Los Beatles marcando el tiempo
LibrosCraig Brown

Los Beatles marcando el tiempo

9 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 14-11-2023
Empresa — Contra

Es prácticamente imposible desconocer su historia, pero seguramente nadie te la ha contado así. La aplastante omnipresencia de los Beatles – mediática, radiofónica, incluso casetera en los coches de nuestros padres y vinílica en sus salones – suscitó durante años la inapetencia de generaciones enteras que no encontraban misterio alguno en su fastuosa epopeya, documentada por activa y por pasiva. En ese sentido, soy de quienes empatizan al cien por cien con la visión que Kiko Amat transmite en el prólogo. Quizá lo que faltaba es que alguien con un demoledor sentido del humor, una aguda perspicacia para sacarle punta a lo más grotesco de la condición humana y una desbordante capacidad como cronista, nos diseccionase la relevancia cultural de los Fab Four en 150 pildoritas. Eso es lo que hizo el periodista satírico Craig Brown con este libro, publicado originalmente hace tres años y ahora traducido al castellano por Ibon Errazkin. 150 breves capítulos que redundan en un buen tocho que, para sus 654 páginas, generan una lectura tremendamente ágil. Totalmente adictiva.

Un detalladísimo y desmitificador relato que explica cómo de fulgurante fue la beatlemanía (y cómo prácticamente jubilaron a una generación entera de músicos: Cliff Richard envejeció dos décadas) y depara sus tramos más jugosos en la galería de personajes secundarios que quedaron abrasados tras el tsunami o bien quedaron para siempre marcados por sus efectos colaterales: los baterías Jimmie Nicol y Pete Best, Dick Rowe (el ejecutivo de Decca que los rechazó), Eric Clague (el policía que causó involuntariamente la muerte de la madre de Lennon), Charles Manson, los Ángeles del Infierno, Yoko Ono – puede no tener la culpa de todo, como en la canción de Def Con Dos, pero el perfil trazado aquí es demoledor– e incluso aquella delirante teoría que sustentaba la tesis de que Paul McCartney murió en 1966 y desde entonces lo suplanta un doble. Por encima de todos ellos, la compleja figura de Brian Epstein como el gran catalizador. Y la sensación de que fue su propio éxito el que acabó por arrollar a sus competidores y causar un seísmo cultural, pero también el que acabó por plantar la semilla de su discordia y dinamitar la armonía entre cuatro chavales ungidos por un estado de gracia que duró casi una década.

 

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