La verdad es que era difícil imaginar para mí que acabaría leyendo e interesándome por una novela costumbrista japonesa que gira alrededor de la relación entre una clienta y el tipo que le vende la ropa interior, pero así ha sido. Y es que, entre que nunca me ha atraído la novela japonesa y que la novela romántica me interesa entre poco y nada, mi acercamiento a esta obra únicamente podía venir de una forma: por su portada. Sí, sí, lo confieso. Fue su portada, o mejor dicho su presentación, en una bonita edición lo que me llevó a empezar a leer un trabajo que acabó hipnotizándome. Y eso que no sería extraño que uno calificara este como el típico libro de chicas, ya me entienden. Por algo todos los comentarios de lectores que se leen en Amazon, por ejemplo, están firmados por chicas. Y no, no me llamen sexista porque, datos objetivos aparte, todos saben a qué me refiero. Novela de amor. Punto de vista de una mujer. Protagonista femenina. Aunque aquí hay mucho más.
Tras unos temas aparentemente banales y a partir de conocer a Isaji, vendedor de lencería, Sakko Satsuko, una mujer de treinta y dos años con una separación relativamente reciente ha de afrontar reenfocar su vida. Temas como la confianza en uno mismo, el hastío vital, la confrontación ante los propios miedos o la felicidad ante lo que se tiene se convierten en el eje alrededor de los que gira una novela original, divertida incluso, y en el que el análisis de la forma de pensar de las mujeres sorprenderá a más de uno. Además, no está exenta de polémica: ¿puede ser un hombre el que mejor comprenda la psicología femenina?
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