La música es mi amante
Libros / Duke Ellington

La música es mi amante

8 / 10
Maite Aparicio — 20-08-2024
Empresa — Libros del Kultrum

En 2024 se cumplen nada menos que ciento veinticinco años del nacimiento de la leyenda del jazz Duke Ellington, así como cien de sus primeras grabaciones y cincuenta desde que nos dejara en 1974. Sin duda, un año redondo para conmemorar su figura que la editorial Libros del Kultrum no ha querido desperdiciar rescatando del olvido las memorias del icónico artista y trayéndolas de nuevo a nuestro país de la mano de una brillante reedición traducida por Antonio Padilla.

Dividida en ocho actos, “La música es mi amante” es un delicioso viaje desde el puño y letra del compositor al más profundo sino de su vida y obra. Con el propósito de contarnos su historia, pero muy a su manera, Ellington nos acompañará por algunos de los lugares más emblemáticos de su geografía personal (desde el descubrimiento de una sociedad negra y adinerada en el Chicago de los años treinta hasta su primer viaje al otro lado del Atlántico y a la disciplinada Londres) y de paso recuerda a quienes tarde o temprano terminarían siendo protagonistas de su historia (Billy Strayhorn, Ella Fitzgerald, Art Tatum, Orson Welles, Tony Bennett, Dizzy Gillespie, Louis Armstrong, Miles Davis, Frank Sinatra o John Coltrane entre otros, pertinentemente retratados en blanco y negro en las más de cien fotografías que el libro incluye).

Con una carrera de más de cincuenta años a la espalda y un total de mil quinientas composiciones (entre las que destacan canciones, suites, piezas sacras, bandas sonoras, ballets, sinfonías y otros divertimentos), Ellington nos demuestra en su literatura póstuma que su talento narrativo trascendía más allá de las teclas y que bien era capaz también de invadir de sensibilidad, emoción, humor y rebeldía las páginas de su propia autobiografía. Cuesta creer que durante décadas Ellington tuviera tantos reparos en alternar la música con la escritura (de hecho, la publicación original de esta obra se produjo de forma totalmente in extremis en 1973, un año antes de su desaparición), pero tan pronto como el artista deja volar su verborrea de cronista, es evidente que ya no hay quien le pueda parar y logra seducirnos con la intrahistoria de su legado como un auténtico hechicero de la palabra.

Además de regalarnos memorables e imborrables porciones de una vida harto apasionante (desde su encuentro con Isabel II en Leeds, hasta la vez en la que Sinatra le dio su visto bueno público en Las Vegas tras una arbitraria redada, pasando por su salto del Cotton Club de Harlem al estrellato en Broadway), “La música es mi amante” hace honores al destartalado y libérrimo ritmo de Ellington, enfocando la exposición de sus relatos de forma no necesariamente lineal y dotando así de verdadera frescura y fluidez la lectura de sus nada desdeñables quinientas páginas. Tan pronto nos cuenta que Orson Welles quiso reclutarle para hacer una película sobre los orígenes del jazz (“It’s All True”, que finalmente nunca terminaría sucediendo), como de repente decide dedicarle un poema muy sui generis a la música y a lo que ésta le hace sentir. En efecto, pura improvisación y puro jazz.

Como corolario para los muy seguidores, la edición remata su propuesta con una serie de interesantes apéndices, entre los que encontramos un divertido epílogo en el que el artista realiza una suerte de auto-entrevista (ahondando de forma más personal y canónica en sus miedos, defectos, costumbres y creencias) y una formidable recopilación discográfica, ordenada cronológicamente desde 1923 a 1973, con todos los títulos de su colección y los respectivos letristas e intérpretes acreditados en ellos.

Son muchas las ocasiones en las que “La música es mi amante” nos recuerda la valía e influencia de Ellington en la música americana posterior –a pesar de que su tono terrenal y accesible nunca entre en excesivos tecnicismos–, pero sin duda donde la obra crece es en esos momentos en los que el compositor divaga más allá de las partituras y nos permite hacernos una idea de su herencia espiritual, filosófica y racial.

“Estoy seguro de que para mi madre era evidente que Dios se valió de una mezcla de fértil tierra negra, arcilla roja y arena blanca para crear al primer hombre, a fin de que en adelante ningún ser humano pudiera creerse mejor que los demás”, rememora en los primeros capítulos del libro, dedicados a su familia y sus orígenes, y en los que quedan prescritas ya las directrices que años después darían cuerpo y fondo a una de las carreras más ilustres, irrebatibles y respetadas de la música.

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