Qué descafeinado resulta escuchar "Western", una de las propuestas de SONORA para la nueva temporada. A diferencia de otro producto aparentemente similar de la plataforma como es "F*** PÉREZ", el documental sonoro que conduce el periodista Rafa Méndez no cuaja ni termina de convertirse en lo que apunta. La culpa, en buena parte, parece estar en el germen del propio podcast: Juan Asensio -empresario, probablemente un matón- intenta funcionar como el reflejo de una época, de una España que desapareció, difuminándose en otra, en otras formas de actuar y de sentir, de hacer negocios y también de hacer enemigos. Ese paso del salvaje oeste, del franquismo y el tardofranquismo, a sociedad nueva, democrática, más libre pero sórdida, donde huele a colonia barata en vez de a puros; donde se respira droga en lugar de opresión, se intenta vehicular a través de una figura insuficiente como la de Juan Asensio: empresario cinematográfico, poseedor de tierras, salas de proyección y de enemigos acérrimos. Poseedor también Juan Asensio de una personalidad inequívocamente despótica, atractiva e influyente, que, y esto es un fallo, la narración del podcast termina por 1. desdibujar; 2. distorsionar. Lo que escuchamos de Asensio de su viva voz es muy diferente del retrato interesado -ad hoc para su relato- que hace Méndez.
"Western" crece, y mejora, cuando opta por la disgresión y por la aceptación. De lo que va realmente el podcast, y donde brilla, es en el retrato de una época irrepetible, la de las décadas del final de la dictadura y el inicio de la democracia; una época ya mítica, o en proceso, que sigue buscando héroes y demonios para configurarse, a la que volveremos, si es que quedamos españoles, en el futuro, para tratar de entender un tiempo complejo y lleno de aristas. Y es que mirar hacia los héroes de la movida como Loquillo, y su ensamblaje dentro del ecosistema fuera de la ley de Asensio; la mirada al panorama político del momento, con un relato novedoso, desde otro punto de vista, del golpe de estado de 23-F; o las delirantes declaraciones de un doble de acción de los spaghetti western grabados en el desierto almeriense, sirve para llegar a entender un poco mejor de qué iba toda la movida de Juan Asensio, más que al revés. Flaquea como mito donde Florentino Pérez, o al menos su relato de Sonora, no lo hace.
Y es que ésta es la principal tara de "Western", que el perfil de Asensio, por mucho que se enrede y se truquen las cartas, quizá no pase de personaje de crónica de sucesos. Los actos son poderosos, sí, pero no estamos escuchando un mero memorandum, un artículo periodístico de investigación objetiva, o la lectura de una lista larguísima de las atrocidades que supuestamente Asensio cometió en vida, y que siguieron sucediendo, entre los que estuvieron a su alrededor, tras su muerte. Lo importante al narrar es el mismo acto de hacerlo, y aquí esta deslavazado, confuso, como si se hubieran dado cuenta de que no había suficiente material sobre el cacique para terminar el relato. No es fácil, por estos motivos, mantener la atención pegada a lo que se nos cuenta en "Western", no hay sabor ni ritmo a pesar de los recursos invertidos en la factura técnica. Recuerda a "El Rey del Cachopo" en la elección de la figura y en el desarrollo. Así, no es un podcast malo, pero tampoco deja huella. ¿Hay algo peor que ser intrascendente?
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