Le han refugiado en uno de los hoteles más elitistas de Madrid donde se dedica a tocar las narices a todo bicho viviente con su dieta de nada con sabor a nada, y le ha pasado un par de folios a su sello para prohibir quince preguntas sobre las que previamente había lanzado más de un señuelo en la información promocional, como que el día de su cumpleaños, mira tú, es el once de septiembre, como que su vida no ha cambiado después de vender tantos millones de discos, como que le debe más de un favor a los anuncios de coches o que ha trabajado esta vez con Sinead O´Connor. Pues vale, a tachar preguntas pensando en lo mal que le vendrá a su promoción eso de quitarse la parte suculenta. Porque además, personalmente, Moby tiene el poder de transformar todo lo que toca en sospechosamente inverosímil.
“Me da igual que Sinead O’Connor sea musulmana, judía o satanista” |
Pero da igual, él ha conseguido vender sin transformarse en referencia, y, aunque le roben hierro a la entrevista, su lengua vale un potosí, aunque sea de Marte. Empiezo diciéndole cínicamente que “hay quien dice” que “18” es el segundo capítulo de “Play”, y le pregunto sobre las diferencias, si las hay: “Escribí ´18´ con la idea de que fuera el segundo capítulo de ´Play´, pero no por razones comerciales, sino por responsabilidad artística, porque ´Play´ gustó mucho, así que quise hacer otro disco que le gustara a la gente. Después de ´Animal Rights´ (Mute, 97), me di cuenta de que si quería ser difícil, nadie iba a escuchar mi música, y quiero que la gente la escuche”. Y de pensar en un disco “total” de Moby con su ambient, su dance, su downtempo-blues y su rock-garrulete, nada. “Podría hacer un disco egoísta que solo expresara lo que llevo dentro, pero también sé hacer discos que la gente puede utilizar y la idea de ´18´ era recompensar a la gente que se fije en los detalles, al tiempo que pueda servir de banda sonora de sus vidas. ´18´ es más emocional y sofisticado que ´Play´, pero cuando hay algo tan familiar como ´Play´, todo lo que venga después será extraño”. Pues no me cuadra que sea esa la razón por la que “18” está recibiendo una crítica tan fría. “Hay dos tipos de críticas, las buenas y las malas. Las de ´18´ que han sido escritas por periodistas serios, en buenas revistas, son muy buenas. Y luego hay malas críticas que dicen que ´18´ suena como ´Play´. Pero es que, cuando algo tiene éxito, hay que derribarlo, menos en países como Inglaterra. Porque si eres Oasis o Chemical Brothers, nunca tendrás una mala crítica, y eso demuestra lo nacionalistas y provincianos que son. Y lo irónico es que en muchas de las revistas en las que ´18´ ha tenido malas críticas, ni siquiera hablaron de ´Play´ y eso es porque tienen rabia al no haber sido partícipes del éxito de ´Play´. Pero que nadie se sorprenda por las semejanzas, yo nunca he querido hacer vanguardia, ni ser experimental, ni sorprender a nadie”. A esta hora ya no sé si darle un beso por bendito o salir corriendo. Bueno, pensemos que esto es como una película que hay que ver varias veces, porque a la primera no hay manera de entenderla. Le pregunto sobre su pasada afición de añadir un compacto extra de ambient a sus álbumes y me dice que “habrán recortado presupuesto conmigo y por eso no lo hago más”, y que “qué buena pregunta”. Empiezo a pensar que si le han retratado de astronauta, será por algo. Le pregunto por el gospel, pero no hay manera de entender la respuesta, así que vamos a esos manifiestos que sigue sembrando, en los que ahora dice que es menos extremista que antes, más que nada porque ahora reconoce dos visiones del mundo cuando antes sólo había una. ¿Cómo verá entonces al Moby “radical” del pasado? “Me da vergüenza, porque era muy provinciano en un sentido ideológico. Era una persona de mente muy estrecha, arrogante, y juzgaba a los demás y al mundo en términos muy simples. Ahora veo el mundo de una manera complicada, porque el mundo es complicado”. Ya, pero... le doy cuatro giros y finalmente le digo que le voy a hacer una pregunta prohibida, y me pongo a hablar de su cristianismo militante y de su colaboración con esta satanasilla mediática que es Sinead O´Connor: “Oh, yo amo a Cristo”. Y me enseña el tatuaje de la cruz que lleva en la nuca mientras que saca un paquete de tofu de la nevera. “Amo las enseñanzas de Cristo, pero no pertenezco a ninguna iglesia, y me da igual que Sinead O´Connor sea musulmana, judía o satanista, no lo discutiré, porque me temo que tenemos más puntos en común que diferencias, por ejemplo, que odiaría que el estado o la iglesia me dijeran lo que tengo que hacer con mi cuerpo”. Pues entonces no entiendo cómo tratas de dar tantos consejos a la gente en tus discos: “Porque mi consejo es tener la mente abierta, ser compasivo y no juzgar a los demás”. Será que no lo había entendido.
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