Que los hermanos Reid dejarían en ridículo a los mismísimos Gallagher en cuanto nivel de fratricidio es algo tan evidente como constatable en estas divertidísimas memorias orales a dos voces de los escoceses más influyentes en la historia del indie. No en vano, no sólo estamos hablando de los firmantes de “Psychocandy”, sino de toda una filosofía underground que caló tan hondo en su generación que ni ellos mismos se pudieron sobreponer al grado de influencia que alcanzaron entre sus coetáneos y todo lo que vino después.
Aún con el sobresaliente “Besos de Alambre de Espino: La historia de The Jesus & Mary Chain” muy reciente, llega este “Incomprendidos: The Jesus & Mary Chain”, que se complementa a la perfección con el libro escrito por Zoe Howé en una suerte de historial de vivencias extraídas de un sinfín de conversaciones con los hermanísimos como protagonistas. Como no podía ser de otra forma, estamos ante otro relato de excesos, que lo son más cuando llegamos al estruendo ramillete de anécdotas con el que nos deleitan sobre los delirantes conciertos que ofrecieron en aquellos primeros años de exorcismos ruidistas y feedbacks endemoniados.
Outsiders de pura cepa, los Reid se despachan a gusto, sin medias tintas, en una narración que, por momentos, recrea el mismo tipo de humor alocado y agresivo de otro ilustre escocés como el gran Irvine Welsh.
Ni que decir tiene que estamos ante la mejor manera de recrear el contexto emocional de lo que fue un grupo imprescindible para poder entender por qué fueron tan importantes, pero también para subrayar una realidad definitiva: la posibilidad de que la leyenda que cimentaron como intratables a lo largo de los años se comiera a su propia dimensión como creadores. Con “Incomprendidos” no sólo no sucede esto último, sino que ayuda a entender la dimensión creativa de los Reid como parte intrínseca de su, por momentos, desquiciante forma de ser y de comportarse.
Por encima de todo, estamos ante un triunfo que contentará tanto a sus fans como a todo ser viviente con ganas de seguir entendiendo por qué la generación de los años ochenta indie british fue una de las más brillantes y personales de la historia del pop.
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