Debe ser complicadísimo escribir un libro acerca de un único y solitario disco en la carrera de un grupo, que no fue presentado como tal en directo, ni promocionado como tal, ni recordado en público por sus autores porque estos decidieron apartarse del mundo (de lo público) y no dar ni una sola entrevista. Ni siquiera para la ocasión, claro. Un proyecto, Family, del que solo disponemos de un par de fotos promocionales, una de ellas tan borrosa que apenas permite distinguir a Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea. Si ya es difícil escribir un reportaje de varios folios – el que el autor elaboró para su publicación en Cuadernos Efe Eme, y que puede considerarse la semilla de este libro –, no quiero ni pensar en un volumen de casi 200 páginas. La única forma de hacerlo es casi desde la arqueología, más que desde el periodismo. Entrevistando a amistades, conocidos, periodistas, disqueros, promotores, productores y toda la fauna circundante, completando las piezas de tan insondable puzzle y resaltando las prodigiosas coincidencias que dieron pie a un disco que fue, en realidad, una milagrosa supernova.
Una ingente faena que demanda rastrear los antecedentes, el caldo de cultivo, los condicionantes y el contexto que rodeó un "Soplo en el corazón" (1994), y hacerlo remontándose más de una década atrás, a los tiempos de la Movida, los albores del indie y un poco más allá. César Prieto apunta influencias (no solo Décima Víctima, también La Dama Se Esconde) y paralelismos (Los Planetas o Chucho, más cercanos de lo que pudiera parecer) no suficientemente enfatizados hasta ahora, aborda la pertinencia (o no) del compromiso político que algunos echaron en falta entre los músicos del llamado Sonido Donosti (una veintena de artistas, no mucho más), recupera y entrevista al olvidado productor, Rodrigo Silva Ramos, a quien – por supuesto – entrevista, e incluso repasa desde un punto de vista oportunamente crítico el espacio que se le ha dedicado al álbum en nuestra prensa, deslizando la ignorancia o mala pata de algunos cuestionamientos de brocha gorda que han hecho un flaco favor a que su acogedora recepción se matice, necesitada de objeciones que vayan más allá de lo obvio (el punto cursi, las metáforas recargadas) y resquebrajen la unanimidad crítica. Tras este libro, por lo demás estupendamente escrito (que lo damos muchas veces por sentado, pero no es tan habitual), no creo que queden esquinas por alumbrar del enigma. Y eso es lo mejor que se puede decir de él.
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