La muerte de un hijo es algo tan teóricamente antinatural que se me ocurren pocas cosas que puedan voltear así la vida de cualquier persona que pase por ese trance. Por la misma regla de tres, cualquier ortodoxia novelística puede ponerse en cuestión si su protagonista es alguien como Margarita, a quien todo se le torció –eufemismo muy adecuado con el tono del libro– cuando perdió a su hijo Juan. Admiro la capacidad de decirlo todo cuando parece que no se dice nada, de expresar hondos sentimientos con los mínimos mimbres, de traslucir los jirones que nos puede ocasionar la existencia sin caer en la pomposa redundancia. Creo que todo eso lo consigue la artista visual y directora de arte argentina (afincada en Madrid) JJ Richards (Buenos Aires, 1977) en “Pensar para atrás”, retrato íntimo del día a día de una mujer que ya no sabe si está viva o simplemente deambula como un zombie, testigo de una existencia que ha dejado de pertenecerle.
Los vínculos familiares, la pareja, el ocio e incluso el trabajo –una de las cosas que mas gustará a cualquier periodista que lea esto son las reflexiones que la protagonista se hace sobre su propia labor entrevistando a escritores de renombre– son puestos en solfa desde el distanciamiento que implica ese cruel desapego, con una agudeza y economía de medios encomiables: son doscientas ocho páginas de singular trazo narrativo, que se leen en un soplo porque tienen la virtud de enganchar sin necesidad de giros argumentales ni tramas enrevesadas. Como la misma vida cuando transcurre bajo esa pesadísima capa de grisura, irradiando un desaliento que ni con todas sus fuerzas puede borrar dos virtudes que acaban resultando claves: clarividencia y sensibilidad, ambas aquí bien presentes. Y eso que es un debut. Ah, y con citas a canciones de The Blue Nile, Cocteau Twins, Sade, The Divine Comedy o My Bloody Valentine. Buena playlist.
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