“Una cartografía indie”, el título de la certera y sugestiva introducción del libro, podría haber sido, de hecho, un título alternativo de esta obra en la que el crítico Quim Casas reivindica la independencia del artista –no solo del cineasta– a través de una mirada por la historia del cine independiente americano. A través de la estructura delimitada por la colección Filmografías esenciales de la editorial UOC en la que se enmarca, Casas expone las múltiples caras y formas de un cine que es más un concepto que un estilo, así como su evolución y las contradicciones de los que se han servido de él.
El recorrido se inicia en la fundacional “Shadows” (1959) de John Cassavetes y concluye felizmente con “Zeroville” (2019) de James Franco, al ser esta una cinta metacinematográfica que resume, en parte, las ideas plasmadas en el libro. Entremedio, títulos inexcusables como “Buscando mi destino” (1969) de Dennis Hopper, “Carretera asfaltada en dos direcciones” (1971) de Monte Hellman, “Pink Flamingos” (1972) de John Waters, “Cabeza borradora” (1981) de David Lynch, “Extraños en el paraíso” (1984) de Jim Jarmusch, “Sangre fácil” (1984) de los hermanos Coen, “Sexo, mentiras y cintas de video” (1989) de Steven Soderbergh, “Reservoir Dogs” (1992) de Quentin Tarantino, “Clerks” (1994) de Kevin Smith, “Ghost World” (2001) de Terry Zwigoff –al que pertenece la fotografía de portada–, “Elephant” (2003) de Gus Van Sant o “Boyhood” (2014) de Richard Linklater. Además, cumpliendo otra de las funciones de este tipo de obras, recupera, reivindica o descubre cintas como el filme inacabado de Nicholas Ray “We Can't Go Home Again” (1973) –se palpa la devoción por el director de “Rebelde sin causa” en el texto correspondiente, uno de los mejores del volumen–, el debut de Susan Seidelman “La chica de Nueva York” (1982), la rareza del chileno Raúl Ruiz “The Golden Boat” (1990) o el documental musical “Carmine Street Guitars” (2018) de Ron Mann, director, por cierto, de un excelente documental sobre otro nombre imprescindible del cine indie, Robert Altman, de quien Casas selecciona la, aunque poco conocida, libérrima e hilarante “El volar es para los pájaros” (1970).
El análisis de cincuenta filmes se complementa con un listado final de otros noventa títulos dirigidos, entre otros, por Ida Lupino, Russ Meyer, Andy Warhol, Brian De Palma, Jonas Mekas, Terrence Malick, Abel Ferrara, Kathryn Bigelow, Paul Thomas Anderson, Wes Anderson, Spike Jonze, Alexander Payne, Barry Jenkins o Jordan Peele. Pero el libro, por cierto, plagado de referencias musicales –a veces, motor de los análisis–, va más allá de una colección de comentarios críticos. Si está dedicado a los autores de un lejano artículo que suscitó el interés del autor por el tema, sus páginas no pueden evitar desprender cierto tono elegíaco por la deriva desnaturalizadora de un concepto genuino, ejemplificada con la crisis del modelo Sundance (“'Pequeña Miss Sunshine' supuso en 2006 el gran triunfo del ecosistema creado por Sundance alrededor de una fórmula cada vez menos transgresora", p. 171) o la adulteración mercantilista de la idea original ("El cine independiente continúa siendo una alternativa a la vez que un negocio. Fue una revolución y a veces corre el riesgo de convertirse en franquicia", p. 27). De ahí que Casas reivindique especialmente los nombres de los insobornables John Cassavetes y Jim Jarmusch.
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