, pero eso le ha permitido conocerse bien y saber que puede tomar riesgos con cierta seguridad. ¿Te ves a ti mismo de un modo parecido? ¿Tienes la confianza suficiente para asumir riesgos con seguridad y con ciertas garantías en terrenos distintos?
Yo siempre me estoy metiendo en lugares en los que nunca he estado. Me parece divertido probar cosas nuevas, juntarme con gente con la que nunca he estado, coger un instrumento raro, un género nuevo, lo que sea y sin miedo. Nunca sale lo que uno espera y eso que haces por primera vez casi siempre tiene algo de magia.
Si se le echa un repaso a la playlist que tienes por “El encuentro”, diría que has llegado a producir un tema así porque tienes mil referentes y has afinado mucho lo que querías hacer. Y en cierto modo creo que ese background es una herramienta tan importante como lo pueda ser el último sintetizador o vst que vayas a usar. ¿Es así?
Con las playlists de inspiración hago el proceso inverso. “El encuentro” lo hice sin escuchar referencias, me salió así sin más. Obviamente habían referentes e inspiración pero inconsciente. Con la playlist hice el trabajo de ver qué temas podían haber sido esos referentes inconscientes. Me mola un montón hacer esas playlists, me podría tirar horas con ellas.
Has tenido la suerte, con mucho esfuerzo de por medio, de poderte dedicar a tu máxima afición, que es la producción. Dicen que lo complicado es mantenerse en la cima. Quizás la pregunta sea una estupidez, pero... Ahora sois muchos los artistas de aquí que habéis conseguido una repercusión internacional inédita, pero ¿hacia dónde crees que podéis ir evolucionando para haceros con un puesto relativamente longevo en la escena musical?
Actualmente un artista ya no puede hacer el mismo disco cinco veces y mantener el éxito, pero a la vez no se puede ser preso de las tendencias. Mantener una identidad propia a la vez que uno evoluciona a mucha velocidad es muy difícil, los que lo consigan tendrán su sitio en el largo plazo.
Tengo entendido que, en la presentación de Madrid, bromeaste con Tangana sobre el final del reggaeton. Y eso vendría a ser más o menos a lo que me refiero. Si observas la evolución de la música pop, un género empieza a bajar cuando hay saturación y sobre todo cuando ya empiezan a hacerse temas con bases reggaeton entre artistas pop mainstream, en anuncios de la tele, en series... Podríamos usar ejemplos recientes como la EDM por ejemplo.
No es el reggaeton, son las fórmulas (letras, estructuras, sonidos, patrones rítmicos) lo que creo que está estancado. Suelo tener buena intuición porque yo me quemo muy rápido de las tendencias. Cuando yo me he quemado del todo de algo es que hay mucha gente que empieza a sentir lo mismo. Ahora mismo los charts son aburrimiento, parecido a lo que pasaba hace unos años. Cuando hace cinco años fantaseaba con entrar en las listas, en los tops, en la radiofórmula, me parecía sexy. Era divertido intentar colarse ahí porque todo sonaba fresco. Ahora mismo no me parece excitante, lo que me llama más la atención ahora música anti-fórmula que pueda cruzar otra vez la barrera del mainstream y refrescar un poco la cultura popular. Es irónico porque de alguna manera quiero tumbar el monstruo al que yo ayudé a crear (risas).
A simple vista uno podría decir que podría mucho más complicado completar un tema como “Knock Them Out”, con todos sus filtros, sus breaks, sus cajas y bajos, o incluso una anterior como “Sunshine” que una canción como “El encuentro”, pero es evidente que no es así. ¿Crees que muchas veces se confunde complejidad con calidad cuando no tiene ninguna relación?
Entender que hay una relación lineal entre calidad y complejidad es sinónimo de tener un gusto bastante dudoso. He tenido épocas de ser más snob, pero se me han quitado todas esas tonterías con el paso de los años. Hay otra manera totalmente contraria al snobismo que es pensar que algo o alguien es bueno por tener más exposición o fama que es igual de absurda.
De hecho, ahora viene otra pregunta aparentemente estúpida, ¿qué sería para ti la calidad en una canción o pieza musical?
Eso intangible que hace que una canción o cualquier expresión artística te emocione de alguna manera.
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