“Ferni, todos esos hombres son más apuestos que yo, mucho más guapos y atléticos… pero ¿sabes a quien están mirando las mujeres? ¡A mí, me miran a mí! Y ese es tu trabajo, que ellas crean que este tipo con piernas delgadas, al que comienza a faltarle el pelo, y con una piel nada especial, es el más atractivo del mundo. De eso, de que piensen eso, depende que tú y yo comamos”. No cabe duda de que Julio Iglesias sigue siendo una celebridad. Aunque ahora todas las miradas se dirijan hacia Rosalía, en realidad Julio Iglesias es la gran estrella global latina. Con lo cual, este ensayo perfectamente escrito (y documentado) por el músico y filósofo Hans Laguna cae en nuestras manos en el momento idóneo. Porque más allá de la anécdota o el meme, estamos ante un estudio de uno de los más populares solistas de la historia. También un personaje, pero con un carácter que no solamente forja la idea generalizada del latin lover y una voz que arrasó con las fronteras (y que Laguna defiende con argumentos, por ser uno de los aspectos más infravalorados de Julio Iglesias). “Descubrí muy pronto que mi instrumento no era la voz, sino el micrófono”, decía Bing Crosby. Y da la impresión que Iglesias se aprendió la lección. Pero Laguna va más allá y valora su expresion corporal, los tonos, los efectos que utilizó a lo largo de su trayectoria. Todo para desmontar aquel mensaje negativo que Concha Piquer lanzó sobre él: “Es un muerto que canta”.
A partir de ahí navegaremos con Laguna a lo largo de un extenso ensayo que nace fruto de una invitación de Nacho Vegas y de la fascinación que le produjo su encuentro con Willie Nelson –pasaje que sirve como comienzo del libro–, llevándole a profundizar en la figura de un Julio Iglesias con mil caras. Y el análisis de Laguna va más allá de lo estrictamente musical, con un marcado carácter psicológico y sociológico en su estudio. Ahora bien, el autor fija como objetivo explicar los mecanismos que Iglesias utilizó para entrar en el mercado americano como si fuese un conquistador. Para ello acude a información que recaba de diversas fuentes, de sus discos, de sus libros –curioso el uso que hace de su autobiografía–, de revistas y de, claro está, Internet, esa fuente inagotable de información. De ahí que uno de los puntos más interesantes de este libro sea el método de Laguna, cómo recoge lo aprendido para dar forma a estas páginas. Hans Laguna se toma al artista muy en serio (le llama en repetidas ocasiones “nuestro hombre”) y eso marca la pauta de un ensayo que puede servir como manual para quienes quieran meter la patita en lugares desconocidos.
Laguna también nos habla sobre el gran peso que tenían por aquel entonces las discográficas, en este caso CBS, en sus movimientos; sobre la obsesión por el éxito y sobre la soledad que este conlleva a veces. Porque aquí no todo son luces, sino que en el camino también nos encontraremos con muchas piedras. Y algunas muy grandes. Su vida personal (la sentimental y la familiar) va narrándose a través de detalles, de pequeñas anécdotas, aunque no supone el eje del libro. Laguna hace gala de una ironía a menudo necesaria para afrontar el proyecto. Pero, ojo, siempre desde el profundo respeto. De hecho, su lucha durante las casi quinientas páginas del tomo es demostrar que Julio Iglesias es mejor cantante de lo que la mayoría de la gente piensa. Quiere desmontar algunos mitos.
A todo ello hay que añadirle una parte gráfica espléndida que, además, cuenta con un valor añadido: cada imagen te lleva directamente a la reflexión escrita de Laguna. No hay nada al azar en el libro como no lo hubo en la carrera de un Julio Iglesias que estudia cada uno de sus movimientos. “Como la fama, la elaboración de este libro me ha hecho vivir en una burbuja solitaria durante demasiado tiempo, ha dañado mis relaciones personales y ha trastocado mi mirada sobre el mundo y también sobre mí mismo. Se adivina una depresión profunda y gravísima, lo presiento. Será mejor que me ponga ya mismo a buscar una casita en las Bahamas”, dice Laguna en el último párrafo de “Hey! Julio Iglesias y la conquista de América”. Espero que la encuentre, que sea cómoda y con buenas vistas. Lo merece.
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