Destila sentido del humor, erudición y ausencia de prejuicios. Es decir, es un libro cien por cien atribuible a Pau Riba (1948-2022). No llegó a verlo publicado en vida solo por unos días, y hubiera sido muy interesante verle promocionándolo. De hecho, estas 427 páginas son fruto de un trabajo de 35 años, que pretendía prolongar (así lo expresa en su epílogo) con otro libro que le diera continuidad, destripando la era del PC, Internet y el tecno. Pero desconocemos si le dio tiempo a dejarlo medio hecho o siquiera a esbozarlo. O si alguna vez algo de él verá la luz. Él mismo se reía de la inminencia de su propia muerte en sus últimos bolos.
Quizá su título pueda llamar a engaño, porque lo que desmenuza aquí el polifacético artista catalán no es la historia de la música electrónica tal y como generalmente la entendemos, sino la historia de la música producida por aparatos eléctricos. Es decir, se remonta a la segunda mitad del siglo XIX, nos cuenta cómo las vanguardias artísticas de principios del XX (surrealismo, futurismo, dadá) prefiguraron gran parte de los hallazgos posteriores (incluido el punk) y traza interesantísimas conexiones entre todo eso y músicos como John Cage, porque la música concreta y el dodecafonismo también fueron movimientos de ruptura. La clásica, el jazz, el blues, el rock and roll, el progresivo y la música industrial pasan bajo su lupa. Siempre con una visión afilada.
El resultado es un ensayo más que notable. Un registro en el que ya había demostrado su pericia en libros anteriores, que brilla más cuantas más líneas maestras traza entre distintas generaciones, usos, costumbres, connotaciones del sonido e instrumentos (y sus resignificaciones sociales) que cuando se enfanga en los motivos del fracaso de la utopía hippy que el vivió de primera mano. Pero esa visión personal, intransferible y prolija en desbordantes paréntesis explicativos, es también parte de su encanto. Al fin y al cabo, su verdad revelada. Y un extraordinario testamento.
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