La EMI era una institución británica. Como la familia real o el té de las cinco. La casa discográfica que acogió a los Beatles, Pink Floyd, Radiohead, Kate Bush o Blur. Una suerte de embajada de su cultura en el mundo. Y, en parte por eso, su derrumbe fue tan llamativo hace poco más de una década.
El periodista Eamonn Forde, especializado en tecnología y en la faceta empresarial de la música (también es autor de "Royalties de Ultratumba. Cómo la industria mantiene vivo el nombre de un artista tras su muerte y sigue ganando dinero con su patrimonio musical", traducido y publicado en castellano por la misma editorial), era una de las personas más cualificadas para detallarnos su caída en desgracia, y a ello se aplica con brillantez y minuciosidad a lo largo de estas 528 páginas, originalmente publicadas en 2019, que explican el rosario de fusiones fallidas, salidas a bolsa de dudosa rentabilidad, absorciones, alardes de miopía y decisiones erróneas de un transatlántico empresarial (aunque su proyección el otro lado del océano siempre fue uno de sus talones de Aquiles) que no supo adelantarse ni adaptarse a las profundas transformaciones del sector con la llegada de internet a nuestras vidas.
La panoplia de nombres, datos, cargos y siglas puede llegar a aturdir al lector, pero vale la pena sumergirse a conciencia en sus páginas – de una coralidad reforzada por los múltiples testimonios que recaba – porque deparan una ejemplar parábola sobre la demolición de un mundo – y unas prácticas – que no volverá.
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