In memoriam. Posesiones de un exflamenco
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In memoriam. Posesiones de un exflamenco

8 / 10
Joan S. Luna — 23-11-2020
Empresa — Hurtado & Ortega

En un ejercicio simbólico y provocador –más para aquellos que rechazan su obra que para quienes la seguimos de cerca–, Niño de Elche abría el espectáculo de presentación de su álbum “Antología del Cante Flamenco Heterodoxo” (18) desnudándose y volviéndose a vestir. Durante algunos minutos teníamos en frente al artista en calzoncillos, débil frente a los ojos inquisidores, humano frente a los nuestros, en un fugaz prólogo de lo que estaba por llegar. Pero su forma de enfrentarse a la tradición más intolerante y su inabarcable necesidad de romper tópicos ya estaba ahí desde mucho antes, desde años antes de que grabase su primer disco, aunque los últimos años hayan acelerado los acontecimientos de forma casi exponencial. Y eso es lo que descubrimos –o mejor dicho confirmamos– en este “In memoriam. Posesiones de un exflamenco”, sin lugar a dudas el libro más interesante de todos aquellos en los que el nombre del cantaor ilicitano aparece en portada.

De hecho, quizás este “In memoriam. Posesiones de un exflamenco” debería ser su primer libro escrito como Francisco Contreras y no como Niño de Elche. Porque, en esencia, aquí nos vamos a encontrar con el chiquillo, el jovencito o el cantaor previos al artista. O mejor dicho, previos al artista actualmente conocido como Niño de Elche, puesto que leyendo estas ciento veintipocas páginas a uno le queda muy claro que, en cierto modo, el artista siempre estuvo ahí, agazapado, esperando su oportunidad, esperando que le escuchasen gentes que fueran más allá del grupo de padres de sus compañeras de coro o sus entregados familiares.

“In memoriam. Posesiones de un exflamenco” nos ofrece una larga lista de episodios cortos en los que Contreras resume sin épica momentos que han marcado su vida primero y su evolución después. desde chiquillo entregado a la causa de aquel flamenco que le apasionaba hasta adolescente con las ideas lo suficientemente claras para salir ahí fuera a darse de hostias con quien hiciera falta. A partir de esas breves vivencias entenderemos mucho mejor por qué Niño de Elche es Niño de Elche y no uno más en el hermético mundo del flamenco.

Hay mucha vida en estas historias, mucha familia y también mucha nostalgia, claro está, incluso diría que mucha inocencia, pero la vida siempre ha sido así, y así continuará siendo siempre que decidamos mirar atrás. Uno puede nacer cantaor, pero para llegar a ejercer de ello hay que llevarse muchas decepciones, tragarse muchas culebras y labrarse pasito a pasito un camino salpicado de susurros tras las puertas, dudas, crisis artísticas, inicios y reinicios. Y ese camino que, dubitativo y algo desorientado, tomó años atrás Francisco Contreras acabó convirtiéndole en Niño de Elchee. Pero conociendo ya su cada día más inabarcable obra, esta vez ha sido un placer conocer un poco más a ese Paco que se esconde tras el experimentador exflamenco.

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