En “Poesía Completa” de Gata Cattana nos encontramos con el testamento de una mujer que fue “disidencia siempre, fuera cual fuera el autor o el imperio”. En las más de doscientas páginas que recoge su obra, que incluye los poemarios “La Escala de Mohs” (16), el póstumo “No vine a ser carne” (20), escritos a mano, relatos y dos poemas inéditos, Ana se nos revela como una poeta que se hizo a sí misma entre los miedos, las represiones y las culturas que siempre recreaba en sus escritos desde la raíz popular de su Córdoba natal.
Entre sus páginas podemos ver a una leona. La Satine, la Agripina, La Teodora de Bizancio, mujeres en las que se veía reflejada llenas de poder y garra, de las que no les tiembla el pulso. Ana transformaba belleza en activismo y activismo en educación, creaba una guerra en su dialéctica que iba más allá del deleite del espectador y se apoderaba de los jóvenes y las calles. Consiguió ser un referente de la lírica en vida cuando la poesía era cosa de silenciados, fuese cual fuese el nicho de sus creaciones, y como podemos ver en su obra, no fue por que le regalasen nada, si no porque entendió y supo ejecutar la máxima del oficio del poeta “esculpir utopías donde no puede haberlas”.
En su obra eleva a los que no son nadie por encima de los que sí que lo son, humaniza la vida y la carga del correspondiente peso político que tiene mientras nos invita a pelearla. Sus textos más tempranos nacen “cargaícos” de violetas y con el paso de los años tratará temas como el liberalismo, la inmigración o el poder de la juventud y la unión de fuerzas.
Tampoco podemos hablar de Gata Cattana ni de ningún otro poeta sin hablar del amor. Ana no era del “tipo de princesa que espera sentada sentada escuchando odas a su hermosura” si no la trágica que hubiera dado su último aliento por este, porque si algo aprendemos de la autora en estas páginas, es que es el tipo de mujer que se levanta con dos pies firmes y nunca deja de luchar.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.