La homosexualidad no dejó de estar penada por ley hasta finales de los años sesenta en muchos estados europeos. Tampoco fue retirada de la lista de enfermedades mentales de la OMS hasta 1990. Puede sonar lejano para quienes no tienen ahora más de veinte o treinta años, pero a algunos nos suena a anteayer. Derechos y libertades que consideramos obvios son mucho más recientes de lo que pensamos. Y nunca han dejado de estar amenazados. La regresión es posible porque el ser humano es la única especie tan idiota como para tropezar dos (y más) veces en la misma piedra. Por eso son tan necesarios libros como este. Un recorrido por la vida y obra de decenas, centenares de músicos que no se adscribieron a la sexualidad heteronormativa, y no pocas veces su talento quedó oscurecido por ello a lo largo de la historia.
La portada es engañosa, porque no es un libro de ilustraciones ni tampoco necesariamente dirigido a un público juvenil, aunque las que ha hecho Francina Cortés tengan su peso y sean pertinentes. Es la periodista Núria Martorell quien conduce un relato que va del Berlín de entreguerras o Leonard Bernstein a Arca, Troye Sivan o Shamir, pasando por Madonna, Elton John, Esquerita, George Michael, Lady Gaga, Michael Stipe, Liberace, Pet Shop Boys, Miley Cyrus y un amplísimo y heterogéneo plantel de músicos que, por motivos muy diversos, fueron importantes para la comunidad LGBTQ+ y dieron visibilidad a formas de vivir la sexualidad que escapaban a lo que en su momento se consideraba convencional. Haciendo o no haciendo bandera. El tono es expositivo, no exento de análisis y opinión personal, desenfadado y al mismo tiempo riguroso, con anotaciones a movimientos y escenas casi siempre inadvertidas por los grandes radares mediáticos, y destinado a un público generalista. Se puede leer en clave de jugosa historia paralela (una más) de la música popular del último siglo.
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