¡Larga vida al Trash!

El cine de John Waters como nunca te lo habían contado

Releo (de nuevo, esta vez por encima) el libro colectivo dedicado a John Waters fijándome esta vez más en el libro que en sus propias palabras. Me encuentro ante una acumulación de papeles que, tras acompañarme por mi hedonista y esperpéntico paso por el camping del BBK, no puede evitar mostrar sus cicatrices. El libro está ahora manchado por numerosos (y mayoritariamente alcohólicos) líquidos y arrugado hasta el punto en el que la rectangularidad que suele caracterizar a la literatura ha desaparecido casi por completo. Pienso entonces en la filmografía de Gaspar Noé, aquella que el propio cineasta presentó en su momento como "un cine de sangre, lágrimas y semen". Pienso entonces, inevitablemente, en la materialidad atípica del cine de Waters (para Gaspar es semen, para John es mierda de perro). Pienso entonces en lo necesario y poético de conservar en mi estantería este libro en este preciso estado. Quizás no haya otra forma de conservarlo. Puede que no haya otra forma de leerlo que manchándolo, arrugándolo y, en definitiva, destrozándolo.

“¡Larga vida al Trash! El cine de John Waters como nunca te lo habían contado” es un libro que pide a gritos la profanación del mismo. Lejos de presentarse a sí mismo dentro de los parámetros y objetivos del análisis fílmico, este collage de miradas propone un festivo paseo por la filmografía de Waters articulado desde la subjetividad y la anécdota –en definitiva, desde esas Historia(s) del cine tan defendidas por Godard–. La pluralidad resulta imprescindible para intentar abarcar un objeto de estudio que, por su naturaleza viscosa e intratable, parece resistirse a convertirse en objetivo de estudio. El cine de John Waters es un cine (aparentemente) imposible y no hay mayor logro para este libro que saber entenderlo. Cuando la verdad parece imposible, este texto recurre a las verdades. “¡Larga vida al Trash!” es un caleidoscopio teórico, un artilugio que no intenta conseguir respuestas sino hacer justicia al acto de mirar una película de John Waters (un gesto del que es imposible conseguir respuestas y extremadamente fácil obtener preguntas).

Me resulta complicado especificar y detallar en exceso en una reseña sobre un libro que podrían ser muchos. Estamos ante una publicación singular en su pluralidad justamente por su capacidad para poner al mismo nivel las anécdotas de la vida de John Waters y las de los propios autores invitados. Pues es en esas ráfagas de pensamientos inconexos donde se deja entrever lo que el cine del estadounidense significa. Mientras Álex Ander señala al programa infantil “Howdy Doody” como la semilla pulsional de la filmografía de Waters, Xavi Sánchez Pons defiende la relevancia de la sala Sidecar en su relación con el Pope Of Trash. Mientras Esty Quesada (también conocida como Soy Una Pringada) vincula lo irracional de esta filmografía con su atracción inexplicable por la cultura americana, Javier Parra –acertadísimo en la selección de invitados– se adentra a estas películas desde el filtro del cine navideño (y sí, “¡Larga vida al Trash!” es un libro que huele igual que "¡Estamos vivas!"). Se genera así una constelación de imágenes, ideas y recuerdos que, sin duda, hacen justicia a un trash muchísimas veces menospreciado. Porque me atrevería a decir que este es un libro más necesario para los detractores de Waters que para sus adeptos. Si tus ojos no supieron entenderlo, ahora podrás comprobar qué sentieron los que sí lo hicieron.