Guillem Simó, la cara principal del proyecto, siente una pasión por los subgraves, en los cuales ha basado el disco. Música y subconsciente se unen a través de las emociones y la unión de las personas. Desde una sólida raíz personal, las letras íntimas de Adala en “Delta” siguen un nuevo camino que deja en segundo plano su crítica política de sus anteriores trabajos. A sus habituales sonidos reggae, también suma el hip-hop y el trap. Un trabajo hecho desde lo consciente que destapa hasta qué punto podemos amar la música desde el subsconsciente. Hablamos con él y nos cuenta cómo surgió el proyecto y de qué manera cooperativa se han organizado desde su nuevo sello, Radi Solar.
“Delta” llega después de dos años vuestro último trabajo. ¿Cómo ha sido la creación de este nuevo proyecto?
Han sido más bien seis u ocho meses de preparación. El resto del tiempo ha sido más bien de inspiración. Con Quim Simó y Otger Ibars, los otros dos socios de Adala, tenemos la suerte de tener un estudio y lanzar ideas allí. Esta vez, a diferencia de “Klima”, nos hemos dividido más las tareas y nos hemos centrado cada uno en lo nuestro.
Hablas de ellos como tus socios y también autogestionáis vuestro sello. ¿Cómo se configura Adala?
Hace dos años abrimos una cooperativa en el estudio formada por nosotros tres. Uno de los proyectos que empezamos este año es la discográfica Radi Solar. Teníamos ganas de crear una estructura que nos permitiese poder sacar otros trabajos de gente que graba en nuestro estudio. Sigue con los mismos principios de la autogestión, pero con una estructura que sirve a otros artistas. Destaca porque hemos hecho un sistema basado en las comunidades de autofinanciamiento (CAF). Funciona con un sistema de saldos en el que cada proyecto y artista del sello tiene un saldo. Este saldo lo puedes retirar cuándo sea. Se genera con las ventas del disco, con royalties y conciertos y permite financiar avances sin intereses para los proyectos, algo que muy difícilmente se encuentra si te autogestionas el disco.
"Este disco va más a la raíz de las cosas y busca más la emoción a lo personal y lo social"
“Delta” sigue la estela del reggae pero has añadido sonidos como el hip-hop y el trap. ¿Cómo vino esta inspiración?
Hay una agradable sensación en encontrarte a ti mismo fuera de la zona de confort y también en encontrar nuevas zonas de confort. No queríamos que fuese un disco experimental, sino que queríamos encontrar una nueva zona de confort. Lo que lo unía todo era querer hacer algo más hip-hop pero melódico, con acordes y melodía en la voz. Es de los discos más melódicos, incluso más que cuando hacíamos reggae. Este hip-hop armónico nos permite expresar desde la emoción y transportar a lugares. El reggae tiene una sensación mántrica pero plana, no tiene grandes cambios.
El nombre de “Delta” se basa en las ondas del subgrave. Cuéntanos de dónde surge este nombre.
Llevaba bastante tiempo con el tema del subconsciente. Me representaba el juego de palabras de “sub” y “consciente”. Desde el sello, tenemos este amor por los subgraves y hacemos música desde la consciencia. Cuando leí un libro sobre la neurociencia, descubrí qué son las ondas delta. Si el pensamiento fuese una canción, las ondas del subgrave serían las ondas del subconsciente, las delta. Esto nos permitía hablar desde lo musical hasta lo subconsciente, una parte que nos condiciona a hacer muchas cosas por inercia y nos vincula con otras personas. Es un disco que quiere estar en la unión y en el colectivo de las personas. La música es parte de este subconsciente.
"Creo que tenemos mucha suerte, no solo con la cantidad de público que tenemos, sino con la calidad"
Cambias de temáticas con las que venías trabajando en discos anteriores, ya que hablabas más sobre lo político.
Este disco se ha salido más del panfleto que los otros. El panfleto no es malo, pero cuando empiezas a politizarte, a veces quieres usar la música para expresarlas. Este disco va más a la raíz de las cosas y busca más la emoción a lo personal y lo social. Hay una mezcla que ya repetía en “Klima”: entre lo personal, lo social y lo político. De político hay poco, solo en “La Mafia”, pero la política está en todas partes, también en lo personal, como se ha dicho muchas veces. La música del subconsciente lo acoge todo.
¿Cómo fueron las colaboraciones con Elane y Tribade?
Llevábamos un tiempo siguiéndonos la pista. Yo había colaborado en el disco de Elane y nos habíamos encontrado en muchos festivales. Como yo, ella también ha tenido varias crisis con la música. En los últimos años nos hemos ido encontrando y acompañando juntos en este tema. La música requiere mucha constancia. Vive la música como yo, y por eso la invité a colaborar en la canción “Cançons per caminar”, una carta a la música. En el caso de Tribade, es uno de los grupos de la ciudad con quien comparto más a nivel ideológico y político.
En el tema de la producción, los tres socios habéis puesto vuestro granito de arena.
Quim, que es mi hermano, ha ido tirando más a la producción y a la mezcla. Otger se ha metido en temas de producción en el disco, especialmente en los teclados y programación de samplers de algunos instrumentos. Yo me he centrado en la letra y la voz.
¿Cómo llevas la acogida del público en los últimos años en directo?
Creo que tenemos mucha suerte, no solo con la cantidad de público que tenemos, sino con la calidad. Cuando hicimos el primer boom, había público de todo y me agobiaba más. Con el tiempo, ya no eres una novedad sino algo más consolidado, y siento más afinidad y conexión con la gente que está.
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