No me pregunten el porqué, pero descubrirles (aunque en el fondo se trate de la banda del Matt Pond del nombre) ha sido una suerte. Porque su sensibilidad (la de esas cuerdas nada gratuitas, sino básicas), su habilidad para combinar el registro de Peter Gabriel con la sinceridad de Elliott Smith le convierten en un adorable desconocido (aunque pueden rastrear su pista en discos como el de Mazarin, éste sí publicado en España, o compartiendo cartel en los Estados Unidos con Cat Power, Mark Eitzel o Pedro The Lion). Desconocido porque su disco aún no ha dado con distribuidor en nuestro país (esperen o tiren de internet, que para algo está), adorable porque todas sus piezas lo son (escuchen “The Hollows” o “Competition” y verán). De todas formas, menos lobos Luna que lo que importa son sus palabras. Pond al habla. “Estoy contento con el disco, pero confuso a la vez porque hace mucho tiempo que lo grabé. Hubo muchas ideas que tuve que desechar porque no encajaban perfectamente en el disco. Enloquecí un poco con aquello. De todas maneras, no voy a volver a escucharlo… quizás más adelante”. Sinceridad, la que transmiten sus palabras y, obviamente, sus canciones. Faltaría menos. “Cuando era pequeño mi madre me obligó a hacer clases de piano y después de trompeta. La verdad es que lo odiaba, pero entonces cuando estudiaba en la high school empecé a escribir canciones sobre las dificultades de comunicarse con las mujeres. Las escribía con la guitarra, y aunque no sabía muy bien como tocarla acabé haciéndolas. Obviamente las letras son muy importantes, pero estoy algo frustrado con ellas. A veces creo que me gustan, pero casi siempre estoy convencido de que podrían haber sido mejores. Me gustaría poder volver atrás y cambiar algunas cosas de las que escribí hace meses o años. Creo que eso es algo que todos los músicos deben sentir alguna vez”. De todos modos, aún centrando esta entrevista en Pond, es él mismo quien insiste en apuntar que Matt Pond PA (por Philadelphia y para darle al conjunto apariencia de grupo) son una banda en toda regla en la que –y ese es uno de sus máximos aciertos y una de sus características más definitorias- la sección de cuerda goza de un protagonismo fundamental. “La principal idea de las cuerdas en nuestra banda es que pueden funcionar como cualquier otro instrumento del grupo. No son un efecto especial y no pretenden darle un toque triste a las canciones (y desgraciadamente esa es su principal función en la mayoría de los grupos). Las cuerdas son básicamente un colchón melódico sobre el que descansan el resto de instrumentos del grupo. Yo puedo marcar de alguna manera las directrices que deben seguir puntualmente, pero las considero un país independiente que yo no gobierno”. De todos modos, lo más curioso del asunto es cómo demonios Pond y su equipo consiguieron grabar un segundo disco (antes estuvo “Deer Apartments”) junto al productor Brian McTear. ¿Estará de coña? “Gané la grabación de un disco a partir de CD Now y grabar en su estudio era el premio. Le conocía por algunas de las producciones que había hecho, pero al trabajar con él me sorprendí por su inmenso talento. Ahora no puedo imaginar trabajar con ningún otro”.
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