El nombre de James Rhodes empezó a sonar en nuestro país a raíz de la publicación de “Instrumental” (Blackie Books, 15), hace ahora unos cuatro años. Un volumen de obligada lectura y consecuencias desgarradoras en el que británico narraba los abusos sexuales que de niño y durante años sufrió por parte de uno de sus profesores. Pero en aquel libro Rhodes incidía, sobre todo, en cómo la música clásica en general y el piano en particular fueron elementos determinantes la hora de reencauzar su vida y superar aquel trauma brutal. Después de aquello el músico comenzó a ofrecer conciertos peninsulares de manera asidua hasta que finalmente se trasladó a Madrid, donde parece vivir felizmente junto a su pareja.
Esta cercanía geográfica ha derivado en una mayor presencia (de una u otra manera) del pianista, concretándose ésta en charlas, más conciertos, mixtapes o el consiguiente lanzamiento de nuevas referencias con su rúbrica. Si “Fugas” (Blackie Books, 17) supuso el siguiente paso literario tras su aclamado predecesor, ahora ve la luz “Playlist: Rebeldes y Revolucionarios de la Música” (Planeta, 2019), en el que el artista cambia las formas pero mantiene intactos fondo y moraleja: su amor (y consiguiente reivindicación) de la música clásica como arte de efecto sanador al alcance de cualquiera. De este modo, su empeño por acercar el género a todo tipo de público también resulta el principal motivo del presente lanzamiento, en el que el Rhodes crea una playlist protagonizada por compositores clásicos y seleccionada de manera expresa para acompañar la amena lectura plasmada a lo largo de un total de 72 páginas de gran formato (tamaño vinilo). Así conoceremos las turbulentas, curiosas y en ocasiones increíbles vidas, preferencias, anécdotas y circunstancias que rodearon a los grandes autores de la música clásica, quienes, según el londinense, ejercieron en toda regla como las primeras estrellas del rock. Un trazado que abarca de Bach a Ravel pasando por otros ineludibles como Beethoven, Chopin, Schubert, Mozart y Rachmaninov.
El contenido viene adornado con vistosos y coloridos dibujos a cargo de Martin O'Neill, en una publicación que, aunque dirigida inicial y principalmente a niños, también convence, intriga y engancha a adultos. Una sólida y cuidada presentación en papel de alta calidad aumenta el atractivo de un producto que, alejado de esa tecnología imperante en los tiempos que corren (casi obligatoria y en ocasiones ya irritante), bien podría suponer un bonito regalo para los chavales. Y quién sabe si quizá despertará en ellos un interés que, como el caso del firmante en cuestión, termine por motivar un perpetuo e irremediable amor por la música que ya nunca llegue a desaparecer. Merece la pena intentarlo.
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