Que una biografía funcione no depende solo de la destreza del escritor, sino evidentemente del interés del protagonista. Y pocos músicos se me ocurren más interesantes para escribir sobre ellos que el que fuera líder de The Pogues, Shane MacGowan. Que no les de miedo el a veces limitante concepto de “autorizada”. Sí, es cierto que Victoria Clarke, esposa de Shane no solo autorizó sino que participó en numerosas entrevistas para construir este texto, igual que el propio MacGowan, su padre o su hermana. Pero eso no hace que se obvien –para nada– sus adicciones, sus excesos con las drogas y sobre todo con el alcohol, sus numerosos complejos, su timidez exacerbada o sus múltiples problemas de adaptación.
Aquí hay sinceridad a raudales, mucha. Nada se esconde. Y eso se agradece. Porque conocer que sentía el músico cuando comenzaba en The Nips, está bien, pero es relativamente fácil obtener esa información en cualquier página de Internet. En cambio, saber cómo se sentía tras la enésima borrachera o haberle fallado a sus compañeros, convierte este libro en pura vida. Y la vida es lo más interesante que tenemos.
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