Empecinado en ofrecernos una de las trilogías literarias más apabullantes de estos últimos tiempos, esto es lo que debió tener en la cabeza Jon Bilbao cuando empezó a escribir “Basilisco”, primer libro de esta saga del Oeste, ahora cerrada con este monumental “Matamonstruos”, desde ya, una de las lecturas más torrenciales que nos ha brindado 2024.
Cada vez más entremezclada en sus dos arcos temporales, el escritor de Ribadesella ha realizado un trabajo memorable a la hora de saltar de John Dunbar a Jon en un complejo artilugio de dualidad narrativa de la cual sale ganando un texto trazado a golpe de sal y barro, mugre, pero también espoleado por el halo crepuscular patentado por Tom Spanbauer.
La imposibilidad de encontrar la paz con su familia es el oremus vital del que John Dunbar no puede escapar, lo cual se traduce en un drama constante para el personaje central, siempre perseguido por los designios de la venganza y la violencia más salvaje.
Toda la narración funciona como un reloj suizo, sin atascos, altibajos ni una palabra mal encajada que, por otro lado, pueda enturbiar la musicalidad de una lectura que, por un lado, suena a banda sonora de Bob Dylan para una película de Sam Peckinpah, pero por el otro también nos atrapa desde la cercanía del contexto personal de Jon.
No hay nada que no funcione en un tour de forcé para el cual Bilbao ha desplegado todas sus habilidades narrativas, entre las que destaca su capacidad para enfocar las escenas dentro de un cinemascope descriptivo en el que la fauna vital protagonista tiene más facilidad para transcender en la memoria del lector.
En definitiva, para quien no haya catado, hasta ahora, las lecturas del también excelso escritor de relatos cortos se encuentra con una oportunidad de oro para perderse en su prosa, en este caso, comenzando previamente por el principio de esta saga rematada de forma tan inolvidable como en este “Matamonstruos”.
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