A estas alturas, no es sencillo encontrar bibliografía Beatle que realmente despierte el interés, más haya del enésimo (y, por tanto, consabido) repaso acerca de cualquier tesitura tangencial al universo de los de Liverpool. Pero claro, si detrás del tomo en cuestión está un cronista de la cultura pop tan reputado como es Philip Norman (autor del imprescindible “Shout!” (81), amén de otros títulos sobre Mick Jagger, Jimi Hendrix o los propios John Lennon y Paul McCartney), la cosa se pone interesante per se, a sabiendas de la pericia del autor para desarrollar este tipo de temática.
Unas perspectivas definitivamente satisfechas en este volumen dedicado al autor de “Something”, “Here Comes The Sun” o “My Sweet Lord”, delineado en base a las diferentes (y en muchos casos íntimas) particiones que, acopladas, dieron lugar a la personalidad, trayectoria y vida del más joven de los Fab Four. Un trazado sin paños calientes, que expone y explora las virtudes del músico –un talento evidente, no solo como guitarrista sino también en funciones compositivas–, pero también las imperfecciones y debilidades de un tipo tan culto y espiritual como mujeriego y adicto a la cocaína.
Unas marcadísimas contradicciones que, de algún modo, definen la línea argumental de “George Harrison. Beatle a su pesar”. Dualidades vitales que bien podrían ser consecuencia directa de su humanidad y sensibilidad manifiesta, pero que también podrían responder a esa inevitable fama mundial que chocaba de frente con aquella personalidad reservada que (por momentos) parecía más cómoda en un segundo plano. La misma que tuvo que lidiar con el titánico tándem Lennon-McCartney, en una fricción que, si atendemos a la obra que nos ocupa, dejó secuelas eternas en el talante de Harrison.
Es sólo una de las muchas conclusiones que Norman dibuja en el aire (y en los diferentes capítulos que suman unas quinientas páginas) para que el lector recoja, interprete y (de algún modo) haga suyas las anécdotas sobre un personaje taciturno, enigmático y magnético. Tres partes bien diferenciadas, además de un lúcido prólogo y un no menos valioso epílogo conforman una referencia que, en efecto, suma en positivo y que, dado su valor intrínseco, completísimo y labores de documentación, merece la pena añadir a la colección de temática Beatle sin miedo a que resulte infructuosa.
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