Dean Spunt habla desde Londres cuando uno de los equipos de la ciudad, el Chelsea, lleva quince minutos jugando su primera gran final europea frente al United de Manchester. “No estoy muy seguro de qué es la Champions League, sé que el fútbol es algo enorme por aquí pero no sigo demasiado el deporte. Pero sí puedo decirte que se han agotado las entradas para nuestro concierto de esta noche”. Los amantes del balón y la guitarra se empeñan en unir dos mundos tan aparentemente lejanos. En cualquier caso, el dato sirve para apuntalar la excelente acogida que el público británico les ha dado. “Una locura, está siendo muy excitante. La gente acaba subiendo al escenario y está siendo muy divertido”. Eso sí, que nadie espere de “Nouns” una obra maestra. No contiene himnos que a uno le gustaría oír por las calles, no es un disco que sobresalga por sus canciones, pero posiblemente acabará en los resúmenes de diciembre. ¿Por qué? Seguramente por la originalidad de una propuesta en la que Dean (batería y voz) y el guitarrista Randy Randall parecen más interesados en crear atmósferas que canciones. “Es cierto, no buscamos una manera clásica de hacer punk o pop. Trabajamos de diferentes maneras y nos gusta utilizar los samples para construir las canciones. Creo que ahora lo hacemos mejor que antes, pero desde el principio ha sido muy similar y nos ha gustado buscar ese tipo de atmósferas”. Ya saben que los sampleados y las guitarras loopeadas pueden hacer que nada sea lo que parece. Es el caso del noise-punk de No Age, una aventura nacida en 2006 capaz de cargar de graves lo que haga falta. “Randy se apaña con su equipo y sus pedales”, dice Spunt. “No creo que incorporemos un bajista, de esta manera es más interesante para los dos. Muchas veces un bajo se limita a seguir la línea de guitarra, así que no es necesario para nosotros”. Pero No Age no se queda ahí. Han concebido este proyecto como un paraguas, dicen, bajo el que llevar el resto de sus inquietudes a nuevos terrenos. Diseño, cine y música se mezclan en el mundo de estos angelinos que gravitan en torno a sala The Smell. “Es el centro de la escena. La verdad es que Los Angeles está muy bien en este momento, hay una atmósfera muy buena. Fíjate en bandas como Mika Miko o Infinite Body”. Dicho esto, ellos prefieren sacar su particular discurso fuera de los clásicos garitos y tocar en restaurantes, bibliotecas o librerías. “Se trata de hacer las actuaciones un poco más especiales. Los dos estamos aburridos de ver bandas en bares y clubes. Por eso intentamos darle la vuelta y buscar algo diferente. Creo que es más divertido para nosotros y también para el público”. A esa intención de convertir cada concierto en algo único responde también su tributo a las bandas locales. “Intentamos aprendernos alguna versión de alguna banda punk originaria de la ciudad en la que tocamos cada noche. Quizá en España podamos tocar una versión de Subterranean Kids”. Poco ha tardado la prensa generalista (The New Yorker, por ejemplo) en acercarse a No Age para escribir sobre lo que está ocurriendo en Los Angeles. “Es una locura. No presto demasiada atención a estas cosas, pero está muy bien que esta prensa vea un trabajo interesante en una banda punk. Y me gusta porque a mí lo que me gusta es hacer música y tocar delante de gente joven, de gente mayor, delante de gente cool y no cool”. Ahí posiblemente está el valor de No Age, convertir su inquietud en un modo de hacer las cosas. “Nos gusta el arte más allá de la música punk, y pensamos que podríamos hacer algo que mereciera la pena, buena música y algo más. Creo que eso es lo que Sub Pop ha visto en nosotros”.
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