¿Otra historia acerca de sexo, drogas y rock & roll concretada en un libro de memorias? Pues sí ¡Y tanto!, cabría refrendar con algarabía dada lo jugoso del contenido. Cuidado, por tanto, con caer en una (errónea) indiferencia hacia “Memorias de la jungla psicodélica”, quizás motivada por el aluvión de material de similares características con el que el mercado se ha inundado en los últimos años. Porque el libro viene firmado por uno de los tipos más peculiares que pulularon a todo trapo por el San Francisco y la escena norteamericana de los noventa, recuperando la esencia de décadas pretéritas en la ciudad. Joel Gion lleva desde entonces tocando pandereta y maracas en los imprescindibles The Brian Jonestown Massacre, convirtiéndose así en uno de los miembros más longevos de ese combo mutante liderado por ese otro indomable que es Anton Newcombe.
El título de estas memorias se antoja, por tanto, de lo más acertado, tras manifestarse como una bacanal jugosa e impagable en torno a las vivencias de Gion, desde los primeros e incipientes movimientos de un combo al que se unió casi por casualidad y hasta el despertar ante ese universo (negocio y ambiente) engullido por la máxima del rock. El músico plasma, con maneras explícitas y ritmo extremadamente ágil, el alocado devenir de unas aventuras que, en ocasiones, apenas le rozan, pero que casi siempre le impactan en plena jeta. Un total de más cuatrocientas entretenidísimas páginas, vertidas hacia lo personal o transitando por ese camino paralelo al de la formación. Narraciones alejadas del glamour habitual de las estrellas del rock de primera línea y que, a cambio, reverdece recuerdos sobre resacas, rayas interminables de speed, hostias, tragos, comunas y policías de incognito.
Es precisamente en ese submundo de autenticidad, diversión y rock áspero y distorsionado donde Gion se mueve como pez en el agua, brindando su visión de los hechos a un lector que no puede sino contagiarse del pulso marcado por el músico. Luces y sombras; triunfos y fracasos; salas, garitos y antros; subidones y bajones nivel Dios. Barro, mucho barro, en definitiva, en un tripi que se lee y que, por si fuera poco, cuenta con un amplio abanico de secundarios: desde personajes anónimos para el lector hasta nombres tan conocidos como los de The Dandy Warhols o los mismísimos Oasis. Unos y otro enriquecen el viaje psicotrópico certificado por Joel Gion en este “Memorias de la jungla psicodélica”, publicado en nuestro país por la cada vez más imprescindible editorial Colectivo Bruxista.
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