La pequeña editorial de Barcelona Alpha Decay lleva años editando imprescindibles tratados sobre música y pop como “The New Analog” de Damon Krukowski o “Der Klang der Familie: Berlín, el techno y la caído del muro” de Felix Denk y Sven von Thülen. Entre sus últimos ensayos publicados podemos encontrar una mirada ácida a la saga de películas de “Star Wars” en “La última mitología” de Cass. R. Sunstein, un tratado sobre imaginación en la era de la informática con “La búsqueda del algoritmo” de Ed Finn, o un ensayo sobre la búsqueda de vida alienígena en “Todos estos mundos son vuestros” de Jon Willis.
Entre tanto ensayo moderno destaca una mirada al pasado tan deliciosa y victoriana como la edición de la excelente guía literaria de Michael Sims sobre Arthur Conan Doyle y su criatura Sherlock Holmes, un libro imprescindible para todos los amantes del inmortal detective del 221b de Baker Street, por supuesto, pero también una gran guía para saber cómo funciona la imaginación de un escritor y cómo la experiencia personal puede inspirar a un arquetipo mítico de la literatura.
Al periodista Michael Sims le conocíamos en España por la edición en 2004 del divertidísimo “El ombligo de Adán: Historia natural y cultural del cuerpo humano”, libro que seguramente podréis encontrar en alguna librería o biblioteca. Como sherlockmaniaco declarado, Sims nos cuenta la historia personal de Conan Doyle en un exhausto recorrido por toda su vida y obra recogiendo diarios, cartas y cualquier material de la época para narra con muchos detalles la historia del creador y el mito, la inspiración y el éxito.
Desde su más temprana infancia leyendo e inventando cuentos que contaba a sus amigos y hermanos pasando por los esfuerzos que realizó para conseguirse una buena educación en una familia pobre. Conan Doyle quedó fascinado por uno de sus profesores de medicina de la Universidad de Edimburgo, el extraordinario Doctor Joseph Bell. Sims centra gran parte del libro en la figura del maestro de Conan Doyle, la máxima inspiración de su personaje Sherlock Holmes. Bell, como Holmes, aplicaba el método deductivo para saber las dolencias de sus pacientes. Como Sherlock con su amigo Watson, Bell también alardeaba delante de sus alumnos explicando detalles de la vida de un paciente o su dolencia con un rápido vistazo a su indumentaria, hábitos o forma de expresarse. El increíble doctor de medicina y profesor fue el creador de la conocida frase “cuando has eliminado lo imposible, todo lo que queda, aunque improbable, puede ser la verdad”.
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